El cofundador del Sistema B y de la empresa chilena TriCiclos, Gonzalo Muñoz, promotor de una prosperidad durable y compartida, defiende que “toda empresa debería entenderse como un ‘hardware’ preparado para resolver problemas, para crear innovaciones y generar bienestar”. Pero en el modelo empresarial tradicional –afirma–, ocurre que la gran mayoría de empresas “operan con un ‘software’ que sólo maximiza las utilidades para los accionistas”.
LA Network habló con Muñoz sobre el movimiento orbital que espera construir la nueva economía del siglo XXI, “con empresas que, sin renunciar a funcionar como empresas, lo que significa ser eficientes y tener utilidades, no olvidan que tienen un objetivo esencial relacionado con el bien común”. O, en otras palabras, son empresas que saben “mover la economía desde el interés de los accionistas al del público para el que se trabaja”.
También abordamos con Gonzalo Muñoz el caso de TriCiclos, cuya finalidad como organización innovadora es aportar soluciones efectivas que permitan maximizar el reciclaje inclusivo de residuos, otorgando de esta manera un valor social y ambiental a la comunidad. Asimismo, “propiciar un cambio efectivo de la cultura hacia una producción de consumo más responsable”.
Señor Muñoz, estando usted ante jóvenes sin experiencia empresarial pero que quieren hacer emprendimiento, quieren innovar, quieren hacer aportes hacia un mundo mejor, ¿qué les diría?
Yo les diría que, en primer lugar, piensen que no necesariamente se cumplen los paradigmas del pasado. Que, inclusive aquéllos paradigmas que fueron exitosos, pueden ser un peligro si uno los entiende como algo que debe continuar en el futuro. Creo que hoy en día es muy importante entender que el mundo está repleto de causas que necesitan soluciones y, por lo tanto, de emprendedores que se apersonen de esos problemas para buscarles una solución que sea sustentable en el tiempo. Lo que yo suelo decirle a los jóvenes es que se enamoren de una causa con la cual se puedan identificar y que no desperdicien su talento. A ellos también les digo que el talento desperdiciado es tal vez una de las mayores tragedias hoy en el mundo.
¿Y cómo atraer a esos jóvenes a movimientos como el Sistema B?
A ellos hay que explicarles que el Sistema B es una plataforma que está vinculada a una serie de otras organizaciones en el mundo, entre ellas varias de Latinoamérica. Y lo que hace esa plataforma es ayudar a potenciar un nuevo modelo de negocio, en el cual se redefina el sentido del éxito, para que el éxito en el mundo de los negocios deje de ser solamente maximizar el lucro para los accionistas y pase a ser la obtención de rentabilidad financiera habiendo generado resultados sociales y ambientales positivos. Allí, las empresas aprenden a darle un tratamiento social y ambiental a los impactos que ellas generan, con la misma rigurosidad con que tratan los aspectos financieros.
¿Cómo lograr que una empresa haga un giro en ese trasegar de años cometiendo errores?
En la medida en que se potencian las capacidades empresariales, el Sistema B ayuda a que más empresas se certifiquen, ayuda a que muchas más empresas utilicen la herramienta on line de la Evaluación B, que aprendan por lo tanto a medir su impacto, que aprendan a identificar las oportunidades de mejora, que se conecten entre ellas y hagan negocios entre ellas, y que contribuyan a aumentar el conocimiento respecto no solamente a generar cambios en la economía, sino respecto a la maravilla de que hoy existan miles de empresas en el mundo que se han comprometido desde evaluar hasta cambiar sus estatutos y a trabajar en interdependencia unas con otras, con el único objetivo de crear un nuevo sentido del éxito de los negocios.
¿Puede decirse que todo este andamiaje está soportado en la solidaridad?
Ése es un lindo calificativo. Todas las personas y organizaciones del Sistema B actúan desde la solidaridad, desde la generosidad, desde el sentido de la responsabilidad. Somos personas que no vamos a dejarle las urgencias de hoy a las futuras generaciones. Es nuestra generación la que tiene que tomar acciones. Y esa solidaridad de este grupo humano se palpa en forma muy contundente en la relación que tienen unos con otros.
La triple relación que tanto les inquieta a ustedes, es decir lo ambiental, lo social y lo financiero, ¿qué resultado debe arrojar en la práctica?
Debe cambiar la lógica de una economía extractivista, lineal, monodimensional, hacia una economía multidimensional. Debe tender a que las empresas se hagan las preguntas difíciles. Así entenderían que, con cada acción que ellas desarrollan, están impactando a la sociedad. Y que ese impacto necesariamente tiene que ser positivo. No sirve que las empresas sigan mirando solo el resultado financiero, sin darse cuenta que en ese proceso puede haber ocurrido externalidades negativas que terminan afectando a la sociedad y al planeta, y que al mismo tiempo inviabilizan los modelos de sus negocios.
