“Solo de forma colaborativa es como se construye la nueva ciudad”: Natalia Castaño (URBAM)

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LA Network
29 octubre, 2016 - Hábitat y Desarrollo Urbano

Desde URBAM, centro de pensamiento surgido en la Universidad Eafit de Medellín, esta arquitecta da claves, a partir de experiencias ya reconocidas, para que las ciudades latinoamericanas promuevan mejor ciudadanía y mejores ciudades.

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Natalia Castaño – arquitecta Magister en Paisaje, Medio Ambiente y Ciudad de la Universidad Nacional de la Plata, Argentina

Mirar la ciudad desde un centro de pensamiento, no supone que sus problemas solo sean objeto de reflexión académica.

La complejidad de cada problemática urbana ha de conllevar a la acción integral en busca de alternativas de solución, donde intervengan las diferentes disciplinas que están enfocadas a los procesos de ciudad y donde se haga posible la participación de organizaciones públicas, privadas y comunitarias, interesadas en trabajar en territorios y contextos que están en  transformación.

Bajo el anterior esquema está delineada la estructura de funcionamiento de URBAM, el Centro de Estudios Urbanos y Ambientales de la Universidad Eafit en la ciudad de Medellín.

LA Network dialogó con su coordinadora académica, la arquitecta Natalia Castaño Cárdenas, Magister en Paisaje, Medio Ambiente y Ciudad de la Universidad Nacional de la Plata, Argentina, y con experiencia de trabajo urbano en las ciudades ecuatorianas de Quito y Portoviejo, y en las ciudades peruanas de Lima y Pisco, en esta última en el desarrollo de propuestas para su reconstrucción. En 2011 hizo parte del equipo técnico del plan director BIO2030 para el Valle de Aburrá, en el departamento de Antioquia.

—Sin duda, las universidades deben ser protagonistas en la transformación de las ciudades.

—Por supuesto. La función de nuestra Universidad ha sido poner el tema de la ciudad y del territorio bajo experiencias concebidas en los ámbitos del urbanismo, la arquitectura, la ciencia política, la geología, la economía, la comunicación. Esta forma de generar conocimiento es parte del reto que nos hemos planteado.

—Más la formación de talento humano.

—La nuestra es una formación de profesionales e investigadores conectados con la realidad y capaces de trabajar en equipo multidisciplinares, algo que es fundamental pero que a veces resulta bastante difícil lograrlo. Es otro de nuestros retos.

—En el momento de emprender acciones urbanas resulta vital la acumulación de experiencias.

—Al afrontar cualquier problema de ciudad y de territorio, es imprescindible disponer de muchos procesos de sistematización de experiencias. Por ejemplo, lo que ha pasado en Medellín en las últimas décadas requiere ser documentado, sistematizado y divulgado para poder seguir construyendo conocimiento que sirva para nuevas acciones y nuevos procesos, lo mismo que para abordar la demanda de asesorías y consultorías por parte de diferentes actores sociales.

—¿Por qué atrae tantas miradas de otras ciudades latinoamericanas y en general del mundo la experiencia de Medellín? 

—Por un lado, porque las soluciones provienen de procesos y esos procesos requieren construcción de diálogos, construcción de confianza y construcción de nuevos lenguajes y nuevos aprendizajes. Y, por otro lado, porque Medellín es el resultado de procesos que se gestaron desde hace veinte o más años, en los cuales han participado agrupaciones barriales, sociales, grupos artísticos, culturales, cívicos, profesionales, universidades, el sector privado, el sector público, que se dedicaron a pensar la ciudad y a esclarecer cuáles podrían ser las posibles soluciones a los diferentes problemas.

—Y también ha habido voluntad política.

—En la ciudad ha habido alcaldías con voluntad política y con capacidad de escuchar esas voces procedentes de un conocimiento local, que se juntó con una capacidad técnica y con la creación de planes y políticas públicas. Entonces lo que viene a aprender mucha gente acá es cómo hemos generado propuestas, cómo hemos sabido articularlas y qué metodologías hemos empleado en esa sumatoria de proyectos urbanos, de proyectos sociales, de proyectos de espacio público, de movilidad y de equipamiento social. Lo que sucede es que en muchas ciudades hay ideas pero no voluntad política, lo que genera diferencias, distanciamientos y estancamientos.

