El coronavirus ha completado seis meses de impacto en Latinoamérica. Sin duda, ha dejado graves secuelas en la economía de la región y en las vidas de las personas. Muchas de ellas han experimentado sentimientos y presiones negativas en sus hogares. Pero también hay casos en los que el confinamiento ha sido la oportunidad para cambiar hábitos y mejorar el estilo de vida. Estas son algunas de esas historias de transformaciones positivas, en clave de resiliencia.
Mucho se ha reflexionado sobre los ‘tiempos de la pandemia’, sus efectos en la salud y la economía, pero también en lo profundo de la esencia de la vida humana y de la cotidianidad urbana.
Las medidas de confinamiento han revelado la cara más dura de nuestras realidades, conflictos y debilidades. Sin embargo, también reveló en cada ciudad y poblado del mundo, una enorme capacidad de solidaridad, de heroísmo, de acción y superación.
Y en medio de esa complejidad, están las cosas simples que nos hacen sonreír y en algunos casos hábitos transformadores.
LA Network invitó a algunos de los protagonistas frecuentes de sus páginas y de la sostenibilidad en Latinoamérica para tomarse un par de minutos y compartir lo bueno que les ha dejado la pandemia, el confinamiento, estos tiempos azarosos, que una vez más demuestran también que, ante las dificultades, es mejor mirar el lado amable de las cosas, en clave de resiliencia y esperanza.
Verónica González – Ciudad Juárez (México)
Chief Resilience Officer de Ciudad Juárez
Ingeniera ambiental, Ph.D en Estudios Urbanos, magister en Administración e Ingeniería Ambiental, asociada del programa Leadership for Environment and Development (LEAD).
Van mis nuevos hábitos para LA Network. Comencé a disciplinarme en mis horarios de comida y a alimentarme sanamente. Concluí varios libros que tenía pendientes y comenzados. Asistí a muchos webinar y me encantó la experiencia, porque pude tener acceso a expertos en temas muy interesantes. Aprendí a ser tolerante y a tener paz en medio de la tempestad y a agradecer a Dios por todas las bendiciones que a diario me entregó y me entrega.
Juan Carlos Muñoz – Santiago (Chile)
Director del Centro de Estudios Urbanos (CEDEUS). Universidad Católica de Chile.
Ingeniero Civil de Industrias con diploma en Ingeniería de Transporte. Ph.D en Civil and Environmental Engineering. Magister en Ciencia, Ingeniería Industrial e Investigación Operacional.
He vivido el confinamiento en mi casa con mi esposa e hijos. Ellos tienen entre 12 y 20 años lo que ha permitido tener momentos de buenas conversaciones y compartir las labores domésticas.
En mi caso, lo bueno que me ha dejado la cuarentena es que me ha permitido fortalecer hábitos que tenía pero que ahora son más importantes en mi vida. Todos ellos asociados a mi alimentación:
1.- Desde hace un año somos vegetarianos. En la pandemia hemos fortalecido esta costumbre buscando nuevas recetas.
2.- Adquiero todas mis frutas y verduras en la feria local que se instala en mi barrio los sábados. ¡Es mi única salida de la semana! He adquirido un vínculo de amistad con los feriantes que valoro mucho.
3.- Estoy compostando los desechos de frutas y verduras que mi familia genera mediante un cultivo de lombrices.
4.- Horneo pan que hago con masa madre casi todos los días.
Manuel Velarde Dellepiane – Lima (Perú)
Exalcalde distrito San Isidro – Lima
Abogado. Magister en Derecho Financiero del Kings College London y en Derecho Corporativo en la Universidad de Pensilvania.
La cuarentena en Lima fue para mí como un frenazo repentino a la velocidad en que se vive. Dentro de lo bueno que me ha dejado el confinamiento es que pude reaprender a mirar con mucho detenimiento, sobre todo la naturaleza, vegetación, insectos, aves, animales… así como escuchar sonidos novedosos en una ciudad sin ruido artificial.
Roberto Monteverde – Rosario (Argentina)
Director Instituto de Gestión de Ciudades
Arquitecto. Urbanista. Docente de maestría de Desarrollo Económico y Gestión Territorial en la U. Nacional de Rosario. Especialista en Urbanismo del Centro Iberoamericano de Desarrollo Estratégico Urbano y del Lincoln Institute of Land Policy en Boston.
Lo bueno que me dejó la cuarentena es que pude terminar de hacer tareas pendientes de mi casa, colgar accesorios de baño, partes de zócalos sin terminar, arreglar alguna lámpara que no funcionaba. Sin embargo, el logro mayor fue hacer la ¡huerta en casa!
Terminar de conocer lo que no sabía, relacionarme con ese micromundo y poner manos a la obra. Vi muchos videos colombianos entre ellos uno de ellos, un ‘paisa’ que insistía con la importancia de la “observación”, ¡método vulgar y científico absolutamente central para aprender!
¡El tiempo de cuarentena me permitió plantar, ver crecer y cosechar!
Tenía el espacio preparado en casa, con un detalle de diseño, absolutamente recomendable: huerta alta (1 metro.), porque como decimos por acá… “el suelo queda muy lejos.
Gonzalo Muñoz Abogabir – Santiago (Chile)
High Level Climate Action Champion COP25
Agrónomo, veterinario. Magister en Gestión Medioambiental. Ganador del Circulars Award 2019 y cofundador y presidente del directorio de Triciclos.
Lo bueno que me ha dejado la pandemia es que, en mi caso, aprendí a hornear unas baguettes muy buenas con masa madre (eso se ha tornado una especie de rito familiar con mis hijas).
Además, puse mi bici de ruta en un rodillo en la sala del departamento, con lo cual pude pedalear más de lo que pedaleaba antes de la pandemia.