Las azoteas verdes, según los académicos, son una gran opción para conservar el recurso hídrico si las edificaciones urbanas aún no cuentan con un sistema de captación de agua pluvial.
Un grupo de investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) promueve desde hace dos décadas el concepto ambiental de azoteas verdes, que además de adicionar permeabilidad, hace que el agua retorne a la atmósfera por evapotranspiración y fomenta el crecimiento de áreas verdes.
De acuerdo con Jerónimo Reyes Santiago, del Jardín Botánico del Instituto de Biología de la UNAM, estas azoteas verdes tienen su origen en la milpa, concepto agrícola mesoamericano también conocido como policultivo. Una de sus virtudes radica en la ayuda que las plantas se proveen a sí mismas; por ejemplo, con la diversidad vegetal el riesgo de las plagas disminuye.
Además, ante la necesidad de áreas verdes, el biólogo considera que la última opción para Ciudad de México es fomentar la creación de jardines en las azoteas, con plantas resistentes a la sequía que capten dióxido de carbono de manera eficiente y provean oxígeno.
El aporte científico y tecnológico de los universitarios radica en las azoteas verdes con plantas suculentas de los géneros Echeveria y Sedum, además de otras crasuláceas, cactáceas, agaváceas y nolináceas, como nopales, magueyes, órganos, siemprevivas y amoles. Las crasuláceas, por ejemplo, absorben dióxido de carbono y proporcionan oxígeno, función natural de las plantas, y captan partículas de metales pesados en los grandes conglomerados urbanos, como la Ciudad de México.
Los investigadores de la UNAM sugieren que las plantas que integren las azoteas verdes sean endémicas de México y no exóticas, pues demandan grandes cantidades de agua o son invasoras. En la UNAM decidieron utilizar crasuláceas en las azoteas porque esas áreas citadinas son similares a las zonas áridas, donde la vegetación se ha perdido y la radiación solar es alta; además rebota en los vidrios de las edificaciones y es absorbida por el pavimento.