La artista plástico mexicana Priscila Vergara encontró en el arte su mayor pasión, pero también halló el enorme valor que tiene la conexión del ser humano con la naturaleza. LA Network dialogó con ella en la ciudad de Puebla.
Priscila Vergara es una pintora mexicana que encontró su vocación de manera tardía, pero finalmente para ser fiel a su vida y a sus pasiones. Desde 2005 ha tenido exposiciones en importantes sitios y escenarios de su país y fue llamada en 2017 por los organizadores de la Smart City Expo Latam Congress de Puebla, primero para desarrollar una obra escultórica que acompañara la gran exposición y luego para pintar una obra que sirviera como símbolo de la Alianza Smart Latam presentada este año en la ciudad de Puebla. Esa obra finalmente ella la llamó El Nido.
En esta entrevista, Priscila comparte su visión sobre el por qué honrar la Tierra y sobre cómo generar un sentido de colaboración entre los humanos para garantizar un futuro sostenible o más aún, la supervivencia de la especie en este planeta, una reflexión que en el proceso de pintura de El Nido llegó a ella como una epifanía.
¿De dónde es usted y cuánto lleva en el arte?
Yo nací en la Ciudad de México, desde niña tuve un llamado desde la pintura, desde el color, desde la luz, sobre todo muy emocional; y recuerdo que en mi niñez los regalos que pedía de Navidad o de cumpleaños eran acuarelas, caballetes o cuadernos para dibujar.
¿Pero había en su casa esa presencia del arte?
No, para nada. Mi papá es ingeniero, mi madre ama de casa, aunque luego salió una abuela que era poeta y tenía esta veta artística. A la hora de elegir carrera, pues en realidad estás muy joven para hacerlo, las voces que escuchaba a mi alrededor eran que pintara de hobbie o en mis ratos libres, que esa no era una carrera. Entonces yo era muy buena para las matemáticas y estudié economía, soy licenciada en economía, pero a la par siempre estuve en talleres, en galerías, pintando y sobre todo muy a mi ritmo y sola haciendo ejercicios.
¿Y la economía la dejó en el cajón?
Al final sí. Acabé la carrera, entré al medio financiero a trabajar y yo lo que añoraba era que acabara mi hora de trabajo para irme a los museos a seguir estudiando, a visitarlos, que era lo que me llenaba mi alma; después de varios años nacieron mis hijos, y después yo creo que como 10 años dejé la pintura.
¿Pero esa pulsión siempre estaba ahí?
Seguía pintando, y lo que sucedía era que la gente reconocía mi trabajo, eso me maravillaba pero yo regalaba mi obra, hasta que me di cuenta que tenía que valorar mi trabajo, que yo era una artista y como que se me había olvidado. Entonces lo retomé, volví a entrar a talleres, volví al oficio de hacerlo más cotidianamente y empecé a ir con grandes maestros en México: con Gabriela Epstein; en Oaxaca, con Marco Bustamante; en Estados Unidos toda la técnica de la encáustica y digamos que me la creí, lo había olvidado, y no cabe duda de que cuando hay una pasión, cuando hay un llamado del alma y del corazón, llega un momento en que lo honras y eso empieza a dar frutos, y entonces cuando empecé a hacerlo comenzó a dar frutos, primero conmigo misma, porque estaba siendo honesta con lo que yo quería hacer, con lo que yo quería decir; y después en el ámbito del reconocimiento externo. Y, qué será, llevaré ya unos 10 años haciéndolo formalmente, tengo un estudio en la Ciudad de México, tengo varias exposiciones colectivas, tengo varias exposiciones individuales.
¿Su obra se enfoca en qué temas?
Mi obra anteriormente era como muy personal. Soy alegre pero tengo una parte nostálgica y melancólica, y eso me da mucho para expresarme y para pintar. Entonces las exposiciones anteriores eran sobre la memoria, sobre hallazgos en lo vivido y pues es obra abstracta, lo cual es maravilloso, porque cada día tiene una historia de la obra que se expone y es increíble, y en realidad cuando me hacen la invitación a Smart City Expo Latam de entrada me costó trabajo pensar cómo me iba a conectar yo con un tema de ciudades inteligentes en cuanto a obra, porque yo soy muy emocional y mi obra es muy emocional; y a raíz de una conferencia de prensa que me invitaron en el marco del congreso de 2017, me cayó el 20 (me di cuenta) que había que regresar al origen y que había que regresar al individuo. Una persona que está en condiciones de carencia, de extrema pobreza, pues cómo puede pensar Smart si no tiene cómo sanar una enfermedad, cómo sanar a sus hijos, cómo sentirse seguro… todo eso me llevó a pensar en la idea del nido.
¿Pero qué en particular le hizo clic?
