Las ratas y el metro de Nueva York

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René Albisser
24 junio, 2024 - Movilidad

Todo es importante en un sistema de transporte masivo. El diseño de las estaciones, la tecnología usada en las máquinas, la correcta operación de trenes y tranvías, el mantenimiento de estos, la logística de ingreso y salida de los usuarios y por supuesto, y no menos importante, la higiene del sistema. Decidí escribir esta columna porque hace poco leí un artículo en el que se habla de un nuevo método de control de las ratas en Nueva York y en su metro.  Un concejal demócrata presentó un proyecto para esparcir píldoras que las esterilicen.

El metro de Nueva York es uno de los sistemas de transporte subterráneo más antiguos y extensos del mundo y desde la apertura de su primera línea bajo tierra en 1904, ha enfrentado durante décadas un problema constante: la presencia de ratas.

No cabe duda de que estos roedores no solo representan un desafío para la higiene y la seguridad de los trenes, sino que también afectan la percepción pública del sistema de transporte. En respuesta a este problema, la Autoridad de Transporte Metropolitano (MTA, por sus siglas en inglés) ha implementado diversos métodos para controlar y reducir la población de ratas en el metro. Aunque en verdad, han sido más los fracasos que los éxitos.

Los cronistas neoyorkinos relatan que en 1967 el gobernador Nelson Rockefeller anunció la creación del primer plan de mitigación de crías. Consistía en rociar carnes y cereales con estrógeno extraído de las pastillas anticonceptivas de los humanos para que los roedores lo consumieran. El método, sin embargo, no funcionó.

Las ratas son omnipresentes en el metro de esa ciudad, atraídas por la cantidad abundante de alimentos desechados y el refugio tibio y acogedor que proporcionan los túneles. Estos roedores no solo son una molestia para los pasajeros, sino que también plantean serios riesgos para la salud pública. Las ratas pueden transmitir enfermedades, contaminar alimentos y causar daños estructurales al roer cables y otras infraestructuras del sistema masivo.

Tradicionalmente, su control ha dependido de métodos como el uso de venenos y trampas. No obstante, estos métodos tienen limitaciones. Los venenos pueden ser peligrosos para otros animales y humanos, y las ratas pueden desarrollar resistencia a ellos con el tiempo. Las trampas, por otro lado, requieren un mantenimiento constante y solo atrapan a una pequeña fracción de esa población.

Existen hoy varias innovaciones prometedoras en el control de ratas. Una de ellas es el uso de tecnología de infrarrojos y sensores. Estos dispositivos se utilizan para monitorear la actividad de las ratas en tiempo real, proporcionando datos precisos sobre su ubicación y comportamiento. Los sensores de movimiento y las cámaras de infrarrojos instalados en áreas problemáticas permiten a la MTA identificar rápidamente los puntos críticos donde se concentran los roedores y tomar medidas inmediatas para controlarlas.

El control biológico es otro método que utiliza depredadores naturales para controlar la población. En algunas estaciones del metro de Nueva York, se han introducido aves rapaces, como halcones y búhos, para cazar y reducir la cantidad de ratas. Estos depredadores no solo ayudan a mantener la población de ratas bajo control, sino que también son una solución ecológica que no implica el uso de productos químicos.

Otros son los repelentes electrónicos, dispositivos que emiten sonidos de alta frecuencia que son molestos para los roedores, pero inaudibles para los humanos. Estos dispositivos se instalan en áreas donde los animales son problemáticos y los disuaden de establecerse allí. Aunque no las eliminan, los repelentes electrónicos pueden ser efectivos para mantenerlas alejadas de ciertas áreas críticas, como las salas de control y las áreas de mantenimiento.

La gestión avanzada de residuos es fundamental para reducir la atracción de estos animales al metro. La MTA ha implementado programas de reciclaje y disposición de basura más eficientes, y ha instalado contenedores de basura a prueba de ratas. Estos contenedores están diseñados para evitar que ellas accedan a los desechos y se alimenten de ellos. Además, se han adoptado medidas para aumentar la frecuencia de recolección de basura y mantener las estaciones más limpias.

La inteligencia artificial (IA) se está utilizando para analizar los patrones de comportamiento de las ratas y predecir dónde es más probable que aparezcan. Los algoritmos de IA pueden procesar grandes volúmenes de datos recogidos por sensores y cámaras para identificar tendencias y predecir infestaciones futuras. Esto permite a la MTA planificar y ejecutar operaciones de control de ratas de manera más eficiente y proactiva. La app de tránsito de Nueva York tiene una funcionalidad que permite a los usuarios denunciar si hay ratas en determinadas estaciones.

Sobre el método que me motivó a escribir esta columna: El 11 de abril pasado, el concejal Shaun Abreu presentó un proyecto para que en la ciudad de Nueva York se despliegue un operativo para esparcir unos pequeños cilindros salados que atraen a las ratas y provocan que, tanto los machos como las hembras, sean esterilizadas de inmediato, perdiendo así su capacidad de reproducción.

Según las estimaciones, las ratas tienen una capacidad reproductiva alta, lo que hace que el esfuerzo por erradicarlas o al menos disminuir la población se vuelva un trabajo complejo. Sin ir más lejos, se estima que una pareja de estos animales puede llegar a tener 15.000 descendientes en un año. Hoy se calculan 3 millones de ratas en Nueva York.

A la espera de si se aplica o no y los resultados de este nuevo método, vale decir que el problema no es solo del famoso metro estadounidense. El metro de Ciudad de México tiene ratas, el Subte en Buenos Aires también y así podría mencionar muchos más. Aquí lo importante es que se busquen todas las alternativas, incluso las que incorporan nuevas tecnologías, para evitar este problema en los sistemas de transporte urbano. Porque todo es importante, incluso las ratas.

Hasta pronto y gracias por su lectura.