Expertos se reunieron en Medellín para analizar este tipo de organización de la vida urbana en Latinoamérica.
Para muchos expertos, la unidad residencial, el condominio cerrado o el fraccionamiento en las ciudades de Latinoamérica y el mundo, son una representación del “capitalismo contemporáneo y la globalización” que conlleva algunas soluciones para los retos de la vida urbana, pero que también implica una serie de efectos negativos sobre las urbes, sus relaciones y sus habitantes.
De allí que la Red Internacional de Investigadores sobre Encerramientos Residenciales (RIIER) que nació en el año 2015 en la también ciudad colombiana de Cali -en el marco del primer Seminario Internacional-, se haya dado cita en la Universidad Pontificia Bolivariana – UPB, de Medellín para reflexionar, en el II Seminario Internacional de Encerramiento Residencial, sobre este dispositivo de papel tan protagónico en la ciudades de la región.
Este tipo de distribución espacial ha venido transformando durante décadas la concepción tradicional del barrio latinoamericano con el elemento esencial de la calle, sus interacciones democráticas, sociales, culturales y económicas; además de las implicaciones que estos condominios o ‘vallados’ cerrados tienen en la relación espacial con la ciudad, las funciones dentro del territorio y en la misma convivencia interna de esa comunidad.
Para el arquitecto y urbanista brasileño, Tomás de Albuquerque Lapa, durante décadas se configuró una ciudad latinoamericana con los ricos en el centro y los pobres en las periferias, dinámica que, según el doctor en Geografía Humana de la Universidad de París y posdoctorado en el Centro Internacional de Estudios para la Preservación; ya se ha transformado y son los ciudadanos económicamente prósperos, quienes ocupan hoy las periferias mientras los pobres ocupan las áreas centrales, las degradadas incluso como los centros históricos abandonados por las clases ricas.
Agregó además, que esta dinámica también tiene sus bemoles y que gracias a las dinámicas capitalistas, las unidades encerradas han generado mezclas entre residencias para ricos en medio de barrios pobres pero sobre los que median murallas que los separan.
“El título de mi ponencia fue ‘Encerramientos residenciales: ¿nueva manera de organizar la vida en comunidades o la negación del espíritu de la ciudad?’ Este título es una pregunta, porque constatamos que es muy fácil para los constructores que buscan hacer valorar su inversión construir un discurso de marketing atractivo: venga a vivir en los encerramientos residenciales con seguridad, con aire puro, juegos para niños, campos para el deporte, zonas verdes pero a ellos no les interesa hacer inversión en las áreas centrales degradadas que fomenten la destrucción de las barreras. Como conclusión he dicho que no se puede ignorar la presencia de tantas la presencia de los pobres en todas partes entonces para un arquitecto urbanista es obligatorio tener en cuenta la interacción entre las comunidades”, señaló el también profesor de la Universidad Federal de Pernambuco.
El académico destacó que en esa ocupación determinada por el urbanismo capitalista, se están ocupando zonas de riesgo, cerca de los ríos, bordes de cerros y que todo esto ocurre con la indiferencia de los gobiernos, del sector público; en lo que considera un “modelo insostenible”.
En este sentido Lapa insistió en la obligación de los urbanistas de buscar, ya sea dentro de los planes de ordenamiento territorial o no, el desarrollo de zonas mixtas en las que los ciudadanos residan y puedan realizarlas actividades cotidianas caminando y así destruir los guetos en los que las personas viven y todo lo hacen en carro, perdiéndose de la interacción en todas las dimensiones.
“Estamos hablando de los intereses económicos que hay detrás de esto, de la puerta del capitalismo inmobiliario y estamos hablando también de una actitud desinteresada o descomprometida del poder público. Para nosotros los planeadores está claro que no podemos continuar con el modelo de ocupación del espacio en las zonas urbanizadas de torres modo-funcionales, de exclusivas oficinas; por lo que sería interesante una actitud consciente y comprometida del poder público aplicando con rigor políticas que promuevan una ocupación más diversa”, señaló el investigador.
Sin embargo, insistió citando a la también brasileña y doctora en Geografía Humana, Maria Encarnação Beltrão Sposito -también presente en el Seminario-, que hay que ir más allá incluso de los detalles de los planes rectores y buscar la participación de las comunidades, trascender la construcción de ciudades con encerramientos y estructurarlas desde los servicios como el transporte, la educación y el empleo que generan democracia.
Respecto a la pérdida del valor de la calle gracias al predominio de los encerramientos residenciales y sus contenidos sociales, el experto profundizó en la estructura del pensamiento humano pues “cité a un psicoanalista que dijo que la gente busca estar en medio de otros semejantes. Desde el punto de vista cultural le gusta estar en comunidad con otros iguales o semejantes pero hoy la gente no está preparada para convivir con las diferencias: tienen miedo, lo que hace que no haya sentido comunitario, el sentido de efervescencia cultural, de la multiplicidad de personas, de la diversidad”.