Hasta no hace más de 30 años, Santa Cruz de la Sierra era una ciudad en construcción. Aunque mucho antes, más o menos en los 60 empezó la migración interna del país, fue recién en los 80 que se empezó a proyectar a la urbe que es hoy en día: una de las más modernas de Bolivia, sino, la más moderna.
Con inversiones que crecen año a año, centros comerciales de gran envergadura, grandes obras de ingeniería, módulos educativos de gran tamaño y apuestas de transnacionales en diversos rubros, la metrópoli es sinónimo de tierra prometida para bolivianos de occidente y para extranjeros que deciden quedarse a vivir.
Pese a ello, aún hay serias tareas pendientes, precisamente porque se trata de una urbe nueva, que se va construyendo a sí misma y que ha tenido gran apoyo de su gobierno municipal en cuanto a obras de cemento, pero que tiene muchas deudas en desarrollo humano.
“No sé, vine a trabajar, empecé vendiendo jugos de naranja y con esos me compré una casita propia”, dice Aurelio Mejía, un chuquisaqueño que llegó en los 90 y que como miles de personas de occidente arriban cada año a Santa Cruz de la Sierra, “para progresar”.
La razón es que el movimiento económico le ha permitido a propios y extraños soñar y concretar la meta de tener un techo propio, lo que ha generado un “boom” inmobiliario. Y aunque gran parte de la gente que llega de la zona altiplánica trabaja en el negocio informal, de esa manera se han convertido en pequeños y medianos empresarios. Ese crecimiento ha generado también que se abran oportunidades laborales para profesionales de todo el país y la llegada de firmas extranjeras.
La otra cara de la moneda, sin embargo, es que en el municipio cruceño tiene el mayor número de personas que viven por debajo de la línea de pobreza, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), citados por el diario El Deber. Ello significa que unas 220.000 personas viven en condiciones de miseria.
Con todo, la ciudad ha empezado un proceso de transformación para ser más amigable con sus habitantes. La influencia de las redes sociales ha dado lugar a clubes de ciclistas que usan cada vez más este medio de transporte y entretenimiento, pese a lo caótico y desordenado que es el tráfico.
Iniciativas como “El propio para parquear”, una página de Facebook que muestra a los malos conductores, también ha generado cambios importantes, para que se tome conciencia sobre estacionar en lugares permitidos y respetar los espacios para personas con discapacidad.
Los desafíos son grandes, pero así como Santa Cruz de la Sierra pasó de ser “un arenal”, como se la describía en los 60, a ser la ciudad más grande de Bolivia, también avanza para ofrecer más y mejor calidad de vida para quienes nacieron en esta tierra y quienes la adoptaron como propia y formaron acá sus familias.