Hace ya mas de un siglo, el mundo se encontraba inmerso en múltiples y complejos problemas más allá de los sociales y económicos; conflictos bélicos, pandemias y con expectativas de vida alrededor de los 48 años, nuestras sociedades se adaptaron a estos tiempos turbulentos y lograron avanzar con los sacrificios implícitos. Todo este contexto complicado se mostraba en medio de una primera revolución industrial en pleno apogeo y el surgimiento de las grandes ciudades con industrias, autos, tranvías y nuevas formas de socializar. Tras la Segunda Guerra Mundial y los cambios notables que trajo consigo, los avances de la ciencia y la tecnología comenzaron a incidir en nuestras sociedades, transformándola y dotándola de nuevas herramientas. Surgieron, asimismo, la 2da y 3ra Revolución Industrial, que produjeron cambios significativos en las sociedades llamadas modernas o contemporáneas. Ya en el comienzo de la Cuarta Revolución Industrial (4Ri), la aparición de una nueva pandemia y la destrucción de nuestro medio ambiente, han encendido las alarmas en cuanto a las amenazas propias de una sociedad que se denomina moderna e inteligente, pero que no ha encontrado la manera de equilibrar sus ambiciones de desarrollo con su medio ambiente.
Quizás para muchos escépticos, el deterioro ambiental y el cambio climático representen mitos o limitaciones para frenar el desarrollo y los avances tecnológicos, lo cual parece ingenuo más cuando el hombre a lo largo de su historia, ha sobrellevado, avanzado y evolucionado a pesar de las crisis y conflictos. Esta paradoja también no se comprende en seres humanos que ya diseñan máquinas autónomas, viajan al espacio y pueden interactuar por pantallas a miles de kilómetros. De acuerdo a Naciones Unidas (ONU) si bien la actual pandemia que se presenta en el mundo ha causado muertes y un deterioro económico aún sin contabilizar, ha tenido efectos positivos en nuestro medio ambiente. Desde la recuperación de ecosistemas, la reducción de gases de efecto invernadero y la disminución del tráfico ilegal de fauna salvaje, son algunos de los beneficios medioambientales que deja hasta ahora esta pandemia. Asimismo, el Centro de Investigación en Energía y Aire Limpio (CREA), en Estados Unidos, señaló que el cierre de fábricas y comercios en China, junto las demás restricciones impuestas, ha producido una disminución en las emisiones de dióxido de carbono (CO2) de, por lo menos, un 25%, esto debido a la baja sustancial en el consumo de combustibles fósiles (petróleo, gas, carbón, entre otros). Esta cifra representa, a su vez, una reducción del 6% a nivel global.
Por otra parte, el Consistorio de la ciudad de Madrid (España), subraya la reducción considerable de los niveles de contaminación atmosférica. Los datos mostrados muestran una disminución alrededor del 50% de las concentraciones de dióxido de nitrógeno (NO2) en tan solo los primeros tres días de confinamiento. Otro ejemplo lo representa los canales de la ciudad de Venecia, los cuales como pocas veces se habían mostrado completamente limpios. Ya en algunas zonas incluso, se observaba espacios con aguas cristalinas que cobijaba algunos pequeños bancos de peces que se habían aventurado en los canales desde la laguna o desde el mar. Tal como lo destaca el portal de National Geoghaphic, en la ciudad japonesa de Nara, los ciervos campan a sus anchas por las calles despejadas de los habituales turistas, mientras que, en la ciudad de Oakland, situada en la bahía de San Francisco, han sido avistados pavos salvajes que se han adentrado en las instalaciones de una escuela.
Todo este escenario en el cual la naturaleza procura ingenuamente recuperar su espacio dentro de un único planeta, no resulta sorprendente mas cuando todos somos importantes y deseamos tan solo existir y cumplir nuestro ciclo natural como todo ser viviente, ya sea en sociedades sin conflictos o en sociedades con precarios problemas. La aparición de la Pandemia (COVID-19) como todo reto que se le ha impuesto a la humanidad desde su aparición, se superará, pero quedan muchas interrogantes por resolver que deben llevarnos a reflexionar sobre este proceso histórico enmarcado dentro de una evolución forzosa de la humanidad.
A pesar de la clausura temporal de empresas, el aislamiento social y cierre de fronteras marítimas, terrestres y aéreas, la vida ha continuado, acoplándose la educación presencial a la virtual, impulsándose el teletrabajo, socializando con familiares y amigos desde las redes sociales y en muchos casos, promoviéndose nuevas formas de trabajar mas allá de las rutinarias. Como toda crisis que ha atravesado la humanidad, el hombre sabiamente ha sido constante en la búsqueda de soluciones. Los avances de la 4Ri ya comienzan a palparse en la automatización de los servicios y de las tareas propias de las fábricas, en la prestación de servicios a domicilio, transporte, nuestras formas de socializar, la medicina y otras áreas renuentes o pocas visionarias a la evolución de la humanidad.
La interrogante que se plantea luego de superar la pandemia, es si seremos capaces de impulsar esta evolución de manera inteligente como lo hemos demostrado en épocas anteriores, pero esta vez, respetando el medio ambiente y su relevante necesidad de equilibrar la vida de todos los ecosistemas con las actividades que como seres humanos estamos acostumbrados a realizar. Por últimos, debemos comprender nuestro rol como ser humano en el cual debemos evolucionar de manera proactiva y sostenible, sin esperar que muchos de los cambios se presenten intempestivamente, destruyendo nuestros modos de vida y los pocos ecosistemas necesarios para perpetuar nuestra humanidad.