El libro de Judith Rodin es, a pesar de sus años de publicación, una hoja de ruta todavía válida para que las ciudades, las organizaciones y las comunidades comprendan cómo desarrollar sus habilidades en materia de resiliencia y qué beneficios otorga esta estrategia en el mediano y largo plazo.
Resiliencia es la habilidad de las personas, comunidades e instituciones para prepararse, soportar y recuperarse más rápidamente de los choques agudos e inesperados y las tensiones crónicas. Y aunque en el caso de las catástrofes no siempre son prevenibles, el grado de destrucción y devastación sí puede ser mitigado.
Por ello para Judith Rodin, autora del libro “The Resilience Dividend” (El dividendo de la resiliencia) y expresidente de la Fundación Rockefeller, construir resiliencia es una cuestión social y económica urgente. El mundo interconectado en el que vivimos es susceptible a tensiones repentinas y dramáticas: un ataque cibernético, una nueva cepa de virus o pandemia, una falla estructural, un terremoto, un huracán violento, una perturbación civil o una recesión económica.
¿Y cómo puede entonces una ciudad desarrollar ese dividendo de resiliencia? Requiere una inversión inicial tanto en términos de financiación como de recursos. Requiere innovación para resolver vulnerabilidades conocidas pero también para identificar variables desconocidas. Y requiere alianzas con el sector privado, tanto para descubrir las debilidades dentro de sus sistemas o su manera de operar, como para liberar toda la gama de financiamiento para los proyectos de resiliencia y la infraestructura.
Y como bien lo dice Rodin, “al perseguir el dividendo de resiliencia, las ciudades pueden obtener una ventaja económica y prepararse mejor para lo que viene. Porque no importa si la catástrofe o choque siguiente golpea mañana o en 10 años, la resiliencia es algo de lo que una ciudad puede beneficiarse todos los días”
Y es que la construcción de resiliencia es una estrategia clave de desarrollo económico. Los beneficios se pueden ver en los presupuestos de la ciudad, su economía y en mayores oportunidades para sus habitantes. En el caso de la infraestructura nueva o mejorada se requiere una inversión inicial (y los líderes del gobierno de la ciudad deben involucrar al sector privado para que lo haga), pero esa inversión crea empleos hoy y, en el largo plazo, es un ahorro de dinero, ya que cuesta un 50 por ciento más reconstruir después de un desastre que construir la infraestructura previamente para soportar el choque.
En su libro, Rodin utiliza historias que muestran cómo la gente, las organizaciones, las empresas, las comunidades y las ciudades han desarrollado de manera intuitiva y consciente la resiliencia frente a desafíos profundos y frente a catástrofes.
Desde Medellín, Colombia, que fue una vez la ciudad más violenta del mundo y ahora es sede de eventos internacionales y un destino de vacaciones emergente; o Tulsa, Oklahoma, que rompió el código de desarrollo urbano rápido en una planicie de inundación; o cómo empresas como Airbnb, Toyota, Ikea, Coca-Cola, Bavaria y otras compañías han comprendido el valor de reducir las vulnerabilidades y las amenazas potenciales a los clientes, empleados y sus resultados; o cómo en el bosque Mau de Kenia, las soluciones de abajo hacia arriba son fundamentales para hacer frente al cambio climático, la degradación ambiental y el desplazamiento de los habitantes locales, son algunos de los ejemplos usados por Rodin en su publicación.
Por último, Rodin revela en su libro cómo a medida que nos hacemos más expertos en la gestión de la ruptura y más habilidosos en la construcción de la resiliencia, podemos crear y aprovechar las nuevas oportunidades económicas y sociales que nos ofrecen la capacidad de recuperarse después de las catástrofes y crecer fuerte en tiempos de relativa calma. Sin duda, un libro útil para las ciudades. Por ello nuestro recomendado de esta semana.