Hace aproximadamente un mes, Brookings Metro publicó un informe en el que advirtió que, tal como los beneficios del crecimiento económico se distribuyeron de manera desigual en las últimas décadas, las pérdidas derivadas de la automatización también perjudicarán a algunos grupos y lugares más que a otros.
En el caso de Estados Unidos, los robots realizarán trabajos desempeñados por hombres, jóvenes y minorías. Pero las pérdidas no se repartirán de manera equitativa en todos los lugares: los empleos en la región noreste son mucho menos vulnerables que los trabajos, por ejemplo, en el medio oeste y en Texas.
Viendo este panorama, en un documento de trabajo publicado recientemente formulamos una pregunta relacionada: ¿Los robots en Estados Unidos eliminan trabajos en México?
Según nuestros hallazgos, la respuesta es afirmativa bajo ciertas condiciones. La automatización puede perjudicar no solo a los trabajadores estadounidenses, sino también a los trabajadores de los países con fuertes vínculos comerciales con Estados Unidos.
El largo alcance de los robots
A continuación, presentamos un ejemplo de cómo funciona este proceso.
En Detroit, un fabricante de automóviles decide actualizar su proceso de producción e invertir en robots para automatizar la fabricación de motores. Esto reemplazaría a varios trabajadores. Pero después de décadas de trasladar trabajos a otros países -en lo que se conoce como empleos offshore-, ya no es obvio que todos estos trabajadores vivan en Detroit. Es probable que muchos de ellos residan en ciudades extranjeras como Chihuahua, donde cientos de trabajadores mexicanos ensamblan piezas de automóviles para empresas estadounidenses.
En otras palabras, la automatización en Estados Unidos puede provocar desempleo en México, trayendo de vuelta trabajos a los robots estadounidenses.
Pero la historia no es tan simple, ni siempre catastrófica. Los robots también aumentan la productividad en Estados Unidos, lo que podría resultar en una mayor demanda de productos intermedios y de consumo de México, y así crear más empleos para los mexicanos (aunque no necesariamente en Chihuahua). Y algunas empresas mexicanas tal vez puedan enfrentar los impactos vendiendo sus productos a otros países.
Para explorar los efectos de la automatización en Estados Unidos en el mercado laboral de México a través de este canal comercial, realizamos el siguiente experimento.
Clasificamos los mercados laborales locales mexicanos según su «exposición» a la automatización en Estados Unidos. De manera intuitiva planteamos que una ciudad que exporta principalmente a Estados Unidos productos de sectores tales como las industrias automotriz y de plásticos —que se están automatizando rápidamente en este país — tiene más probabilidades de experimentar una disminución en las exportaciones totales que una ciudad que exporta principalmente muebles, una industria donde aún la automatización es menos común.
Estimamos que la automatización en Estados Unidos representó una disminución del 3,35 % en las exportaciones de México a Estados Unidos. Durante el periodo analizado (2004-2014), las exportaciones mexicanas a Estados Unidos aumentaron realmente de 155 000 millones de dólares a 295 000 millones de dólares. Sin la automatización, este número habría sido aproximadamente 5 000 millones de dólares mayor. Las cifras parecen pequeñas cuando se consideran los datos agregados, pero tampoco son insignificantes. Más preocupante es la sospecha de que el goteo se transforme en una inundación.
¿El fin de la maquiladora?
Pero ¿cuáles son las consecuencias para los trabajadores mexicanos? Es posible que las empresas afectadas hayan tenido que despedir trabajadores para hacer frente a la menor demanda de sus productos por parte de Estados Unidos. Pero de forma sorprendente, no encontramos un efecto negativo de la automatización en Estados Unidos sobre el empleo total en México.
Es probable que la disminución del comercio y de la participación del empleo en los sectores comercializables sea demasiado pequeña como para ver tal efecto reflejado en los datos. Sin embargo, tampoco apreciamos ningún impacto cuando nos enfocamos en los trabajos formales o remunerados en sectores comercializables (a diferencia del empleo general), o incluso en los empleos remunerados únicamente en la industria manufacturera.
Inclusive en distritos de México donde los empleos del sector manufacturero tenían inicialmente más probabilidades de ser automatizados —porque requerían tareas que podrían ser ejecutadas de manera más fácil por robots— la disminución de los trabajos manufactureros remunerados fue insignificante.
El empleo general en México tampoco se vio afectado por la automatización dentro de México. Pero sí indujo a un giro de los empleos remunerados a los empleos informales. Lo más sorprendente, sin embargo, es que estos cambios fueron mucho menores en los distritos en que predomina la industria automotriz.
Esto se debe a que, si bien la automatización en Estados Unidos es mayor, ya se observa también en México. La industria automotriz ha sido uno de los primeros impulsores de la automatización, y este proceso también se expandirá a los países en desarrollo a medida que aumenten las experiencias en este campo y bajen los precios de los robots.
Esto les permitirá a los países en desarrollo recuperar negocios y trabajos que pudieron haber perdido en las primeras fases de la automatización.
Hay que preocuparse por las habilidades humanas, no la invasión de las máquinas
Estas conclusiones deberían ayudar a disipar las opiniones apocalípticas sobre los impactos de la automatización. Sin duda, cada vez hay más pruebas de que los robots eliminan empleos, especialmente aquellos que realizan trabajadores no calificados y semicalificados. Pero eso no sería el problema principal. En muchos países en desarrollo, la falta de capacidad para adoptar nuevas tecnologías —no una invasión inminente de los robots— es probablemente el desafío más importante.
El desarrollo digital es, y debería ser, una política clave para lograr el objetivo de crear empleo pleno y productivo y trabajo decente para todos (el Objetivo de Desarrollo Sostenible 8). México podría resultar más perjudicado por su incapacidad de absorber nuevas tecnologías del extranjero que por los robots estadounidenses (o mexicanos).
En lugar de perder tiempo tratando de predecir cuántos empleos serán suprimidos por los robots, podríamos mejor ayudar a países como México a usar tecnologías innovadoras. No será fácil, pero puede ser una iniciativa más provechosa.
Como reflexiona Albus Dumbledore, el personaje de la famosa saga Harry Potter: “Las consecuencias de nuestras acciones son siempre tan complicadas, tan diversas, que predecir el futuro resulta ser un asunto muy difícil».