El músico colombiano Juancho Valencia presentó su nueva canción “Humo”, inspirada en la mala calidad del aire en su ciudad natal, Medellín. Una forma, desde el arte y la música, de asumir una postura crítica ante un problema ambiental que causa ya la muerte de decenas de personas.
“La gente tiene el poder”, repite la cantante y activista estadounidense Patti Smith en una de sus más famosas canciones. Y se podría agregar que los músicos como Smith tienen también otro tipo de poder: el de subvertir el orden establecido, despertar conciencias, producir cambios en la sociedad a través de sus letras y melodías. La relación de la música con los procesos sociales que viven los pueblos es evidente. Bob Dylan, Joan Baez y en el contexto latinoamericano nombres como Rubén Blades o Calle 13, han sido referentes obligados en este propósito.
Igualmente, la retroalimentación que la música ha recibido de hechos o fenómenos políticos, sociales y culturales a lo largo de la historia ha sido inevitable. Y ese puede ser el caso específico de “Humo”, la más reciente canción del maestro colombiano Juancho Valencia y su grupo Puerto Candelaria.
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“Humo” es la demostración de cómo una preocupación ciudadana, hecha evidente por los ambientalistas de la ciudad de Medellín, sobre la mala calidad del aire, puede traducirse en una pieza artística para ampliar la conversación y la reflexión sobre un problema de salud pública.
La idea de esta canción surgió en el conversatorio Sense III en Medellín hace un par de años, en donde Valencia compartió reflexiones con Carlos Cadena Gaitán (académico colombiano y experto en movilidad sostenible) y Adelaida Mejía (bailarina y quien aparece en el video musical), sobre el problema de la contaminación en la ciudad. Pero para sus creadores, esta no es una canción ni un videoclip: ““Humo” es un grito desesperado ante la crisis ambiental que vivimos”, declaran.
Medellín es actualmente la novena ciudad de América Latina con mayor contaminación, de acuerdo con datos recogidos por la Organización Mundial de la Salud OMS en su reporte reciente de 2018. Lleva tres años seguidos presentando episodios críticos por contaminación y es una ciudad que, a pesar de haber aprobado en 2014 un Plan de Ordenamiento Territorial que invirtió la pirámide de movilidad entronizando al peatón, la bicicleta y el transporte sostenible, sigue teniendo por parte de sus instituciones y buena parte de los ciudadanos una visión carrocéntrica.
“Santiago, Ciudad de México y Medellín avanzan en movilidad sostenible, pero al tiempo que habilitan zonas peatonales e infraestructura bici y mejoran transporte público, construyen autopistas, segundos pisos y grandes puentes para carros”, señala Darío Hidalgo, investigador e integrante del WRI (World Resources Institute). “Estas ciudades son bipolares, en palabras de Carlos Cadena Gaitán; le ponen una vela a Dios y otra al diablo”, añade Hidalgo.
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Es ante esta realidad que el problema de la calidad del aire en Medellín no deja ver entre el esmog una solución definitiva en el corto y mediano plazo. Y aunque el pasado 2 de febrero se firmó el Pacto por el Aire, una estrategia de la Alcaldía de Medellín, el Ministerio de Medio Ambiente, la Procuraduría General de la Nación y por lo menos otras 66 instituciones, este compromiso parece ser “puro humo”, ya que los colectivos ciudadanos evaluaron los 424 compromisos del pacto y en su criterio, 68.8 % tienen muy bajo impacto y 71.2 % no son verificables.
Un músico de quilates oxigena la causa
Juancho Valencia lleva casi 18 años en la escena musical. Es compositor, arreglista, productor, director y es reconocido como el mayor exponente de la denominada nueva música colombiana: una mezcla de jazz, neotropicalismos, sonidos sinfónicos orquestales y también experimentales.
Ha sido productor de artistas como Calle 13, Choquibtown, Miranda, Andrés Cepeda o Crew Peligrosos. En 2016 triunfó con su grupo Puerto Candelaria en el World Music Expo (Womex) de Santiago de Compostela (España); y obtuvo el Grammy Latino como arreglista a mejor álbum de música clásica por “El hilo invisible”, trabajo de la cantante mexicana Jaramar Soto y el Cuarteto Latinoamericano. También ha tenido otras 2 nominaciones a este galardón con Miranda y Maité Hontelé y logró una nominación al Grammy Anglo con la producción del álbum Behind the Machine, de Choquibtown.
Valencia es, sin duda, un artista de quilates, que se convierte en un aliado valioso para los colectivos ciudadanos por el aire, en la tarea de multiplicar la reflexión y la discusión de este asunto en la ciudad colombiana. “Es un complemento lo que aporta esta canción a la problemática. Una vinculación de la música, lo artístico, el performance con una problemática que es real”, expresa Daniel Suárez Montoya, integrante del colectivo Aire Medellín.
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Para Carlos Cadena Gaitán la canción y el video son muy atractivos, pero más allá de lo estético es “vital utilizar herramientas artísticas y simbólicas para llevar el mensaje, que es urgente, que efectivamente nos estamos ahogando y que tenemos que transformar esta realidad”. Y ese revuelo mediático y discusión se abre con la canción de Valencia.
La puesta en escena del video refleja del mismo modo una crítica clara al modelo de consumo, que justamente incide en la contaminación ambiental. “¿Si el erotismo se utiliza inescrupulosamente para vendernos productos, porque no usarlo para generar una reflexión ambiental?” es lo que se preguntaron los responsables del producto artístico, donde también figuran la Orquesta Filarmónica de Medellín, el Teatro Matacandelas, la bailarina Adelaida Mejía y el actor Fabio Rubiano.
La canción propone, a su vez otra paradoja y es cómo “el humo nos gusta, es un vicio del que no podemos ni queremos salir, el placer es tanto que lo consumimos de manera desmedida y con frenetismo”, advierte su compositor.
Los promotores de la canción y los colectivos ciudadanos esperan que sirva para despertar la conciencia sobre lo urgente que es cambiar la forma cómo se mueven en Medellín, dejar la postura carrocéntrica y construir una ciudad a escala humana. La música siempre es útil para provocar revoluciones silenciosas y como la misma canción “People have the power” de Patti Smith dice en uno de sus estribillos, ojalá Medellín pueda recuperar ese sueño roto “en forma de valles radiantes donde el aire puro se reconocía”.