‘Medellín Cómo Vamos’ – Hay avances pero también demandas ciudadanas aún muy incipientes

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LA Network
24 noviembre, 2016 - Alianzas y Comunidades

Justamente este programa está cumpliendo 10 años de trabajo en beneficio del desarrollo de la ciudad. Diálogo con su directora Piedad Patricia Restrepo.

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Piedad Patricia Restrepo – directora de ‘Medellín Cómo Vamos’

A la vez que permiten conocer cómo se transforma económica, ambiental y socialmente un territorio, las herramientas de medición también detectan dónde están localizados los rezagos y permiten definir estrategias consensuadas para enfrentar los desafíos.

Tras el seguimiento y evaluación en los últimos diez años a la calidad de vida en la ciudad, la alianza interinstitucional privada ‘Medellín Cómo Vamos’ tiene muy claro cuál ha sido, en ese lapso, la gran transformación urbana en la capital del departamento de Antioquia y cuáles demandas ciudadanas aún son muy incipientes, pese a las evidencias de problemas sensibles.

Dicha organización  ha logrado incidir en el acrecentamiento de un activo invaluable para los centros urbanos: ciudadanos informados, responsables y participativos, como también en la provisión de capacidades que incentivan el trabajo colaborativo en torno a la calidad de vida.

En realidad, ‘Medellín Cómo Vamos’ es la expresión plural de las siguientes nueve organizaciones del ámbito empresarial, comercial, corporativo, académico y periodístico: Proantioquia, Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia, Universidad Eafit, Comfama, Comfenalco, Periódico El Colombiano, Casa Editorial El Tiempo, Cámara de Comercio de Bogotá y Fundación Corona. Estas tres últimas entidades promueven, desde 1998, el programa ‘Bogotá Cómo’ Vamos.

LA Network dialogó con la directora de ‘Medellín Cómo Vamos’, Piedad Patricia Restrepo sobre los avances de la ciudad gracias a este ejercicio.

—Una radiografía al programa ‘Medellín Cómo Vamos’ en diez años de funcionamiento, ¿qué resultado muestra?

 —Estamos muy contentos porque hemos evidenciado un crecimiento importante. Los grupos de interés saben muy bien lo que hacemos. Nuestro trabajo es independiente y esa independencia hace parte del capital con el que trabajamos.

—¿Cuál puede decirse que ha sido la mayor transformación urbana en Medellín?

—De acuerdo con el seguimiento realizado, la gran transformación urbana ha sido la disminución de la violencia homicida. Nosotros, no solo a través de indicadores de carácter objetivo sino con la encuesta de percepción ciudadana, nos hemos dado cuenta de que la seguridad es un tema transversal, que la calidad de vida no puede entenderse si no se analizan esas condiciones de seguridad y que el ciudadano es cada vez más crítico y demandante de condiciones que le garanticen seguridad. Así, hemos evidenciado entonces que la disminución de la violencia homicida ha sido parte fundamental de lo que se ha denominado la transformación o el milagro de la ciudad de Medellín. No podríamos estar recibiendo premios como el de ‘La ciudad más innovadora’ o el llamado ‘Nobel de las ciudades’ si no fuese porque logramos disminuir la violencia homicida, lo que permitió una serie de transformaciones urbanas en educación, salud, cultura, recreación, deporte, ciencia, tecnología e innovación.

—Pero la demanda por más seguridad no cesa.

 —Sí, todos esos logros llevan a la ciudadanía a ser cada vez más demandante. El ciudadano de Medellín que no está satisfecho con la ciudad como un lugar para vivir, nos está diciendo que todavía hay inseguridad o inseguridades, más ligada no a la violencia homicida sino a delitos contra el patrimonio económico como el atraco callejero, la extorsión, el robo de vehículos, el robo en viviendas. Esas demandas deben ser atendidas por la autoridad local.

—¿Qué problemas, en esa década, se mantuvieron anclados sin solución, ya sea por incompetencia de la autoridad o porque no fueron del interés ciudadano?

 —Yo diría que hay dos. El primero tiene que ver no con el acceso sino con la calidad de la educación. Y eso está en la raíz de los problemas de desigualdad, porque el acceso casi que está garantizado a partir de la oferta pública y privada, más no la calidad que todavía no podemos considerarla como un bien público, como debería ser. Si una persona no tiene una formación de calidad, cuando quiera acceder a la educación superior o al mercado laboral va a encontrar unas barreas infranqueables. Y eso genera desempleo, informalidad, círculos de pobreza y altos indicadores de desigualdad en los que Medellín no ha avanzado con suficiencia. Y el otro problema está en el hábitat urbano, donde un problema crítico sigue siendo las condiciones medioambientales de la ciudad, que este año se han evidenciado por las condiciones del aire que son malas desde tiempo atrás, si se comparan con los referentes de la Organización Mundial de la Salud.

