La debilidad de los partidos políticos, un desafío para la gobernanza de los países y las ciudades

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LA Network
8 julio, 2017 - Gobernanza

Un análisis hecho por investigadores y docentes de la Universidad Eafit en Colombia, llama la atención sobre la necesidad de una mayor responsabilidad por parte de partidos y electores a la hora de configurar el panorama político de los países y las ciudades.

Por: Juan Carlos Luján (Agencia de Noticias EAFIT)

La llegada a la presidencia de personajes como Emmanuel Macron, un hombre sin filiaciones políticas de izquierda o derecha a la presidencia de Francia; de Donald Trump, un empresario y personaje del entretenimiento en televisión al más alto cargo de los Estados Unidos; o de un empresario y presentador de televisión como Joao Doria a la Alcaldía de Sao Paulo (Brasil), pone en la agenda de la opinión pública la inquietud sobre un posible declive y deceso de los partidos políticos.

Para Adriana Ramírez Baracaldo, profesora del Departamento de Gobierno y Ciencias Políticas de EAFIT, es evidente que dicha preocupación «aparece cuando se hacen visibles candidatos con trayectorias cortas o sin experiencia dentro de algún partido. Para muchos, estas agrupaciones políticas ya son obsoletas y no ejercen sus labores al llegar al gobierno, momento en el que diluyen sus posturas ideológicas».

La analista, sin embargo, es escéptica ante que sea posible hablar de un cambio en las dinámicas partidistas y pensar en enterrar estas fuerzas políticas, debido a que el advenimiento de figuras sin experiencia y la tendencia cada vez más marcada en el mundo de hacer coaliciones entre partidos sin compatibilidad ideológica son fenómenos de vieja data.

Muchos partidos políticos buscan ser coaliciones potenciales con otros colectivos tratando de, según explica María Alejandra Gonzalez-Perez, coordinadora del Grupo de Estudios Internacionales de la Universidad, «ser diferentes y rejuvenecerse para evitar perder más popularidad, por lo que elaboran estrategias innovadoras de participación en temas de agenda sociopolítica, económica, cultural, de derechos, entre otros, tratando de representar a muchos de los que están descontentos».

Y es que cuando una sociedad no ve avances luego de varias presidencias o gobiernos regionales o locales de diversos partidos, empieza a darse cuenta de que los colores en política pierden significado, y conceptos como liberal, conservador, izquierdista, moderado, derechista se desdibujan para el electorado.

Así lo considera Juan David Escobar Valencia, director del Centro de Pensamiento Estratégico de la Institución, para quien los partidos «nunca han estado del todo bien pero sí han tenido mejor salud en otra época. El asunto es que la gente mide las cosas por los resultados y cuando estos no se notan, porque los políticos no ofrecen soluciones, las personas empiezan a pensar que el remedio no está en un color sino en un sujeto. La gente empieza a creer más en personas que en partidos».

Juan David Escobar Valencia, director del Centro de Pensamiento Estratégico – Universidad Eafit

Personalización política

La consecuencia más evidente de la pérdida de visibilidad de los partidos es el hecho de que los votantes ya otorgan la categoría de posturas ideológicas a, por ejemplo, el kirchnerismo o al chavismo, por encima de los partidos representados por los dueños de estos apellidos —Néstor Kirchner y Hugo Chávez, respectivamente—, un fenómeno que, de acuerdo con Juan David Escobar, se conoce como personalización de los partidos, y cuya eficacia se explica por la facilidad de vender la imagen de una persona con gustos, sueños y rostro, por encima de las ideas.

Por su parte, María Alejandra advierte que no debe olvidarse el elemento populista detrás de estas estrategias: «Son corrientes y movimientos caudillistas en los que estas personas asumen una posición radical en ciertos aspectos. Logran movilizar grupos generacionales y manejar de manera efectiva los medios de comunicación. Se hacen fuertes mediante una ideología que, a la manera de un hilo conductor, permite a la gente tener claridad respecto a qué esperar de esas figuras políticas».

No obstante, y a pesar de la evidente personalización de las colectividades ideológicas, Adriana Ramírez Baracaldo advierte que los partidos no dejan de existir, pues son figuras fundamentales para que puedan darse los procesos democráticos, y señala como un elemento interesante la transformación normativa que estas colectividades han tenido en Colombia por cuenta de las candidaturas por firmas.

En ese sentido señala que «muchos candidatos a diferentes cargos públicos que se postularon por firmas hoy han consolidado un partido o están considerando hacerlo. Los partidos son importantes en la medida en la que se necesita de una organización, no solo durante la campaña electoral, pues esto lo han venido sustituyendo los profesionales en mercadeo y comunicación política, sino para contar con unas élites políticas, con personas expertas en asuntos públicos y de gobierno, con el fin de que ocupen las diferentes secretarías, ministerios y demás cargos».

A medias tintas

Muchos candidatos, como ocurrió con Emmanuel Macron, son conscientes de la impopularidad de los partidos y se declaran en contra de estas colectividades, afirmando no ser ni de izquierda ni de derecha, con el fin de asegurar un caudal de votantes.

Así lo explica Juan David Escobar, para quien «cuando las circunstancias electorales están difíciles y no hay una hegemonía clara que permita determinar a un ganador, algunos aspirantes se declaran neutros para conseguir adeptos en ambos lados del espectro. Esta se convierte, a veces y según las circunstancias, en una fórmula rentable en términos electorales».

Es la misma estrategia adoptada a la hora de crear coaliciones entre partidos, un escenario en el que, en palabras de la coordinadora del Grupo de Estudios Internacionales de EAFIT, aparecen situaciones como partidos conservadores que votan por posiciones normalmente libertarias o partidos liberales liderando agendas con asuntos moralistas, normalmente propios al espectro de la derecha.

Finalmente, Adriana Ramírez hace un llamado a los electores sobre la forma en que se practica la democracia procedimental y la necesidad de tener cuidado al decidir «a quién estamos eligiendo, en función de qué van a representar cuando a veces dicen no tener ideología. Pensar en cuál es la información que tenemos de estas personas aparte de que sean atractivos, exitosos o se tomen fotos con ancianos y niños, sin presentar un programa coherente. Los partidos también deben ser responsables al momento de presentar candidatos, para que en el ejercicio gubernamental no caigan en perversiones políticas ajenas a sus intereses».

Grupos económicos

Respecto a la posibilidad de que los emporios económicos reemplacen a los partidos, Adriana Ramírez Baracaldo, profesora del Departamento de Gobierno y Ciencias Políticas de EAFIT, indica que desde hace mucho tiempo se dan fenómenos relativos a grupos económicos que apoyan campañas y se convierten en el poder detrás del poder: «se trata de un fenómeno común: las élites económicas siempre han tratado de estar cerca del poder.  Esto es cada vez más evidente por cuenta de cómo se financian las campañas. Si estas se hicieran a través de un procedimiento más transparente, que obligue a los partidos a reportar con la mayor fidelidad de quién reciben dinero y en qué lo invierten, todo sería menos borroso».