Su nombre es referencia obligada para muchas mujeres que en el mundo árabe han querido estudiar arquitectura e incluso ser profesionales gracias a su ejemplo de tenacidad, talento y libertad.
Zaha Hadid, originaria de Bagdad, Irak, se formó como arquitecta en la Architectural Association de Londres, ciudad en la que pasó la mayor parte de su vida y donde creó su propio estudio de arquitectos.
Luchó contra una cofradía mayoritaria y apabullantemente masculina, como lo es la arquitectura. Y venció, gracias a una capacidad natural para crear sin límites. Solo la aparición de una obra como el museo Guggenheim en Bilbao permitió que su obra -desde el principio salida de todos los cánones-, pudiera tener figuración.
Insistía ella en múltiples entrevistas que jamás hubieran dejado que ese camino lo abriera una mujer. Tuvo que ser un hombre (en este caso, Frank Gehry), cosa que ella agradeció sin egoísmo. Pero su talento la llevó a hacer historia entre esos grandes nombres de la arquitectura, convirtiéndose en la primera mujer en recibir el Premio Pritzker en 2004, considerado el Nobel para esta profesión.
“Quiero hacer edificios que produzcan un nuevo tipo de paisaje, que fluyan junto a las ciudades contemporáneas y las vidas de sus habitantes”, insistía Hadid. Y a fe que lo logró. Su obra está por todo el mundo como una evidencia del rompimiento de los límites físicos en la construcción.
Su tendencia en el diseño hace parte de la corriente del deconstructivismo, un movimiento que nació a finales de la década de 1980 y que se caracteriza por la fragmentación, el proceso de diseño no lineal y el interés por la manipulación de las ideas de la superficie de las estructuras. Hadid se nutrió en esta corriente de maestros suyos como Rem Koolhass.
Durante su trayectoria, también fue destacada con premios internacionales como el Mies van der Rohe (2003) y el Praemium Imperiale en el año 2009, entre otros.
Hadid murió en Miami, Estados Unidos, el 31 de marzo de este año a causa de un ataque cardíaco. Una pérdida temprana de una mujer ejemplar, que a través de sus obras y edificaciones ya se ha hecho eterna.