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Por Bibiana Guerra de los R.

No hay duda, hoy somos más pobres. A pesar de que el contexto económico internacional es similar, que venimos de una pandemia, que el mundo se está reactivando y que hay una guerra entre Rusia y Ucrania que ha afectado los precios de los insumos en todo el mundo, en Colombia la cifra de inflación para 2022 ha sido la más alta después de 24 años.

Hace meses venía yo diciendo que el Banco de la República, quien tiene como misión principal preservar el poder adquisitivo de la moneda colombiana y así mantener nuestro poder de compra y evitar que el costo de vida aumente, debía actuar de forma más agresiva y efectiva. No lo hizo y ahora las consecuencias son nefastas.

La cifra de inflación en 13,12% refleja que el costo de vida promedio de un colombiano subió en 2022. El Dane sacó el dato hace un par de días y para añadirle otro ingrediente más, somos el tercer país, después de Argentina y Venezuela, con la mayor cifra en América Latina.

Los rubros que más aportaron a este crecimiento de precios fueron alimentos y bebidas no alcohólicas(27,81%), hoteles y restaurantes (18,54%) y muebles y artículos para el hogar (18,35%). Las causas, aparte del contexto global, se encuentran en la ola invernal y el alto costo de los insumos importados.

A nivel local, las menores variaciones las registraron Bogotá (13,35%) y Manizales (12,61%). Por su parte, los mayores valores se registraron en Cúcuta (16,34%) y Sincelejo (15,83%), así como en otras ciudades de la Costa Atlántica. De manera similar, las cifras varían por estrato, es decir, en los más altos la inflación fue de 11,52%, mientras que en los más pobres alcanzó una cifra de 14,92% afectándolos en una mayor magnitud. Este último grupo dedica aproximadamente el 70% de sus ingresos justo a los rubros que más participación tuvieron en el alza de los precios, la alimentación.

La inflación es quizás la variable macroeconómica más importante porque afecta directamente a los ciudadanos en cuanto a que refleja la variación de precios de los bienes y servicios que se comercian. En ese sentido, la cifra preocupa porque es una referencia para el alza anual de otros rubros como los arriendos, por ejemplo.

Súmenle, también, la depreciación del peso y los aranceles que encarecen los bienes importados. Y para rematar, aunque el aumento del nuevo salario mínimo pareció escandalosamente alto (16%), realmente solo subió 1% en promedio para todos los estratos debido a la inflación, y por eso es el incremento más bajo desde 2016. Somos más pobres porque con la misma plata de antes compramos menos hoy.

El país está entrando en una espiral negativa donde el único perjudicado es el consumidor a quien hace unos meses le decían que consumiera para reactivar la economía y hoy le dicen que se frene para evitar las deudas y presionar los precios a la baja. La única recomendación es mejorar los hábitos financieros, comprar y gastar de manera consciente y, si es posible, ahorrar.