—¿Y también de los que vienen algo se aprende?

—Hay que reconocer que los que vienen a aprender también nos dejan experiencias y aprendizajes muy valiosos, como por ejemplo las ciudades de Brasil por citar un solo ejemplo. Eso ha llevado a que Medellín mire más a Latinoamérica, porque antes tenía otros referentes. Transferir conocimientos y procesos es lo importante, no copiar experiencias.

—O sea que ése es un ejemplo de construcción de ciudad mediante un proceso colectivo.

—Sí. Aquí se ha ido construyendo colectivamente una visión. Eso es lo que se ha dado en la práctica. Eso es lo que admiran de Medellín, como también que haya un empresariado comprometido con esa visión de ciudad, lo que no ocurre en muchas partes. Admiran también el aporte de empresas como EPM y el Metro a los procesos de la ciudad. Eso no significa que desconozcamos que siguen existiendo problemas graves de segregación, de inequidad y problemas ambientales.

—¿Qué tanto camino falta por recorrer para que el ciudadano se sienta involucrado en la solución de los problemas locales?

—Claro que hay aún un camino por recorrer. En el contexto latinoamericano ya hay discursos políticos que tienen ese enfoque de escuchar y de participar, de contribuir a la construcción de una ciudadanía más activa, más propositiva, más formada. No se trata de imponer proyectos, sino de incentivar canales y metodologías de trabajo y participación ciudadana. Pero también se requiere una ciudadanía que cada vez esté más en pro no de exigir sino de proponer. En ese nivel es en el que debemos movernos, porque solo de forma colaborativa es como se construye la nueva ciudad. Y para ese trabajo colaborativo se requieren ciertas capacidades, como son saber escuchar, saber generar propuestas conjuntas, saber definir una visión de ciudad, saber esclarecer los problemas emergentes y tener voluntad política.

—Pasando al tema socioambiental, entre las muchas cosas que pasan en nuestras ciudades, está el poblamiento desordenado de las laderas.

—Sí, eso pasa en todas las ciudades latinoamericanas que están sobre la cordillera de los Andes. Todas comparten situaciones de ladera muy complejas y también situaciones de un poblamiento urbano muy alto. Desde la herencia de las Leyes de Indias, ninguna de nuestras ciudades tiene una planificación acorde con las laderas. Todas fueron pensadas como ciudades planes. El Plan Bio2030, que permitió enfocarnos a fortalecer la visión sistémica ambiental del Valle de Aburrá, como también la visión del crecimiento desde los componentes urbano, demográfico y social, nos llevó a enfocarnos en los bordes urbanos, que generalmente se presentan en contextos de informalidad, sobre todo en la ladera nororiental de Medellín, donde venimos desarrollando proyectos para re-habitar la montaña bajo la lógica de involucrar las inteligencias colectivas que hay en esos territorios, pero también con miradas técnicas que permiten entender temas tan complejos como el riesgo y las amenazas por deslizamientos. Eso, además de todo un trabajo técnico, requiere un trabajo pedagógico y un trabajo de aprendizaje mutuo entre técnicos y comunidades.

—Otra herencia, con carga negativa, es que nuestras ciudades se centraron mucho en lo arquitectónico pero no en el paisaje, en lo ecológico, en lo ambiental.

—En los planos de la ciudad colonial las quebradas son apenas el trazo de unas líneas. Y las quebradas y los ríos se entendían como el lugar de donde se tomaba el agua para consumo y al mismo tiempo como el lugar donde se depositaban los desechos. Hoy todavía estamos bajo esa herencia o bajo esa lógica, y de ahí el empeño que cada vez debemos hacer para revertirla con el fin de que las quebradas y los ríos sean estructurantes de lo urbano, de lo ecológico, del hábitat. Una de nuestras tareas es visibilizar aspectos de la geografía, la geología, los suelos para que se tenga consciencia de lo que ellos significan y así protegerlos y rehabilitarlos cuando lo requieran. Y otra tarea es dar a comprender que no todos los problemas de las ciudades se solucionan con los mismos instrumentos o herramientas. Las soluciones obedecen a las singularidades de los territorios.