El Gran Santiago, integrado por 34 municipalidades, decidió consolidarse como ciudad inteligente a través de Sé Santiago y con base en tres líneas de trabajo.
Movilidad eléctrica y movilidad urbana de carga; prevención del delito con base en la tecnología y fomento de la resiliencia; y eficiencia en el manejo de los residuos sólidos sumado a la promoción de la economía circular.
Estos son asuntos gruesos que suenan ambiciosos para cualquier urbe y más aún si se trata de una latinoamericana. Sin embargo, esas son las tres líneas estratégicas de Sé Santiago Smart City, el programa de ciudad inteligente que se apoya en la Corporación de Fomento de la Producción CORFO, entidad a su vez, adscrita al Ministerio de Economía, Fomento y Turismo de Chile.
Sé Santiago empezó a gestarse desde 2016, pero en mayo de 2017 fue que inició su implementación, tomando la decisión de posicionar a la capital chilena y sus 34 comunas o municipalidades como la ciudad inteligente por excelencia en la región y una de las más importantes del mundo.
“Una ciudad inteligente es la que usa las tecnologías y la innovación para mejorar la calidad de vida poniendo a las personas en el centro de esa estrategia”, dice a LA Network el ingeniero informático Pedro Vidal, gerente del Programa Sé Santiago, por demás, con una larga carrera dedicada a temas como la programación y planificación de movilidad.
Para Vidal, aunque estos tres pilares son bastante ambiciosos, también Sé Santiago Smart City halló en ellos grandes oportunidades de aportar en la solución de los problemas del Gran Santiago y sus 7 millones de habitantes (Región Metropolitana).
“Dentro de la hoja de ruta que nos hemos planteado, definimos tres grandes líneas estratégicas. Ahora, cada una de estas líneas es gigantesca, porque hay mucho que hacer en cada una de ellas. Hemos puesto ciertos ojos en función de lo que muestra nuestro propio proceso. No quiere decir que los otros temas no nos interesan pero había que partir y hay que partir de iniciativas con cierto grado de oportunidad para poder catalizar soluciones en la ciudad”, explica Vidal.
Tres objetivos para una Smart City
El primer gran objetivo en Santiago es la movilidad sostenible con dos líneas de trabajo: movilidad eléctrica y transporte urbano de carga.
En este sentido por ejemplo, se tiene la visión de que para el año 2025, el 25 % de la flota de Transantiago sea eléctrica. Se avanza en un diagnóstico de las barreras actuales y en el fomento de la superación de las condiciones que hasta ahora han impedido la creación de un mercado de electromovilidad y también de plataformas de innovación en este aspecto. A ello se agregan acciones tácticas como la capacitación de funcionarios públicos en electromovilidad, por citar solo una.
Sobre el transporte de carga, explicó el también experto en movilidad, hay un enfoque de gestión de datos. Sacar provecho de toda la información que genera este sector logístico. “Toda la información del transporte urbano de carga no está en los servicios públicos sino en el ámbito privado. ¿Cómo accedo a ella? Con trabajo colaborativo. Uno de los proyectos que estamos desarrollando es el Observatorio de Transporte Urbano de Carga, en el que a través de las redes de una universidad podemos conectarnos con el mundo empresarial para que compartan información y ésta se gestiona a través de diferentes estrategias de información y de analíticas, así conoceremos comportamientos y problemáticas de la ciudad”.
En materia de seguridad hay también dos rutas de trabajo. Una es sobre resiliencia, apoyada por la Fundación Rockefeller y con un equipo técnico de la ciudad, y una segunda, con énfasis en la integración de una plataforma de sistemas de televigilancia para prevención de la delincuencia, esto es tecnología al servicio de los ciudadanos.
Y en una tercera área de trabajo, Sé Santiago se enfocó en el problema de la disposición de los residuos sólidos. Y el problema no es para nada menor cuando se calcula que cada chileno genera al día un kilo de ‘basura’ de la que solamente se estaría reciclando entre un 10 y un 15 %. Además de ello hay ilegalidad en vertederos (sin tratamiento sanitarios y generación de lixiviados) y falta de capacidad para procesar la totalidad de los residuos que se generan. Es por ello que desde el programa de ciudad inteligente, la economía circular es uno de los enfoques para aportar en una gestión inteligente de la producción y el aprovechamiento de los recursos.
Sin embargo, ninguna de estas líneas tendría sentido sin poner en el centro a los ciudadanos. En este sentido, explica Vidal, se viene haciendo en el espacio de la innovación. Desde esta dimensión se estimula la participación ciudadana en la solución de los problemas de la región. Al tener el programa un enfoque productivo, el apoyo a las iniciativas tecnológicas (en la amplitud del concepto) desde la gente, reciben todo el apoyo de la red de aliados que integran Sé Santiago.
Pero toda esta ruta trazada se enfrenta a retos muy complejos. El ingeniero Vidal señaló que los desafíos mayores están en relación con el trabajo interinstitucional y la territorialidad. “Tenemos dos grandes problemas: la fragmentación sectorial y la fragmentación territorial. La sectorial porque cada ministerio de la Nación -somos un gobierno centralista-, actúa sobre el territorio y a veces sin las coordinaciones respectivas con los territorios o con otros ministerios. Por otro lado y como ejemplo, en la ciudad de Santiago integrada por 34 municipalidades, cada municipalidad tiene su propio alcalde y cada uno de ellos hace sus acciones y plantea sus planes de gobierno de manera autónoma, no siempre considerando las otras municipalidades, es una situación donde no es muy fácil hacer coordinación”, precisó. Pero lo cierto es que Santiago de Chile está haciendo la tarea para ser la primera ciudad verdaderamente Smart de América Latina, por lo que muchas otras de la región deberían seguir estos pasos.