La apuesta de Colombia por ciudades inteligentes y creativas

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Miguel Ángel Morffe Peraza
12 octubre, 2021 - Ciencia y Tecnología

Si bien el 2020 supuso un serio traspiés para el mundo, ya sea por la cantidad de muertes que ocasionó la COVID-19, sus repercusiones sociales y la caída brusca de una economía que venía trastocada desde décadas atrás, también esta tragedia mostró la fragilidad de muchos sistemas políticos para afrontar este tipo de catástrofes. Sin embargo, 2021 comenzó con nuevas ilusiones y planes generales para recuperar lo perdido y aprender de la funesta experiencia.

Entre estas acciones está la vacunación masiva de millones de ciudadanos, la recuperación de la economía y el cierre imperativo de las brechas sociales. Mas allá de las acciones puntuales observables en cada región y país, lo mas admirable ha sido el anhelo humano de continuar con los proyectos y planes, tanto a nivel personal como institucional. En este aspecto, América Latina y el Caribe ha comenzado a mostrar signos de recuperación, muy a pesar de la inestabilidad política propia de la región.

Igualmente, bajo la premisa expuesta por el Banco Mundial (2020) acerca del incremento acelerado de la población en las ciudades, ya el Departamento Nacional de Planeación (DNP) en Colombia, ha estimado para el año 2050, un 86% de la población residiendo en ciudades, 69 de ellas con más de 100.000 habitantes, razón por la cual se deben priorizar acciones urgentes para mitigar los efectos de la urbanización y aprovechar las oportunidades que ofrece esta aglomeración de personas a la economía y desarrollo del país.

En consecuencia, desde hace décadas, Colombia inició la construcción de un proyecto que para muchos generó incertidumbres en medio de un conflicto armado y una economía que intentaba corregir los errores del pasado, pero quizás para otros, la idea de concebir a las urbes colombianas como “Ciudades Inteligentes” suscitó nuevas oportunidades para afrontar los retos de un siglo XXI con mayores expectativas y certidumbre.

Por esta razón, ciudades como Medellín y Bogotá comenzaron a experimentar cambios importantes en su concepción como ciudad. Además de ser ejes industriales e impulsores del desarrollo en Colombia, ambas metrópolis aglomeran a millones de ciudadanos y, por ende, han incrementado exponencialmente la urbanización de sus espacios y las exigencias por una mejor calidad de vida. Este escenario ha supuesto nuevos retos tanto para los gobernantes locales, regionales y nacionales que, durante años, han ensayado la puesta en práctica de políticas públicas, tal vez sin una noción clara del esquema que propicia una ciudad inteligente, pero si con el afán de construir una mejor ciudad. Aun cuando estas iniciativas locales han sido exitosas, la concepción de una ciudad inteligente en Colombia no puede resumirse tan solo a estas dos urbes, razón por la cual se requiere impulsar en el resto de las grandes y medianas ciudades colombianas, claras estrategias que permitan concebir y desarrollar nuevas e innovadoras ciudades inteligentes.

Bajo este contexto, el Departamento Nacional de Planeación (DNP) y el Ministerio de Tecnologías de la Información y Comunicaciones (MinTIC), ha venido trabajando en la elaboración de lineamientos bajo estándares internacionales y considerando las experiencias locales, con el fin de promover bajo un enfoque integral e intersectorial, mas ciudades inteligentes que coadyuven al desarrollo sostenible de Colombia. Al respecto, el propósito de este esfuerzo expuesto en su documento es: “dictar lineamientos de política para el desarrollo de ciudades inteligentes en Colombia, más allá del aprovechamiento tecnológico y con un enfoque integral e intersectorial, que atienda temas como el desarrollo sostenible, la infraestructura, el medio ambiente, la economía digital, la transformación digital, la tele salud, la telemedicina, la tele educación, la movilidad inteligente, la seguridad ciudadana, la economía circular, las energías renovables, el turismo sostenible, entre otros”

De igual manera, se busca con estos lineamientos, facilitar un referente de apoyo para los municipios del país, con patrones firmes basados en buenas prácticas y estándares para el diseño de iniciativas que conciban la idea de una ciudad inteligente acoplada a sus realidades geográficas y sociales, pero, sobre todo, enfocadas en cubrir sus necesidades bajo creativos e innovadores modelos urbanos.

En efecto, se trata de una visión de país bajo un enfoque local que debe solventar muchos escollos económicos, pero, ante todo, obstáculos propios del desconocimiento y el saber ciudadano e institucional, razón por la cual la idea de concebir una ciudad inteligente, debe pasar por la construcción desde las bases, de las ideas, planes, programas y proyectos debidamente apropiados socialmente para luego ser puestos en práctica bajo condiciones atadas a una continuidad administrativa que desdibuja muchas de las iniciativas de políticas públicas en el país.

Todo este esfuerzo post pandemia y desaceleración económica trae consigo también nuevos retos que deben ser considerados por los gobernantes en Colombia al momento de gerenciar ciudades inteligentes. Una de ellas es el incremento en el uso de energía que conlleva la construcción o modificación de las infraestructuras, razón por la cual, las regiones deben considerar este crecimiento y los costos implícitos, más allá de las fragilidades propias del sistema eléctrico. Otra de ellas es la capacidad de las ciudades para apoyar monetariamente las iniciativas, a sabiendas de las trabas presupuestarias que conlleva modificar entornos y edificar sistemas interconectados digitalmente, hecho por el cual se debe recurrir al compromiso y la creatividad para salvar este escollo.

Por otra parte, también es menester considerar la agenda política local, la cual en muchas ocasiones no es similar a la agenda nacional, es decir, la divergencia de criterios trastoca una concepción de ciudad inteligente que requiere planes a largo plazo integrando a todos los actores sociales, económicos y políticos. La búsqueda de resultados inmediatos para obtener ventajas políticas, no forma parte de la visión global de una ciudad inteligente.

Por último, el talento para la construcción de mas ciudades inteligentes en Colombia, debe propiciar más y mejores procesos de enseñanza-aprendizaje bajo estándares de calidad que permitan formar el talento profesional y social necesario para edificar soluciones creativas. Entender que las instituciones educativas y organizaciones sociales son parte inherentes a la construcción de estas nuevas ciudades inteligentes, debe ser uno de los escollos a vencer tras esta nueva oportunidad y aprendizaje que nos deja la pandemia. Las herramientas, voluntades y experiencias deben ser aprovechadas lo mas pronto posible para comenzar a instituir en el resto de ciudades colombianas, las ideas e imágenes de una ciudad inteligente. Es menester recordar que, este compromiso requiere primeramente de la apropiación social e institucional bajo la cual se cimentarán progresivamente las base de una ciudad inteligente.