Trabajo decente o política indecente

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2 febrero, 2017 - Inclusión

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DAVOS – La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas compromete a los Estados miembros a “no dejar a nadie atrás”. Un componente fundamental de dicho compromiso – incluido en la propia agenda de la del Organización Internacional del Trabajo – es el trabajo decente para todos. En un momento histórico en el que la frustración y la desilusión de los trabajadores se están expresando en los procesos electorales en todo el mundo, este objetivo no podría revestir mayor importancia.

Hoy en día, la expectativa de que cada generación estará en una mejor posición que la anterior, tanto social como económicamente, ya no es algo que automáticamente se deba esperar que ocurra. Para muchos, la movilidad descendente se ha convertido en la nueva normalidad.

No es de extrañar, por lo tanto, que la frustración que se cocinaba a fuego lento durante mucho tiempo, debido a la forma en la que se ha manejado la globalización y el resentimiento que surge por la distribución injusta de sus beneficios, hubiesen energizado la reacción política que azota al mundo últimamente. Este desencanto surge, al menos en parte, por las experiencias que viven las personas con relación a sus trabajos, ya sea por la exclusión del mercado laboral, las malas condiciones laborales o los salarios bajos.

En muchas partes del mundo, incluyendo en algunos países de Europa, el desempleo ha sido persistentemente alto en los últimos años. Pero, incluso tener un puesto de trabajo no es garantía de seguridad financiera: muchas personas que tienen empleos saben que sus puestos de trabajo son vulnerables, y ha habido un avance inadecuado en la calidad de los puestos de trabajo, incluso en países donde los indicadores económicos agregados están mejorando.

Según el informe de la OIT sobre los salarios mundiales, Desigualdades salariales en el lugar de trabajo, publicado el mes pasado, el crecimiento de los salarios a nivel mundial se ha desacelerado desde el año 2012, del 2,5% anual al 1,7% en el 2015 – su nivel más bajo en cuatro años. Si se retira de los cálculos a China, país que experimentó un crecimiento particularmente rápido en los salarios, la cifra de crecimiento anual de los salarios a nivel mundial cae del 1,6% a apenas un 0,9%.

La desilusión de los trabajadores se profundiza al saber que, a medida que sus salarios promedio crecen lentamente o se estancan, los muy ricos están haciendo significativamente mucho más ricos. Como muestra el informe de la OIT, si bien los salarios han aumentado gradualmente en casi toda la distribución de ingresos, en la mayoría de los países los salarios han aumentado considerablemente más para el 10% de los empleados en la parte superior de dicha distribución, e incluso mucho más para aquellos en el 1% superior.

En Europa, el 10% de los empleados que son mejor remunerados recibe, en promedio, el 25,5% del total de los salarios, mientras que el 50% de aquellos que perciben los salarios más bajos llega a recibir sólo el 29,1% de dicho total de salarios. El porcentaje del total de salarios que percibe el 10% mejor remunerado es aún mayor en algunas economías emergentes: por ejemplo en Brasil (35%), la India (42,7%) y Sudáfrica (49,2%). En Europa, el 1% mejor remunerado gana alrededor de €90 ($95) por hora, ocho veces más que los asalariados que perciben el monto de salario que equivale a la mediana, y 22 veces más que el salario promedio del 10% en la parte inferior de la distribución de salarios.

Ahora nos enfrentamos al doble desafío de mejorar la situación de los que están en el extremo inferior de la distribución de salarios, al mismo tiempo que se crean suficientes nuevos empleos de alta calidad para las decenas de millones de nuevos participantes en el mercado laboral cada año. Debido a que la economía mundial todavía no se ha recuperado plenamente de la crisis económica mundial que comenzó hace una década, superar estos desafíos no será tarea fácil.

De hecho, es probable que el crecimiento de la mano de obra continúe superando la creación de empleo. Es por eso que las Perspectivas sociales y del empleo en el mundo – Tendencias 2017 proyectan que un poco más de 201 millones de personas en todo el mundo estarán desempleadas este año, y otros 2,7 millones se unirán a sus filas en el 2018.

El mundo necesita un crecimiento económico más sostenible, equitativo y con abundancia de empleos. La clave del éxito será un mercado laboral con instituciones fuertes y relevantes, que dependan y promuevan los principios y derechos internacionalmente aceptados de los trabajadores.

Los salarios mínimos y la negociación colectiva pueden desempeñar un papel importante. Una tendencia notable durante los últimos años ha sido la adopción o incremento de los salarios mínimos por parte de los países, con la esperanza de mitigar la desigualdad, siendo México el ejemplo más reciente. Y, la tendencia va a continuar: Sudáfrica, por ejemplo, también está considerando la posibilidad de adoptar un salario mínimo nacional.

Estas son buenas noticias. Datos recientes, incluidos entre ellos aquellos preparados por la Comisión de Salarios Mínimos en Alemania, demuestran que los salarios mínimos bien diseñados – que satisfacen las necesidades de los trabajadores y sus familias, al mismo tiempo que tienen en cuenta las condiciones económicas – pueden marcar una diferencia verdadera en el extremo inferior de la distribución del ingresos, sin perjudicar significativamente al empleo.

También se pueden adoptar medidas a nivel internacional, mediante la implementación de sistemas de apoyo para ayudar al avance de los objetivos fundamentales relativos al trabajo decente y la inclusión económica. Por esta razón, la OIT y el Banco Mundial han puesto en marcha una Alianza mundial para la protección social universal, cuyo objetivo es garantizar que las redes de seguridad social – incluidas entre ellas las jubilaciones y las prestaciones para padres, las por discapacidad y las por hijos a cargo – estén disponibles para todas las personas, cubriendo a los cientos de millones de personas en todo el mundo que están desprotegidas en la actualidad.

Ampliar el acceso a oportunidades de trabajo decente es la manera más efectiva de aumentar la participación en el mercado laboral, sacar a las personas de la pobreza, reducir la desigualdad y fomentar el crecimiento económico. Este abordaje debe estar en el centro de la formulación de políticas. El abordaje alternativo es un mundo feroz y competitivo en el que demasiadas personas se sentirán excluidas. Uno no necesita mirar más allá de los titulares del día en los medios de comunicación para ver la inestabilidad e inseguridad que puede ocurrir – y que ya ha ocurrido – a consecuencia del segundo.

Traducción del inglés: Rocío L. Barrientos.

Guy Ryder es director general de la Organización Internacional del Trabajo.

Copyright: Project Syndicate, 2017.

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