Cada año sin Parques del Río es un año más en el que aplazamos el modelo de ciudad que necesita Medellín
El pasado 29 de agosto se cumplió un año desde que la Alcaldía abrió oficialmente las puertas del Sector A de Parques del Río a la ciudad, aunque ya muchos habitantes lo venían visitando, paseando a sus mascotas, y haciendo sus ejercicios matutinos.
Con el pasar de los meses se fue habitando más y más este nuevo espacio público de la ciudad, llenando los vacíos presentes en la cotidianidad de las personas, quienes encontraron una oferta diferente en Medellín a la de ir a un centro comercial. Un lugar con un atractivo muy poderoso, el río.
Ese Río que otra vez surge como el protagonista del valle, pidiendo a gritos una oportunidad de renacer, aceptando la reducida movilidad que su canal le permite, y arrastrando aún todas las heridas y memorias que trae consigo, cuando atraviesa cada barrio de la ciudad y recoge cada una de las quebradas que lo alimentan.
Con un sonido muy particular pues estuvo 50 años condenado a guardar silencio, mientras el ruido ensordecedor de los más de 200.000 vehículos que transitan diariamente por la autopista lo obligaban a callar.
Un año entonces de reconciliación, un año acostados en las primeras sillas asoleadoras de Medellín, un año viendo la migración de las mariposas que encontraron en Parques del Río un espacio para asentarse y llenar de colores el paisaje. Un año donde los árboles empezaron a crecer y las especies menores comenzaron a florecer pintando los atardeceres con sus extraordinarios e inspiradores colores.
Un año donde las cometas empezaron a adornar el cielo aprovechando esa brisa sabrosa que viene en algunas ocasiones desde el oriente, otras desde el occidente y se encamina de norte a sur en el valle. Esto y muchas otras cosas han significado el primer año del Sector A de Parques del Río, una apuesta concienzuda y atrevida que guarda muchas historias de todas las batallas libradas.
Porque para poder disfrutar del tan bien logrado urbanismo elaborado por el equipo de diseño, muchos otros logros fueron conseguidos. Uno de ellos y el más significativo para la arquitectura local, fue la correcta ejecución de uno de los mejores concursos públicos que ha desarrollado la Sociedad Colombiana de Arquitectos.
Otro de los grandes logros fue durante su construcción con el cierre de la vía, tan criticado por los llamados expertos y los candidatos del momento, pues fue el resultado de un proceso de trabajo y coordinación sin precedentes en el país: cero accidentes mortales en la zona de obra y cero accidentes mortales en los desvíos propuestos de los puentes militares. Este cierre permitió que la construcción de la infraestructura del soterrado se pudiera realizar sin tener conflictos con los vehículos, en un tiempo récord de 7 meses y medio, desde el 12 de mayo del año 2015 hasta el 30 de diciembre del mismo año, cuando se puso en marcha la operación controlada del soterrado.
Los puentes militares, satanizados incluso por los profesores de movilidad de la Universidad Nacional, permitieron el paso de más de 12 millones de vehículos hasta el principio del año 2016 y más de 17.000 usuarios de la ciclovía dominical, y que además con la separación de las motos que garantizó la disminución de la velocidad y el entrecruzamiento, se constituyeron en factores claves que resultaron efectivos para la disminución de accidentabilidad.
Sin embargo, también ha pasado un año de incertidumbre, pues considerando que el alcalde Federico Gutiérrez fue muy claro en el marco del discurso de apertura del parque, haciendo referencia a que no estaba de acuerdo con el proyecto, sí se comprometió vehementemente a ejecutar la construcción del Sector B de la primera etapa, la cual aún no ha tomado la dinámica esperada. Y por otro lado la empresa creada para la ejecución y posterior operación del proyecto, conformada por socios de lujo como EPM, ISA, el Metro y la misma Alcaldía, se encuentra en un limbo porque según rumores se ordenó iniciar su proceso de liquidación.
Esperamos prontamente celebrar la apertura del sector B, porque cada año sin Parques del Río es un año más en el que aplazamos el modelo de ciudad que necesita Medellín.