A partir de una serie de medidas que se deberían implementar en Colombia en los próximos años, como el uso más racional de combustibles y electricidad, se obtendría mayor provecho de la actual producción de petróleo, carbón y gas.
El Plan Integral de Gestión del Cambio Climático para cumplir con el denominado Acuerdo de París por parte del Estado colombiano conlleva una serie de acciones relacionadas con la obligación de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) hasta en un 30 % para 2030, según lo establecido en proyecciones realizadas con la línea base de 2010 presentada por el Ideam.
Aunque ya existen iniciativas de industrias encaminadas a propiciar estos cambios, se advierte sobre la necesidad de que el Estado y las distintas instituciones que lo conforman tengan un mayor liderazgo.
Después de que un grupo de expertos de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.) revisó una serie de estrategias para reducir las emisiones de GEI, se estableció una hoja de ruta que fue presentada al Ministerio de Minas y Energía con el fin de que se adopten las acciones de política pública pertinentes para el caso de Colombia.
“El crecimiento de la población y el poder adquisitivo están relacionados con la tasa de vehículos por habitante, cuyo número ha venido en aumento, con el consiguiente incremento en el consumo de combustibles”, explica el profesor Rodrigo Jiménez, del Departamento de Ingeniería Química y Ambiental de la U.N.
Además se debe considerar que Colombia es un país exportador de minerales energéticos – como el carbón –, además de petróleo, cuyo proceso de extracción también genera emisiones que afectan el medioambiente.
La hoja de ruta
Este escenario ha llevado a que la U.N. proponga acciones alrededor de cinco líneas de trabajo establecidas por el Ministerio de Minas y Energía en 2016: manejo eficiente de la energía, emisiones fugitivas, generación de potencia eléctrica, gestión de la demanda y compensación ambiental.
En cuanto al manejo eficiente de la energía, los expertos han subrayado la necesidad de producir la misma cantidad de hidrocarburos con menos energía, de tal manera que, por ejemplo, las plantas termoeléctricas produzcan más electricidad por cada kilogramo de carbón quemado.
El punto de las emisiones fugitivas se refiere a que durante los procesos de producción de petróleo y gas se generan emisiones que llegan a la atmósfera. En este punto la recomendación de la U.N. es evitar estas pérdidas mediante una serie de procesos técnicos que contribuyan a disminuir los niveles de contaminación, que incluso podrían reutilizarse.
En lo que respecta a la generación de potencia eléctrica, la propuesta de la U.N. busca fomentar la inserción de fuentes menos contaminantes en el mercado eléctrico, como energía eólica o de luz solar, además del empleo de biocombustibles como la caña de azúcar.
Respecto a la gestión de la demanda se advierte la necesidad de disminuir los picos de los consumos diarios motivando el desplazamiento de las horas de consumo de energía, lo cual se haría mediante el establecimiento de tarifas diferenciales cuyo valor aumente en las denominadas horas pico –entre 7 y 9 de la noche– para disminuir la participación de la generación térmica durante el pico de la demanda, producida a partir de carbón natural.
“Una de las posibles alternativas es fomentar el uso de fuentes de energía renovables, como solar y eólica, y además que los usuarios tengan baterías que puedan recargar en las horas de menor demanda para luego usarlas en las primeras horas de la noche”, explica la profesora Sandra Téllez, del Departamento de Ingeniería Eléctrica y Electrónica de la U.N.
En tal sentido se ha establecido la necesidad de implementar el uso de nuevas tecnologías con el fin de hacer mediciones inteligentes, además de ofrecer un portafolio más robusto con tarifas diferenciadas en las que el valor de la energía consumida cambie según la hora. También se recomienda fortalecer la cultura energética.
Agencia de Noticias U.N.