En Cúcuta, un grupo de moradores se llenan la vida de ciencia, arte y periodismo

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LA Network
27 abril, 2020 - Resiliencia

Hacer parte de Frontera Morada en Cúcuta, implica tener pares en Medellín y con ellos poder compartir entornos, experiencias, vivencias y aprendizajes.

A Frontera Morada la ocupan jóvenes con mucha historia desde la violencia en la ciudad (localizada en una de las fronteras de Colombia con Venezuela).

En el barrio Motilones, en la Comuna 7 de la ciudad de Cúcuta, Colombia, existe un lugar de fachada morada y “habitada” por un grupo de moradores, quienes día a día aprovechan las herramientas con las que cuentan para llenarse de ciencia, arte y periodismo, a través de las actividades que les ofrece la casa cultural Frontera Morada.

“Frontera Morada es una casa cultural de puertas abiertas para la ciencia, el arte y el periodismo, dedicada a adolescentes, ubicada en la ciudad de Cúcuta, pero con dos sedes más en la ciudad de Medellín, nuestro nombre morada es una alusión al verbo morar, habitar”, destacó para LA Network Maryoli Quijano, coordinadora de la casa cultural.

De acuerdo con Quijano, esta trilogía de saberes es también una relación con el espacio, donde constantemente se colectivizan procesos pensados desde y por los adolescentes, “contamos con escenarios cómo: sala de ensayo, biblioteca, cocina, emisora virtual, un vivero, y pedagogías que integran desde el momento en el cual en aquel espacio se genera el vínculo directo para que sean los y las chicas quienes se permitan explorar, crear y editar ciudades, espacios para parchar y conversar de literatura, música, poesía, grafiti”, agrega Quijano.

A Frontera Morada la ocupan jóvenes con mucha historia desde la violencia en la ciudad (localizada en una de las fronteras de Colombia con Venezuela). Su ubicación con cercanía a la periferia, pero con buen acceso a transporte, permite la llegada de adolescentes y jóvenes de diferentes lugares de la ciudad.

Hacer parte de Frontera Morada en Cúcuta, implica tener pares en Medellín y con ellos poder compartir entornos, experiencias, vivencias y aprendizajes.

“Hablar sobre el joven en un contexto geopolítico de identidad fronteriza con una historia y con espacios tan reducidos para la participación, el activismo y la no xenofobia, es vital para comprender los niveles de angustia en ellos, y no solo desde Cúcuta”, remarca la coordinadora de este espacio.

El lugar y las oportunidades que les brinda a los jóvenes los ha convertido en receptores de comunidad migrante, población retornada y de acogida, además de atender a adolescentes y jóvenes desde los 14 hasta los 25 años.

“Como sociedades, debemos encontrar refugios, parcería y no caer a nombre propio en el afán de dar el salto a la adultez, de moverse en sistemas económicos, más bien dejar puertas abiertas para la exploración del ser, desde los jóvenes y desde el colectivo”, afirma Maryoli.

Un espacio de lectura, música y naturaleza

Este tipo de espacios, potencia a los jóvenes y los invitan a hacer parte de actividades poco cotidianas en ellos y les generan empatía con ciertos momentos que se convierten con el tiempo en un interés completo para la vida.

En el barrio Motilones, en la Comuna 7 de la ciudad de Cúcuta, Colombia, existe un lugar de fachada morada y “habitada” por un grupo de moradores, quienes día a día aprovechan las herramientas con las que cuentan para llenarse de ciencia, arte y periodismo

“En casa nada se monetiza, entonces, si una banda, un artista o músico desea usar la sala de ensayo hace su solicitud a través de un formato sencillo, en el que se permite dejar un intercambio de saberes y pasiones, es así como se dictan clases de guitarra por ejemplo”.

De otro lado, la biblioteca y la cocina son espacios abiertos donde los jóvenes pueden tomar el libro de preferencia para una lectura agradable en el tiempo que deseen o pueden cocinar dejando los implementos limpios y en su lugar.

“En cuanto a la emisora contamos también con un formato para los que desean hacer programas y un semillero para aprender sobre locución, producción y creación de contenido. Cualquier morador se puede dejar cautivar por los micrófonos, sin censuras, tabúes, con visiones críticas”, agrega la encargada de este espacio.

Por su parte, hacer parte de Frontera Morada en Cúcuta, implica tener pares en Medellín y con ellos poder compartir entornos, experiencias, vivencias y aprendizajes, que, de acuerdo con la coordinadora, “es muy poderoso compartir las realidades de cada ciudad, por eso se realizaron procesos de intercambio donde jóvenes de Frontera Morada tuvieron la oportunidad de viajar para conocer, aprender y compartir en un mes, procesos de las casas en Medellín”.

El lugar y las oportunidades que les brinda a los jóvenes los ha convertido en receptores de comunidad migrante, población retornada y de acogida

Destaca, igualmente, que en el proceso de intercambio alrededor de cuatro jóvenes tuvieron la oportunidad de salir de la zona de confort, “cada uno de manera enriquecedora adquirió aprendizajes de multiculturalidad, pedagogía e independencia”.

“Nuestro reto es generar redes protectoras con retaguardia creativa colectiva y ciudadanía para los jóvenes. Es muy valioso aquel chico que atraviesa por la puerta con el deseo de construir una filosofía y lograr articular una retaguardia psíquica y creativa a la construcción de lo colectivo (solidario) con una ciudadanía activa (derecho a una ciudad en permanente redefinición) con los jóvenes”, finalizó Maryoli.