¿Qué es lo que esas empresas han hecho mal?
Llegado el momento en que esas empresas decidan mirarse hacia adentro para ver qué han hecho mal, se dan cuenta de que la razón por la cual no se han hecho las preguntas difíciles es porque no se han atrevido a elevar los niveles de consciencia. Y los niveles de consciencia están referidos a lo que está pasando en el mundo. Aún existen personas y empresas que saben hacerse los locos y consideran que lo que ocurre a nivel global es problema de otros. Elevar el nivel de consciencia es saber que el problema es de todos, que cada persona y cada empresa tiene el deber de tomar acción positiva respecto del cambio que se requiere. Es dejar de considerar que una empresa es maravillosa porque gana dinero, porque genera empleo y porque paga impuestos. Hacerse la pregunta de si en realidad eso es maravilloso, es algo duro. Yo entiendo que a los empresarios les puede costar hacerse ese interrogante, pero es fundamental que lo hagan, es un error no hacerlo.
¿No hacerlo qué implica?
Es no conocer el alcance de los aportes que su empresa hace a la sociedad. Es estar alejado de lo que se puede o se debe cambiar. Es ignorar hasta qué punto el producto o servicio que se vende se está haciendo a costa del medio ambiente, a costa de la naturaleza, a costa de la sociedad.
En una sociedad tan desigual como la latinoamericana, resulta afrentoso y repulsivo el volumen de ganancias que obtienen las empresas y en especial sector bancario.
Ojalá viviéramos en un mundo en el cual ese resultado financiero no nos produjese ningún grado de impacto negativo y que la sociedad lo reconociera como maravilloso, porque en el camino esas empresas dejaron un alto grado de bienestar para la gente, porque llevaron felicidad a sus empleados y a las familia de éstos, porque desarrollaron un alto grado de trabajo con las comunidades, porque no se olvidaron de los proveedores, porque impactaron positivamente el medio ambiente. Yo tiendo a no poner el foco en el resultado financiero, sino más bien en cómo se llegó a ello.
¿Cuáles van a ser calificadas en el futuro como empresas ejemplares?
Las empresas más rentables en el futuro van a ser aquéllas que han resuelto problemas sociales y ambientales y que lo han hecho aplicando las mejores prácticas.
En la práctica, ¿qué significa recorrer el camino de la innovación?
Significa darse infinitos tropezones. Significa recorrer valles y montes. Significa una lucha por encontrar el momento y el lugar. Entrar en el ámbito de la innovación exige aceptar que durante el primer periodo vas a ser tildado de loco. Y eso se puede extender al siguiente periodo.
¿Y cuánto dura el primer periodo?
Puede durar años, décadas. Depende de la capacidad de resistencia. Tú puedes considerar que por este camino te va a ir bien y resulta lo contrario, y te tienes que devolver y buscar aliados con los que crees que ahora sí te va a ir mejor. Están también los problemas de financiamiento, la escasez o carencia de fondos. Pero ello te obliga a priorizar a ingeniar. En el mundo de la innovación te vas a encontrar de todo.
¿El innovador tiene que convencerse de su locura?
Y no solo eso. Hay que tener un alto grado de conocimiento y de humildad. Pero llega el momento en que uno tiene la sensación y la claridad de que nuestro proyecto es bueno para el mundo. Y si alguien te dice que eso no va a resultar, tú te sientes reafirmado en tu causa. Así que prosigue. Insiste.
Toda esta reorientación que pretende el Sistema B debe estar asentada en leyes y son los políticos y no los empresarios los que hacen las leyes. ¿Cómo interesar y convencer a los políticos de la importancia de estos temas?
No cabe ninguna duda de que las leyes las hacen los políticos. Ahora, ellos también tienen la capacidad de leer lo que está pasando en el entorno y hoy en día los ciudadanos tenemos cada vez mayor capacidad de influencia tanto por las redes sociales como desde la evidencia. Y, en la medida en que el movimiento B ha ido creciendo, esa evidencia se torna irrefutable frente a cualquier legislador. Creo que el modelo de las Empresas B es una tendencia tan linda, que es muy difícil que un político se niegue a impulsar el modelo de empresas que son mejores, con un alto grado de compromiso y que, en tal sentido, resuelven problemas públicos lo que hace que el Estado sea más liviano.
¿Qué papel le asigna al ciudadano el Sistema B?
Aquí concebimos al ciudadano absolutamente comprometido. Y tiene distintos papeles. O es la persona que trabaja en una empresa, o es proveedor, o es consumidor. Y lo que esperamos es ir generando una cultura donde los ciudadanos, en el día a día, seamos capaces de tomar las mejores decisiones. Que como personas, como consumidores o como trabajadores reflejemos los mejores valores. Este movimiento global es promotor de la ciudadanía activa e inclusiva. Es promotor de una prosperidad durable y compartida. En ese sentido hemos entendido cómo va cambiando el mundo.