¿Estamos preparados?

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Miguel Ángel Morffe Peraza
17 marzo, 2020 - Salud

La reciente aparición del Coronavirus (COVID-19), su propagación y elevación al grado de pandemia por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS), encienden las alarmas a nivel mundial sobre unos de los problemas que tendrá que enfrentar la humanidad en este siglo XXI. De acuerdo a Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director de organización en rueda de prensa del 12 de marzo de 2020, “en las últimas dos semanas el COVID-19 se ha multiplicado por 13 fuera de China, epicentro del brote de Coronavirus, registrándose más de 118.000 casos en 114 países y 4.291 personas muertes”.

Si bien la epidemia del coronavirus que surgió en la Wuhan (China) en diciembre de 2019 continúa expandiéndose al resto del planeta, muy a pesar de los esfuerzos de los países, las primeras medidas buscan contener su propagación mientras se gana tiempo para encontrar una cura. Este esfuerzo mundial ya cumple tres meses y muestra lo vulnerable que somos como sociedad ante una problemática de salud e impulsa nuevos retos para todos los niveles de gobierno.

Entender cuan preparados estamos para prevenir, contener y enfrentar este y otras pandemias, requiere comprender la gravedad de estas enfermedades, conocer las debilidades de nuestros sistemas de salud y de la ausencia de cultura preventiva que se pueden resumir en no contar con políticas integrales proactivas en lugar de políticas reactivas y carentes de un enfoque transnacional.

Sucesos ya anunciados

Ya para septiembre de 2019, un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Banco Mundial (WB) advierte que entre 2011 y 2018, la OMS registró cerca de 1.483 brotes epidémicos en 172 países. El documento muestra que “enfermedades como la influenza, el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS), el Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS), el ébola, el zika, la peste, la fiebre amarilla y otros, son pioneros de una nueva era de brotes de alto impacto y propagación rápida que se detectan con mayor frecuencia y son cada vez más difíciles de manejar en la actualidad”. El presente estudio fue realizado luego de un seguimiento hecho durante varios años sobre las pandemias registradas y de evaluar cómo fueron atendidas. Para ellos, los expertos recomiendan que “Si es cierto el dicho de que el pasado es el prólogo del futuro, nos enfrentamos a una amenaza muy real de una pandemia fulminante, sumamente mortífera”.

El informe fue redactado por la Junta de Vigilancia Mundial de la Preparación (GPMB, por sus siglas en inglés) y tuvo como propósito evaluar diversas pandemias que segaron vidas en diferentes épocas temporales. Destaca el documento que una de ellas fue la influenza de 1918, una catástrofe global que mató unos 50 millones de personas. Estima la junta que, si en 2019 ocurriese un contagio similar, el panorama sería aún más grave: “la pandemia podría matar hasta 80 millones de personas y destruir el 5% de la economía mundial”.

Nuestra realidad

Luego de la declaración de pandemia del COVID-19 por parte de la OMS el 12 marzo, el consenso entre los gobiernos, organizaciones de salud y demás gremios afines, es que el objetivo principal en este primer momento, es mitigar la expansión de COVID-19. Esta ruta de acción se refleja en las medidas adoptadas que buscan contener la propagación de los casos detectados de esta pandemia. Las medidas por drásticas que parezcan, buscan obtener tiempo para una segunda fase de contención a nivel regional y mundial.

Con un alcance en América Latina y el Caribe de 14 países en los cuales ya se han confirmados casos, el proceso de mitigación apenas comienza. Hasta el 12 de marzo, se había confirmado su presencia en Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Cuba, Chile, Ecuador, Honduras, México, Panamá, Perú, República Dominicana y Paraguay, siguiendo su proceso expansivo sin considerar condición social. ¿Ante esta propagación, estamos preparados como sistema integral de salud para enfrentar este nuevo reto? ¿Cuán vulnerable somos como región?

Según el Global Health Security 2019, Estados Unidos continúa al frente entre los países con un sistema integral de salud que provea las acciones para enfrentar enfermedades y pandemias. En referido estudio se muestran 140 preguntas del índice GHS se organizan en seis categorías: Detección, prevención e informes, respuestas rápidas, Sistemas de Salud, Cumplimiento de normas internacionales y Ambiente de riesgo.  Entre los países de América Latina y el Caribe, tan solo Chile, Brasil y Costa Rica, aparecen ubicados modestamente entre los mas preparados en algunos de los renglones del informe. Para el resto de la región, la realidad muestra múltiples carencias que los ubican en los países con menos preparación, con puntajes que preocupan al momento de plantear casos como esta pandemia del COVID-19.

Además de las carencias propias de una región cuyas políticas de salud no reflejan calidad ni cobertura, la Organización Panamericana de la Salud (OPS, 2018) advierte que el 30% de la población en América Latina y El Caribe, no tienen acceso a la salud pública y sólo cuatro países de la región cumplen con los estándares de inversión establecidos por el organismo. Destaca que, pese a que existen algunos avances en los servicios de salud, estos son insuficientes y muestran debilidades en cuanto a la prevención y detección de enfermedades infectocontagiosas. Resalta que las condiciones geográficas, la poca inversión de algunos gobiernos en materia de vacunación y prevención de enfermedades, impiden que personas en situación de pobreza reciban atención médica, alertó la directora de la OPS, Carrisa Etienne.

Otro factor para considerar

Un elemento por considerar en esta pandemia y que debe ser objeto de análisis, lo refiere la Revista Plos Neglected Tropical Diseases (2019), en la que se señalan los efectos que están originándose a raíz del cambio climático y que tristemente impulsarán el incremento de pandemias. Destaca la revista que “nuestro ambiente está cambiando, y al menos mil millones de personas estarán expuestas a enfermedades como la fiebre del dengue a finales del siglo XXI, a medida que aumenta la temperatura global”.

Con el calentamiento global como fenómeno que pocos consideran importante, los científicos señalan que casi toda la población mundial podría estar expuesta en algún momento en los próximos 50 años. Subrayan que en la medida que aumente la temperatura mundial, “se pronostican transmisiones de enfermedades durante todo el año en los trópicos y riesgos estacionales en casi todas partes, además de que las infecciones sean de mayor intensidad”. Los expertos indican que «estas enfermedades, que consideramos estrictamente tropicales, ya han aparecido en áreas con climas adecuados, como Florida (EE. UU.), porque los humanos son muy buenos para mover ambos insectos y sus patógenos por todo el mundo». De hecho, los cambios en las temperatura y elevaciones altas de los trópicos que solían ser fríos para los virus, se podrían enfrentar a enfermedades propias de los trópicos.

Lo expuesto debe llevar a considerar acciones urgentes e integrales, dentro de un marco mundial, más allá de las campañas que buscan mitigar los efectos de una pandemia-por citar el COVID-19– cuya aparición ha permitido encender las alarmas sobre la posibilidad de mayores catástrofes mundiales, así como medir la capacidad de reacción y contención que solo se reflejan en pocos países que cuentan con esta capacidad. Pasar de la inanición que se refleja en la ausencia de políticas acordes a esta realidad a políticas integrales que consideren las causas de estas pandemias, como el cambio climático entre otros factores, debe ser uno de los principales retos a nivel mundial, pero en especial en América Latina y el Caribe, cuyos sistemas de salud aun están distantes de lograr la capacidad de prevenir la aparición de pandemias y por ende de proveer la seguridad para sus ciudadanos.