Barrios informales en Latinoamérica: ¿los programamos? (Entrevista a David Gouverneur)

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LA Network

Parece una herejía: destinar tierras y recursos para este tipo de ocupación del territorio. Mirada a la edición en español del libroSoportes Informales: La ciudad autoconstruida del futuro’.

Favela Rocihna – Río de Janeiro

David Gouverneur, afirma que sus concepciones y propuestas sobre lo que deben ser los asentamientos o barrios informales en las ciudades latinoamericanas, tienen detractores, tanto dentro de la arquitectura y el urbanismo convencional como dentro de los políticos tomadores de decisiones.

Y tal vez si usted leyera su libro Planning and Design for Future Informal Settlements: Shapping the Self-Constructed City, pensaría que el arquitecto venezolano con Maestría en urbanismo de Harvard, es, por los menos, un insensato, o por decir lo más, un romántico.

Pero nada de eso.  Como diría el dramaturgo y poeta irlandés Oscar Wilde, “En los mejores días del arte no existían los críticos del arte”.

Y es que lo que propone el profesor del Departamento de Arquitectura del Paisaje de la Universidad de Pennsylvania, en ‘Soportes Informales: La ciudad autoconstruida del futuro’, es que al estar conscientes de que en las ciudades de Latinoamérica se seguirán presentando la dinámica de crecimiento de barrios, territorios informales o autoconstruidos; lo que se debe hacer es disponer de tierra, recursos y planificación para esa apropiación.

“Lo que dice el libro es que el paradigma de planificación tradicional no sirve porque en el momento en que se sanciona un plan se le da plusvalía a la tierra y se excluye al pobre del proceso de urbanización. Esto dice, planifiquemos capturando la tierra, sabiendo que parte de esa tierra será para los procesos de autoconstrucción”, explica el académico y autor.

Para apoyar su propuesta, recuerda que las entidades de orden mundial indican que hoy hay 1.000 millones de personas que viven en asentamientos autoconstruidos y que en los próximos 25 años esa cifra se duplicará. En Río de Janeiro se llaman favelas; en Buenos Aires son villas miseria; en Medellín son barrios populares; en Bogotá se denominan tugurios; en Tegucigalpa son arrabales o champas. Los nombres son distintos pero los denominadores y las carencias comunes: falta de espacio público; déficit de servicios públicos básicos; bajos niveles de educación y recreación; fenómenos delincuenciales.

“Eso es un gran porcentaje de la población global y cómo se prepara uno para lidiar con ese crecimiento demográfico, con las presiones sociales, ambientales, de gobernabilidad que significa el proceso de urbanización. Pues esas técnicas que hemos usado hasta ahora no han servido”, expresa.

David Gouverneur. Foto Penn Stuckeman School

Según Gouverneur, sus planteamientos y los de sus colegas sobre asentamientos informales se expusieron desde los primeros años de la década de los 90, en una conferencia internacional realizada en Caracas con participación de expertos del mundo que habían estudiado el tema y se preocupaban por la situación en las ciudades.

“De esos investigadores que llevaban años estudiando el tema y de su opinión profesional, sus pares los menospreciaban, les decían ‘barriólogos’ pues no se dedicaban a hacer diseño, edificios bellos”, recuerda el urbanista.

Sin embargo, de esa ocasión y desde su posición como Director Nacional de Urbanismo de Venezuela, partió su apoyo al Plan de Rehabilitación de Barrios de Caracas que se adelantó desde 1994. “Fue el primer instrumento serio, técnico de rehabilitación de barrios en Latinoamérica, es un texto precursor”, menciona.

Desde ese momento estas propuestas se implementaron en Río -durante la alcaldía de César Maia (mediados de los 90)- y de forma más consistente en Medellín durante la alcaldía de Sergio Fajardo, ello con la participación del hoy director de Urbam, el arquitecto Alejandro Echeverri; transformación de ciudad reconocida en el mundo por sus impactos sociales.

“Cuando yo veo lo que se hizo en Medellín y que había comprensión política;  que las comunidades incrédulas vieron los beneficios y bajaba la violencia y la autoestima subía; ví que lo que propusimos en Venezuela se daba en Medellín, sentí felicidad”, recuerda el experto.

Sin embargo, Gouverneur reflexionó sobre este enfoque que calificó de exitoso y, sobretodo, necesario, pero que pensó, es bastante complejo, oneroso y engorroso pues es “como hacerle una intervención quirúrgica a un ser vivo”.

Explica que hoy se intervienen los barrios para dotarlos de espacio público: una cancha, una unidad médica, una vía, un colegio y ello requiere derribar casas en un territorio abigarrado ya existente.

De allí que en su libro, el urbanista venezolano proponga un nuevo enfoque para estos asentamientos informales y es, como se dijo antes, que las ciudades, una vez conscientes de que esa apropiación del territorio seguirá sucediendo, se preparen organizando el espacio público -no el privado (viviendas)-, de ese territorio, para las distintas fases de ocupación.

Para Gouverneur, las viviendas las hace la gente, la comunidad, y el trabajo de los planificadores -siempre equipos interdisciplinarios trabajando en el territorio y junto a la comunidad, con la comunidad -, será ordenar el territorio, dotarlo de las estructuras de soporte. “¿Cómo creamos las condiciones para que las nuevas ocupaciones de comunidades se aprovechen de ellas?”.

Un ejemplo de ello se da en un escenario como Medellín. Allí llegan 50 personas desplazadas -por la violencia-, que ocupan un territorio. Sabemos, dice el autor, que en esa tierra adecuada, determinada por el gobierno para ocupar, esas personas ahora no necesitan una vía para un corredor de movilidad pero en 10 años sí.

Se conserva esa franja de terreno con una granja común, por ejemplo,  en la que se cultiven alimentos, que sí son en este momento de llegada una necesidad de la comunidad vulnerable económicamente. “Pasados 10 años ya hay 20 mil personas. Ya se han insertado en la ciudad, ya tienen algún empleo y sus hijos van al colegio. En ese momento ya compran sus alimentos en un mercado y no es su prioridad cultivarlos pero sí tener un sistema de transporte. Entonces, destaca Gouverneur, ya ese terreno se tendrá para ese uso y no será necesario hacer intervenciones costosas.

“El libro dice, vamos a darle a esos espacios unos usos tempranos de interés de la comunidad. En el crecimiento informal hay que planificar con visión de futuro, con la comunidad.  Es una cuestión pedagógica, trabajada en sitio y no es un urbanismo estático”, concluye el autor sobre lo que puede ser una opción clara de construcción de ciudades sostenibles, humanas y equitativas.