Frente a otros sistemas de producción bovina, esta modalidad genera una mayor huella de carbono y resulta menos productiva por hectárea utilizada, lo que la hace menos sostenible desde el punto de vista social, ambiental y económico.
Así lo asegura Raúl Andrés Molina Benavides, doctor en Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.) Sede Palmira, quien evaluó indicadores de sostenibilidad en cuatro sistemas de producción ganadera: silvopastoreo, confinamiento, semiintensivo y extensivo.
Según el modelo de simulación, con un horizonte de tiempo de 20 años de actividad productiva (entre 2015 y 2034), en la finca que se implementó confinamiento –en el que se ofrece alimento a los animales en corrales– se lograría un rendimiento aproximado de 1,2 kilos de leche por cada kilo de materia seca ingerida por los bovinos (eficiencia de conversión alimenticia).
En contraste, con ganadería semiintensiva –que combina pastos fertilizados y el uso de concentrados para la nutrición animal–, se obtendrían cerca de 1,1 kilos de leche; con silvopastoreo, que implementa árboles y pastos, 0,7 kilos; y con ganadería extensiva, que dispone de pocos animales por hectárea, 0,4 kilos.
En cuanto a emisiones de gases de efecto invernadero, por cada kilo de leche producida el sistema de ganadería extensiva presentó valores de entre 0,85 y 1,05 kg de CO2 equivalente, medida que agrupa las emisiones de metano, óxido nitroso y dióxido de carbono. Con silvopastoreo, los niveles estarían entre 1,04 y 1,11 kilos (aunque no se consideró la cantidad de gases capturada por los árboles), con confinamiento entre 0,74 y 0,76 kilos y con ganadería semiintensiva entre 0,71 y 0,8 kilos.
“Entre más intensivo sea un sistema, es decir, que logre producir más por superficie ocupada, menor es la huella hídrica y su huella de carbono”, explica el investigador, quien determinó que los sistemas más sostenibles resultaron ser la ganadería en confinamiento y la semiintensiva.
Para el componente social, entre otros indicadores, se tomó como referencia la cantidad de proteína animal que se lograba producir, teniendo en cuenta su importancia para la seguridad alimentaria de una población creciente. El sistema que generó menos proteína animal fue el de ganadería extensiva, que osciló entre los 14.800 y 17.400 kilogramos por mes.
Finalmente, los ingresos netos por hectárea también resultaron considerablemente inferiores para el sistema de ganadería extensiva, con valores que oscilarían entre 60.000 y 80.000 pesos mensuales, frente a los que arrojarían otros sistemas, entre 200.000 y 350.000 pesos por mes.
Simulación a largo plazo
Según cuenta el investigador, el modelo de simulación fue elaborado a partir del conocimiento de los sistemas ganaderos y la selección de las variables más asociadas con el problema de estudio. A partir de la definición de las interrelaciones de las variables, sus polaridades y bucles de realimentación, se construyó el modelo utilizando el software Vensin.
Se tuvieron en cuenta, entre otras variables, parámetros zootécnicos como edades al primer parto, intervalo entre un nacimiento y otro, producción de leche por vaca, duración de la lactancia, precios de los insumos y tasas de ventas y mortalidades.
El modelo se fue alimentando con la información recopilada sobre los cuatro sistemas de producción en cuatro fincas de la zona plana del Valle del Cauca, en las que se llevaron a cabo mediciones, se observaron los registros históricos de producción y se encuestó a los dueños y trabajadores. Los resultados de la simulación se compararon con la realidad, y según las similitudes y diferencias se hicieron los ajustes necesarios para reducir márgenes de error en el pronóstico.
Según informó el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) en el Censo Nacional Agropecuario, en Colombia se utilizan 43,1 millones de hectáreas para actividades agropecuarias, de las cuales 34,4 millones se destinan a ganadería en pastos. En el informe se reporta que en el país hay 21,5 millones de cabezas de ganado bovino.
Agencia de Noticias UN