Oí hablar a la gente del Gobierno y ya somos incrédulos. No está bien que lo diga pero a veces como ves la situación del país y oyes números, y oyes datos en los macro, yo que soy economista, dices: “sí, pero eso cómo se traduce a una persona que vive en techo de lámina y que vive ni siquiera al día porque lo que gana al día no le da para alimentar a sus hijos, ni para salvarlos de una enfermedad que en cualquier otro lugar con una medicina al día siguiente está bien”. Y una pregunta de alguna persona de la prensa que hablaba de los individuos como que ahí me hizo clic y dije “claro, hay que ir al individuo”, y qué necesita el individuo, antes que nada para poder pensar Smart y poder pensar en el futuro, porque un individuo que está en extrema pobreza piensa en el instante de hoy o en el día de hoy, porque no puede pensar en el futuro, y lo que me vino a la mente fue un nido.
¿Por qué el nido?
Porque un nido es donde se gesta la vida, donde se contiene y se sostiene la vida, es un lugar de reunión, es un lugar a donde se regresa, es un lugar de familia. Me puse a investigar sobre la construcción de nidos y es una poesía, o sea, yo a la naturaleza la veo como a una gran maestra, así la reconozco, así la veo, así la honro, así la nombro y así la trato, y es una poesía la manera en la que las distintas aves construyen un nido: hay nidos que están construidos pensando en los depredadores, que son impermeables en un lugar pero tienen espinas en otro lugar, y lo que están preservando y lo que están conteniendo es la vida misma. Y lo que a mí me conectó fue que primero hay que contener esa chispa tan sagrada que es la vida para poder pensar más adelante, porque los que tenemos educación, los que tenemos resuelto el problema económico, y no, porque no sabemos cómo están las cosas con el cambio climático, damos por hecho la Tierra y no, pero lo que consideré es que para cualquier persona, como hay millones en el país que están al día, lo básico es sentirse sostenidos, es sentirse seguros, y bueno, pues ahí vino esta inspiración para hacer la obra que se presentó en el marco del Congreso del año pasado de Smart City Latam Congress, que fue la elaboración de una escultura de gran formato donde se invitó a la gente a participar tejiendo hilos e invitando a la gente a un espacio de reflexión y donde la colaboración es el punto medular y el punto esencial para entender un futuro, y hay que pensar en el individuo pero somos seres interdependientes, nos necesitamos los unos a los otros, construir una red para poder pensar en el futuro y, por supuesto, no dar por hecho al medioambiente y a la tierra que evidentemente está mandando mensajes que no podemos continuar como lo hemos hecho.
En el tema del nido, llevándolo a los temas ciudadanos, es darle la oportunidad de que tenga ese cobijo y esa protección pero para luego cumplir sus sueños como los cumplió usted…
Así es, y sin duda me parece primordial contener y dar un comienzo a una vida con esta contención. Claro, hay muchísimas personas, muchísimos individuos en países como México que no tienen esto, que viven en una inseguridad porque no hay certeza de nada, no hay educación, hay un montón de problemas que no son fáciles de resolver tampoco, y no es nada más una cuestión de los gobernantes, es una cuestión de los individuos también, pero necesitamos crear estos espacios en estas células primigenias que como dije en el discurso, pues después son familias, son colonias, empresas, ciudades, países, continentes y al final es la Tierra misma, es un nido, la Tierra es un nido, y si no la honramos, si no la hacemos nuestra, acabará por deshacerse de nosotros. Yo creo que es momento de tomar conciencia y a lo mejor es una manera muy poética de verlo, pero fue la manera en la que yo me pude conectar con toda esta iniciativa que me parece muy valiosa de las ciudades inteligentes.
¿Este ejercicio de pensar el cuadro y de pensar esta obra le dio también otra perspectiva como ciudadana?
Sí, me dio otra perspectiva aunque me considero una persona con muchísimo que aprender y que aportar, pero desde hace mucho tiempo recuerdo que tengo la conciencia de que somos colaboradores, no podemos depositar todo en el gobierno, no podemos depositar todo en la naturaleza, y justamente le comentaba al Gobernador que este triángulo resultante en la obra se me antojó pensar un vértice como en el individuo y lo que construye el individuo: estas empresas, estas familias, estas sociedades; otro punto sería como el gobierno que son estos líderes que necesitamos, no todos nacemos para estar en donde están los líderes y lo agradecemos, pero no son los únicos responsables; y la otra parte es la naturaleza, a la naturaleza hay que nombrarla, hay que honrarla, hay que cuidarla, es sagrada porque la naturaleza lleva 3.8 millones de años resolviendo problemas de evolución eficazmente, son innovadores, son autosustentables. Hay una ciencia que ahora me tiene muy apasionada, me llama mucho la atención que es la Biomímesis, lo que hace es que emula a la naturaleza en la manera en que ella resuelve problemas y la naturaleza es sabia, los resuelve, lleva 3.8 millones de años y seguirá, incluso con nosotros y a pesar de nosotros. Creo que hay que tener humildad para reconocer eso, y voltear a ver cómo los pájaros hacen un nido, qué es lo que están considerando cuando hacen un nido, y tenemos muchos ejemplos.