El arquitecto catalán es reconocido por sus intervenciones urbanas en temas relacionados a la vivienda y otros fenómenos asociados al crecimiento de las ciudades como la gentrificación. El experto habló sobre el potencial de la investigación y la formación profesional en áreas del diseño urbano como una apuesta por el futuro sostenible de los territorios.
Josep Bohigas Arnau, reconocido arquitecto catalán que en la década de los años noventa creó junto a varios colegas el prestigioso estudio de arquitectura Bopbaa, fue uno de los profesores internacionales invitados a participar en el pregrado en Diseño Urbano y Gestión del Hábitat de EAFIT, el más reciente programa de ese nivel de formación presentado por la universidad colombiana, que comienza actividades académicas en el primer semestre del año 2021.
El experto en urbanismo es el director de la agencia de planificación estratégica Barcelona Regional y es reconocido por sus intervenciones en proyectos como la remodelación de la Plaza de la Iglesia de Clades de Montbui (año 1993); la ampliación del Museo Thyssen de Madrid (2000); y por proyectos culturales sobre vivienda como Barraca-Barcelona (2003) y Piso Piloto (2015), entre otros. Sus trabajos, además, han ganado los premios FAD de Arquitectura, entre otros reconocimientos públicos. Desde 1993 es profesor en instituciones como la Escuela Universitaria de Diseño e Ingeniería de Barcelona (Elisava), de la Universidad Pompeu de Fabra; la Universidad de Cataluña, la Universidad de Salamanca y la Escuela Técnica Superior de Barcelona. Actualmente forma parte de la junta gestora de FAD.
El profesor Bohigas habla acerca de fenómenos urbanos que hoy afectan a las ciudades en crecimiento, como la gentrificación que obliga al desplazamiento de los tradicionales habitantes del territorio ante las presiones económicas sobre el suelo, y sobre las oportunidades del diseño urbano para las ciudades pertenecientes al Trópico y el Sur Global como Medellín, donde la biodiversidad, la equidad social y la sostenibilidad ambiental juegan un papel predominante para el desarrollo de los centros urbanos.
¿Cuál es la realidad urbana que observa en ciudades latinoamericanas y a qué desafíos nos enfrentamos para el desarrollo sostenible en estos próximos años?
En el año 2014 tuve la suerte de poder co-comisariar una exposición (Piso Piloto) en Barcelona y en Medellín, simultáneamente, donde analizábamos y señalábamos lo que era para nosotros el mayor reto pendiente de las dos ciudades: la vivienda. Cada una con sus enormes diferencias, habían afrontado cambios radicales en sus espacios públicos y equipamientos, y los habían realizado con evidente éxito, pero habían olvidado casi por completo abordar el tema urgente del derecho a la vivienda digna y asequible. En la exposición lo resumimos con una frase acertadísima de uno de los comisarios, Álex Giménez: “Si la ciudad fuera una paella, la vivienda sería el arroz”. A menudo, nos hemos distraído condimentando la “paella” con multitud de actuaciones en el espacio público y con flamantes equipamientos singulares. Pero sin arroz no hay paella y sin vivienda digna y asequible no hay ciudad.
¿Cómo afrontar esta problemática en las ciudades?
No se trata de resolver el problema cuantitativamente, construyendo nuevos barrios en nuevos solares desconectados a las afueras de las ciudades, sino que se debe afrontar cualitativamente, con un proyecto consistente de regeneración, compactación y redensificación urbana, construyendo vivienda (y rehabilitando, y llenando casas vacías o con otros usos) en los lugares donde hay ciudad, aprovechando las enormes cualidades que la ciudad existente ya tiene, mejorándolas y adaptándolas a los enormes retos sociales y ambientales.
Muchas ciudades latinoamericanas experimentan fenómenos como la gentrificación, ¿cómo se combate esto en las ciudades?
El concepto de gentrificación es multidimensional y bebe de diversos factores que amplifican las consecuencias hasta límites inaceptables, y en cada ciudad operan de un modo particular. Básicamente, se trata de un fenómeno global de expulsión de los vecinos de los barrios populares por presiones económicas, que a menudo son substituidos por otras con mayor capacidad económica. Durante estas últimas décadas, ciudades como Barcelona y Medellín han mejorado sus centros provocando un proceso de retorno de unas clases más acomodadas, que prefiere la vida urbana, central y conectada y no tanto el “protegido” suburbio clorofílico que depende, básicamente, del vehículo privado y de los centros comerciales.
¿Qué dice la experiencia de Barcelona a otras ciudades como Medellín donde también se experimenta la gentrificación?
