Las ciudades pueden usar herramientas como internet de las cosas, big data y aplicaciones móviles, entre otras, para encontrar soluciones tecnológicas a sus problemáticas, pero para propiciar el beneficio común se debe garantizar la inclusión digital.
Por Agencia de Noticias UN
Las ciudades inteligentes deben ser conscientes de su situación, conocer sus interacciones, saber cómo se relacionan y ser capaces de estimar el impacto de sus decisiones en el entorno para alcanzar la sostenibilidad.
Así lo explicó el profesor Jairo Espinosa Oviedo, director científico de Energética 2030 y director de investigación del Grupo de Automática de la Universidad Nacional de Colombia (Gaunal), Sede Medellín, durante su ponencia en el foro “Desafíos de la Cuarta Revolución Industrial”.
Allí destacó que las ciudades pueden usar el internet de las cosas para medir aspectos como el estado de la movilidad (actualmente se utilizan aplicaciones como Waze para estos fines), lo que les permite tomar decisiones y mejorar sus traslados, o como BreezoMeter, que brinda la posibilidad de medir la calidad del aire mediante dispositivos de bajo costo y en distintos lugares.
El big data también es una herramienta importante porque permite observar los patrones de las ciudades; por ejemplo si se requiere buscar un empleo o encontrar el lugar ideal para iniciar un negocio, este permite ver en qué zonas resultaría más estratégico para obtener mejores resultados.
Sin embargo el docente Espinosa advierte que los datos recolectados por sí solos no representan información para tomar decisiones: “es necesario correlacionarlos y también considerar elementos causales para investigar las relaciones que se están presentando”, puntualiza.
Todo tiene su límite
Las ciudades inteligentes también deben conocer sus límites y restricciones en todos los campos, como el presupuestal. Tener en cuenta sus capacidades de inversión, del territorio y de hasta dónde pueden expandirse, entre otros, son elementos a considerar para asegurar la sostenibilidad de sus recursos.
“Deben ser capaces de concebir escenarios; preguntarse: ¿qué pasaría si ocupamos un área determinada, si cambiamos la destinación de ciertos territorios, o si se usan nuevas tecnologías para el suministro de energía o para el manejo de residuos?”, agrega el experto destacando que en estos casos las herramientas tecnológicas pueden ser grandes aliadas.
Por ejemplo plantear soluciones que permitan reducir residuos e incentivar el reciclaje requiere tecnologías a través de las cuales se localicen elementos que para alguna persona signifiquen recursos mientras para otra son desperdicios. Con esto se conseguirían cadenas de suministro eficientes y se evitaría el desgaste de los recursos naturales.
A ello se suma la posibilidad de crear modelos para hacer predicciones de las emisiones contaminantes o simulaciones de cómo afectarían el medioambiente las nuevas obras de infraestructura.
Hacia el bien común
No obstante, Espinosa llama la atención sobre la necesidad de que las decisiones que se tomen en las ciudades apunten hacia la inclusión para disminuir las brechas de desigualdad.
“Si no se definen políticas claras de inclusión digital se podría generar una concentración aún más alta de la riqueza en aquellos que sí tienen acceso a las tecnologías y la automatización”, destaca. En cambio, si se da una democratización del acceso a estos medios, todos podrían aportar y encaminarse hacia el bien común.
En el foro –organizado por la U.N. con el apoyo de la División de Extensión Sede Bogotá, el Instituto de Estudios Urbanos (IEU) y el diario La República– también se cuestionó sobre los avances tecnológicos en cartografía para beneficiar el desarrollo de las ciudades.
