Cualquier persona tiene dentro de su portafolio de habilidades y recursos personales y de trabajo, una serie de herramientas que desarrolladas en diferentes niveles, le permiten realizar su trabajo, mejorarlo o transformarlo.
La innovación es una de esas herramientas “compuestas”, la capacidad o mecanismo de transformar la manera en que se realiza algo, o el producto resultado de ello.
Sin embargo, nuestro gradiente de innovación muy relacionada con la creatividad, imaginación, pensamiento crítico, tolerancia al error y éxito, es a su vez también diferente de acuerdo a la situación, tarea, proceso o resultado buscado, también de acuerdo a la experiencia, formación e incluso emoción relacionada con lo que estamos tratando de innovar o no.
Podemos ser más sensibles a buscar formas y procesos diferentes con algo que nos motiva o desafía demasiado, con algo que nos muestra otra posibilidad personal y laboral. Podemos también ser más resistentes ante aquello, que nos inquieta, incomoda o nos tiene un poco cansadas o cansados. Y esto, no nos hace menos o más innovadores. Nos hace más sensibles a relacionar nuestra acción con nuestra emoción.
Por otro lado, la innovación también puede sensibilizarse de acuerdo a nuestra experiencia, formación o visión de lo que se ha realizado antes y de lo que podría realizarse a futuro.
Si lo que se está innovando representa crecimiento, y un crecimiento real y sostenible, es probable que nuestra intención y motivación sea alta, pero cuando no encontramos sentido o valor en transformar, nuestra intención y motivación, no sólo bajan, sino que también se apagan.
La visión de la manera en que nuestro trabajo diario, es útil y genera valor, pero también representa la oportunidad de crecimiento constante, se vuelve posible a partir de los liderazgos alrededor de la tarea o realización.
Cuando tenemos un liderazgo que nos retroalimenta respecto a la utilidad e impacto de nuestro trabajo cotidiano, que nos guía y dirige respecto a nuestras fortalezas y áreas de oportunidad, y que es cercano a la realización diaria, es probable que sea más sensible a identificar el desarrollo normal y excepcional del equipo.
Un liderazgo cercano y directo, aumenta nuestra claridad y confianza sobre lo que podemos hacer, pero además lo que podemos proponer, sabiendo de antemano que podemos compartir, proponer y acercar ideas que nos ayuden a mejorar, ideas o propuestas que verdaderamente serán consideradas, y que también serán retroalimentadas en un marco de respeto, aprendizaje y crecimiento.
Pero por otro lado, cuando no tenemos un liderazgo cercano, es probable que nuestra intención de proponer y mejorar sea cada vez menor, e incluso realmente se apague.
¿Qué hacer como líderes?
Los liderazgos naturales o de estructura son los encargados de dirigir, convocar, identificar o buscar estrategias y mecanismos que nos ayuden a lograr los resultados siempre de forma sostenible, mejorando constantemente y ocupando los diferentes talentos con que cuenta la organización. Pero debe haber una carga emocional cercana a la gente, para verdaderamente aprovechar todos los recursos con que cuenta en su equipo de trabajo o de colaboradoras y colaboradores.
Necesitamos revalorizar la importancia de la cercanía emocional, lógico creativa y de utilidad, que necesitan tanto los equipos para ecualizar el sentir de realización y productividad. A veces las y los jefes también se encuentran atados de manos, respecto a lo que podría hacer, y en cierto sentido también se encuentran con su capacidad de innovar apagada.
Sin embargo lo que muchas veces si pueden hacer, es crear una comunicación directa y transversal con sus equipos de trabajo, para que por sobre todo, sea claro que su intención es ayudar al equipo a crecer, y que habrá ocasiones donde se pueda innovar y en otras donde se deberá esperar, está acción por sí misma acerca verdaderamente a los liderazgos y equipos.
La cultura de la innovación no es un adicional que pueda ser considerado como opcional, y tampoco se puede mirar como una estrategia costosa. Las empresas y personas que generan condiciones de cercanía para innovar, generan más experiencias de aprendizaje y crecimiento, que las que no lo hacen. El costo de no innovar es tan alto, que pueda terminar apagando a la organización en su totalidad.
¿Cómo se vive la innovación en tu organización?, déjame tus comentarios y que tengas excelente jornada.
Fernando Hernández Avilés / Presidente de ResilienciaOrganizacional.org / Líder en experiencias, recursos y mecanismos para fortalecer a las personas, culturas y negocios.
Twitter: @generacambios / (+521) 559191-9292 / www.resilienciaorganizacional.org