El caso de Barcelona, con un boom turístico sin precedentes, ha agravado mucho esta situación, provocando la desertización de zonas de la ciudad donde las viviendas se han reconvertido en hoteles o apartamentos turísticos y donde apenas vive ni un ciudadano empadronado. La respuesta a estos fenómenos es: construir, rehabilitar y recuperar vivienda digna y asequible, comercio de proximidad y espacios públicos domesticados, y habilitados para dar respuesta a las necesidades cotidianas de una población diversa. Al mismo tiempo, es fundamental generar las ayudas necesarias (legales y económicas) para proteger no solo la piedra patrimonial, sino todos los patrimonios intangibles (comercios y asociaciones) y a los vecinos que quieran seguir viviendo en su barrio, evitando las prácticas de violencia inmobiliaria que a menudo los expulsa.
¿Cuáles son las claves para un desarrollo urbano sostenible pensando en ciudades y territorios del Sur Global?
Las claves del desarrollo urbano sostenible gravitan alrededor de lo llamamos justicia socio espacial y justicia socio ambiental, conceptos que ponen el acento en la convicción de que el escenario físico y ambiental de las ciudades son y serán el principal motivo de continuas disputas e iniquidades, donde a menudo los más vulnerables pagan las graves consecuencias de los supuestos progresos económicos y desarrollos urbanos. Urge crear nuevos modelos de ciudad donde las personas y el medioambiente estén en el centro de todas las políticas urbanas haciendo compatible los cuidados de la gente con los del planeta. “Ciudades compactas en su morfología, complejas en su organización, eficientes metabólicamente y cohesionadas socialmente”. Y eso debería ser norma en las ciudades del Sur Global y en las ciudades de todo el mundo.
¿Cómo ha sido la experiencia desde la agencia de desarrollo urbano Barcelona Regional para impulsar nuevos modelos de hábitat?
A menudo las administraciones no tienen capacidad de organizarse para proyectar estrategias a largo término, a gran escala ni cruzando disciplinas. Su marco de trabajo es el duro y exigente día a día, atendiendo a las múltiples crisis y las sincopadas llamadas a urnas. Sus áreas de trabajo están delimitadas administrativa y temáticamente, y cuesta mucho poder generar auténticas estrategias que den respuesta a la complejidad urbana. Agencias como Barcelona Regional o la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona son rara avis en las administraciones y es un privilegio trabajar en ellas para imaginar con suficiente autonomía técnica proyectos que van más allá de los límites físicos, temporales y disciplinares. Son agencias que suelen dar “liebre por gato”, ampliando la mirada e interiorizando las urgencias de hoy para abordar los retos del mañana.
¿Y por qué es importante el aporte científico de estas agencias y las universidades para el desarrollo sostenible de las ciudades?
Un claro ejemplo es la grave crisis sanitaria que estamos viviendo ahora y que inevitablemente nos conduce hacia una nueva crisis económica, que al mismo tiempo nos llevará a una crisis social y ambiental. Salir de una para meterse en la siguiente no es una respuesta estratégica sostenible. Estas agencias son claves para aportar propuestas de reflexión y acción que prevean estas proyecciones y construyan modelos resilientes para asegurar una adaptación gradual y transformativa.
Se habla de recuperar el sentido humano de las ciudades: ¿cómo lograr esto a través de las intervenciones urbanas?, ¿cuál rol juega la biodiversidad para el diseño de las ciudades contemporáneas?
Las ciudades deben domesticarse, favoreciendo el uso cotidiano que vincule la mayor diversidad posible. El primer paso es aceptar que nuestras casas no son solo las cuatro paredes que tenemos hipotecadas, sino que nuestra casa y nuestro barrio forman una ecuación compleja de complicidades que empiezan en la intimidad de la cama y acaban en la extrovertida y compartida calle. El rellano de mi edificio, la portería, el bar de enfrente, la parada del autobús, el árbol de la plaza, el aire que respiramos, la calle donde nos “encallamos” y la plaza donde nos “emplazamos”, todo forma parte de la atmósfera y del paisaje de nuestra casa-ciudad.
La corresponsabilidad ciudadana debería ser absoluta en esta ecuación, y el papel de la ciudadanía debería ser la punta de lanza para la reclamación de una justicia socio espacial y ambiental, que permita hacer de la ciudad un lugar más habitable. La ciudad de los 15 minutos de París, las súper manzanas de Barcelona, la ciudad de los cuidados, la ciudad jugable, el urbanismo con perspectiva de género son todas iniciativas que se orientan hacia la reconquista del espacio público desde la cotidianidad de lo doméstico, reequilibrando el despropósito de un espacio urbano que hoy sigue secuestrado por el vehículo privado.
Agencia de Noticias Eafit