El exfuncionario que lideró la construcción de más de 1.400 obras en Bogotá habló sobre el valor del espacio público y su lugar en la equidad e inclusión urbana.
“Los estudios indican que, por cada dólar invertido en parques, recreación o deporte, hay un retorno de tres dólares representado en ahorro de salud”, dice Orlando Molano, el arquitecto que durante cuatro años lideró en Bogotá, la construcción de cerca de 1.450 parques deportivos, recreativos y contemplativos en esta megaurbe latinoamericana con 8.000.000 de habitantes.
Y al parecer, al revisar las agrias polémicas -muchas con alto tinte político- con concejales, grupos ambientalistas y comunidades, no le fue nada sencillo adelantar esta misión como director del Instituto Distrital de Recreación y Deporte (IDRD).
“A veces uno tiene que imponerse”, dijo respecto a vencer esa resistencia y llevar a la realidad una visión que hoy sugiere que tenían razón en insistir en la gestión de más espacio público para esta ciudad.
De hecho, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística – DANE, tuvo para 2019 una de las menores incidencias nacionales de pobreza multidimensional con un 4.4 % en comparación con otras regiones que alcanzaron cifras superiores al 40 %.
Ciudades equitativas a través del espacio público
“Una sociedad igualitaria no significa que todos ganen el mismo salario, pero sí que tengan las mismas oportunidades. Para unos padres que ganan el salario mínimo, los parques en sus comunidades son fundamentales, la única opción de recreación y bienestar para sus hijos”, destacó Molano.
Habla con satisfacción de lo hecho en el periodo 2016-2019 en el que señaló se construyeron 1.447 parques con componentes recreativos y deportivos, tres piscinas olímpicas públicas, 153 canchas sintéticas de fútbol, siete Centros de Felicidad (tres en obra); entre otros.
“Cuando las personas llegan allí dicen ‘uy, esto es para ricos’”, destaca Lucía Bastidas, concejala que desempeña actualmente su segundo periodo y que apoyó la gestión de estos espacios.
“La construcción de infraestructura social de buena calidad cierra las brechas sociales, el espacio público es el lugar donde todos somos iguales”, expresó Bastidas.
Agregó que la oposición que enfrentaron la administración y Molano para adelantar estos parques tuvo más tinte político o de intereses privados que técnico o ambiental. Según la concejala, parte de la población bogotana hace gala de una posición “elitista” que torpedea los proyectos como el Parque Juan Amarillo, inaugurado recientemente -en el inicio de la pandemia- como un respiro seguro frente al confinamiento.
“Muchos de los parques tenían la función de conectar sectores privilegiados con sectores pobres y eso no lo querían”, explicó Bastidas frente a la brecha socio espacial que tanto ruido les generó a Molano y sus equipos.
El caso del Parque Juan Amarillo
Uno de los casos más representativos de la tensión producida en el desarrollo de los parques en Bogotá, fue el Parque Juan Amarillo.
El terreno público de 195 000 m2, ubicado cerca de un humedal y por más de una década en poder de un actor privado que lo explotaba como parqueadero con ganancias anuales aproximadas de US$300 000; fue la causa de un agrio debate en el que se tuvieron como caballo de batalla los impactos ambientales que podría causar la construcción de un parque.
Incluso se registraron protestas con ciudadanos ambientalistas acampando en el terreno, intervención de escuadrones antidisturbios en el desalojo del parqueadero e intervención de jueces para detener las obras.
“Dijeron que íbamos a acabar el humedal, pero incluso en distintos sectores estamos a más de 150 metros de este. Hablaron de la tala de 23 árboles, pero plantamos 250. y entonces siempre la excusa con los proyectos es el impacto ambiental y en este caso algunos vecinos que no querían que pasaran los del otro sector a través de una conexión peatonal”, recordó Molano.
Hoy, el espacio dotado con canchas de fútbol de diversos tamaños, campos de tenis, 10 espacios multipropósito, gimnasios, senderos, espacios recreativos para niños, entre otros; está en pleno funcionamiento y aportando a los ciudadanos, espacio público de importante valor.
“Hoy decimos que ganamos la batalla porque al final lo que disfrutan en el parque son los niños”, recalcó Molano quien finalmente destacó que es necesario que en Latinoamérica, los funcionarios públicos adquieran un mayor conocimiento en la gestión del espacio público, de los parques ya que el conocimiento sobre estos, evoluciona permanentemente.