Las estrategias de GDRCC tienen que combinar la planificación y la gestión del territorio desde el análisis de la adaptación a las nuevas circunstancias que se presentan, interactuando con los sectores ambientales
Por Martín Sánchez
Los recientes acontecimientos ocurridos en distintas ciudades de Argentina, Perú y otros sitios de América Latina ponen en evidencia dos cosas: primero, el fenómeno del cambio climático ya está presente entre nosotros y nos afecta notablemente y, por otro lado, los gobiernos nacionales y subnacionales aún no han encarado verdaderas políticas y estrategias de Gestión de Riesgos ante el Cambio Climático (GDRCC) para afrontar estos fenómenos extremos.
El cambio climático es una realidad y está afectando a toda la región de nuestro subcontinente con fenómenos hidrometeorológicos extremos, como sequías o lluvias intensas e inundaciones, ascenso del nivel del mar y otras situaciones derivadas de ellas. En los próximos años, estos acontecimientos irán en aumento, por lo que deberemos tomar medidas preventivas y correctivas al respecto. Estas medidas se agrupan en las denominadas políticas y estrategias de mitigación y adaptación al cambio climático o, como mencionamos, Gestión de Riesgos ante el Cambio Climático (GDRCC). Los gobiernos locales, como también los gobiernos nacionales de América Latina, no pueden demorarse más en, desde sus carteras ambientales o territoriales, encararlas y darles prioridad en la actual agenda política.
Los gobiernos locales pueden emprender acciones de mitigación que permitan una reducción de las emisiones de los gases de efecto invernadero (GEI) o aumenten su capacidad de absorción. El uso eficiente de la energía, medidas que apunten a efectuar construcciones sostenibles, minimización y reciclaje de residuos, y, en materia de transporte, reemplazo de combustibles derivados del petróleo por otros como el gas natural o la energía eléctrica, son algunas de las acciones posibles de emprender en este campo atenuando los efectos del cambio climático.
Las estrategias de GDRCC tienen que combinar la planificación y la gestión del territorio desde el análisis de la adaptación a las nuevas circunstancias que se presentan, interactuando con los sectores ambientales, pero también con las carteras de desarrollo urbano y desarrollo productivo territorial. La resiliencia urbana, entendida como la capacidad de adaptación a los impactos y los shocks ambientales, económicos y sociales, es otra pata fundamental de estas políticas y estrategias. El big data y las tecnologías de la información y comunicación (TICs) aplicadas al territorio, tan utilizadas por el marketing político, pueden ser, junto a los sistemas de información territorial, herramientas muy útiles a la hora de trabajar en estrategias de GDRCC.
Por último, como sostiene Eduardo Cavallo desde el Banco Interamericano de Desarrollo (“¿Qué tiene que ver el ahorro con la capacidad de recuperarse tras un desastre natural?”), es primordial que los países creen, a partir del ahorro, fondos especiales destinados a los desastres naturales producidos por el cambio climático, como parte de las políticas de GDRCC. Esto posibilita que, ante situaciones extremas de asistencia social, servicios de gestión de riesgos de desastres y reconstrucción de infraestructura, se puedan afrontar los costos asociados sin poner en riesgo la macroeconomía del país, por un incremento excesivo del gasto público, o la sostenibilidad económica a largo plazo, por un aumento de colocación de deuda nacional o local.
Entonces, el tiempo apremia y ya es hora de actuar. La Gestión de Riesgos ante el Cambio Climático (GDRCC), debe ser afrontada seriamente por los gobiernos nacionales y subnacionales, tanto desde la implementación de políticas y el diseño de estrategias de adaptación y mitigación como desde la concreción de fondos económicos que garanticen su desarrollo, fundamentalmente en situaciones extremas como las que recientemente se han presentado en nuestra región.