—Y todo por cuenta de una movilidad que aún no es sostenible.

 —Pese a que Medellín ha avanzado en movilidad sostenible, aún tiene enormes desafíos y debe seguir transformando las condiciones de movilidad. Por ejemplo, hay situaciones muy críticas en el centro de la ciudad por la enorme afluencia de parque automotor tanto público como privado. En movilidad hemos avanzado en políticas de control como el pico y placa, las cuales terminan por aumentar los niveles de motorización. Y hemos avanzado muy poco en políticas de gestión de la demanda, o sea que aquellos que se movilizan en carro particular y en moto paguen todos los costos por usar las vías y por contaminar el aire. Si las políticas de control no están complementadas con otras de más largo aliento, terminan por ser insuficientes y por no arrojar resultados en el corto y mediano plazo. Eso lo demuestran evidencias muy sólidas. Pero así como hay que garantizar unos impactos positivos en la calidad del aire, también hay desafíos medioambientales con respecto al río Aburrá Medellín y a sus quebradas afluentes, y con respecto a las condiciones de ruido bastante deterioradas por incumplimiento de las normatividades.

–¿Por qué ante situaciones medioambientales, que como la violencia y la inseguridad también afectan la vida, no hay una fuerte presión ciudadana?

 —Por tener todavía condiciones de pobreza y desigualdad, la gente prioriza en la agenda ciudadana el empleo, la salud, la seguridad y la educación antes que los problemas medioambientales. Y lo que no demande la ciudadanía con ahínco, es muy difícil que entre en la agenda pública. Para que la sostenibilidad ambiental esté en la agenda de prioridades ciudadanas, todavía tenemos un camino largo por recorrer.

—¿Cuál puede ser ese camino?

 —Mayor información y educación permanente. Eso facilita que el ciudadano no solo sea consciente sino que también sea corresponsable,  aportando positivamente a las soluciones de los problemas medioambientales. Sin desconocer el papel de regulación y control a que están obligadas las autoridades.

—¿Qué tan receptiva ha sido la clase política, que en última instancia es la que toma las decisiones, ante esta persistente labor de veeduría?

 —En la definición de los tres últimos planes de desarrollo de Medellín hemos logrado tener incidencia. Somos muy juicios haciendo análisis y recomendaciones puntuales en las etapas previas a la aprobación de los planes. Asimismo, hemos tenido incidencia en el debate y en la agenda pública. Ahora, hay casos en los que las administraciones no han estado de acuerdo con los hallazgos o simplemente consideran que sus agendas son inmodificables porque los rumbos ya están trazados. Lo importante es que se den cuenta que hay ojos avizores observando permanentemente lo que están haciendo. En esa medida la gestión pública se vuelve un poco más disciplinada, además de más transparente.

—¿Tienen medidores que permitan establecer que esta veeduría ha incidido en la transparencia de los gobiernos locales en esta última década?

 —Nosotros no hacemos seguimiento a corrupción como tal. Nosotros no miramos la contratación. Nosotros tenemos una metodología centrada en calidad de vida, tanto de análisis de indicadores objetivos como desde la misma voz ciudadana. En general, Medellín es una ciudad que se caracteriza frente a otras que también aplican la metodología ‘Cómo Vamos’, por tener una percepción mucho más positiva en cuanto al manejo de los recursos públicos, en cuanto a la transparencia e incluso en cuanto a la corrupción. En eso nos destacamos positivamente porque las mejores medidas están ahí. Nosotros en cuanto a corrupción no podríamos decir que gracias a ‘Medellín Cómo Vamos’ en la ciudad hay menor corrupción. No. Ése no es nuestro foco Ésa no es nuestra meta en el trabajo que hacemos. Nosotros evidenciamos la transparencia a partir de la información que nos entregan y a partir de la discusión pública, lo que mejora la rendición pública de cuentas.

—¿Qué desafíos aparecen de cara al futuro?

—Los retos son permanentes. Entendemos que la calidad de vida no solo pasa por las decisiones que se toman en Medellín, sino que comprometen cada vez más a la zona con la cual estamos conurbados, o sea los municipios del Área Metropolitana del Valle de Aburrá. Por eso le estamos apostando a la mirada metropolitana. Otro reto es que queremos que más gente nos conozca y ser un referente para esos ciudadanos mejor informados. Ahí tenemos que ser muy innovadores. Asimismo, tenemos que seguir trabajando y mejorando en red con otras ciudades y conociendo experiencias interesantes. Los análisis comparativos son de un gran valor. Y, por último, tenemos una agenda mundial de desarrollo sostenible, frente a la cual debemos definir una agenda para las ciudades más acorde con las necesidades puntuales.