Como el contraste existente entre las viejas murallas de la época colonial y los modernos complejos turísticos, empresariales y residenciales; asimismo es el que muestra Cartagena, la quinta ciudad en tamaño de Colombia, frente a su auge económico actual y las condiciones excluyentes en que vive gran parte de su población.
Ello representado en datos como que Cartagena, la capital de Bolívar, -con 1´013.389 habitantes-, es la tercera ciudad en el país con mejor Producto Interno Bruto ($15.6 millones en 2012), solo superada por Bogotá y Bucaramanga. Sin embargo, al mismo tiempo, Cartagena para el año 2015 era la segunda ciudad con la pobreza más alta del país entre trece capitales con una 26.2% frente a 32.9% de Cúcuta.
Esa contradicción económica y social está enmarcada en el próspero momento que vive la ciudad gracias al auge en cuatro sectores productivos: el minero-energético con base en la refinería petrolera Reficar; el portuario; el turístico y el de la construcción; aunque ello no sea un aporte para disminuir la desigualdad entre los cartageneros que según el Coeficiente Gini para el año 2015, ubicó en el quinto lugar en el país al denominado ‘Corralito de Piedra’ con un 0.467 (siendo 0 igualdad total y 1, desigualdad absoluta).
Según los autores, esa pobreza está asentada en un bajo nivel educativo (solo 13,6% de los jefes de hogar cartageneros cuenta con educación superior, frente a ciudades como Pasto con más de 25%). Esta situación de vulnerabilidad educativa la ha conducido a fenómenos como la explotación sexual que según cifras recientes afecta en un 85% a niñas y un 15% a niños menores de edad.
Otra de las variables de la exclusión social en Cartagena es la deficiencia en prestación de servicios públicos, con indicadores en los que solo en materia de gas, las ciudad presenta aceptable servicio, mientras que en agua, acueducto y alcantarillado siempre está en penúltimo lugar entre las trece principales ciudades colombianas.
Ahora, dentro de ese contexto de falencias e inequidades, la población afrodescendiente es las más afectada por la pobreza: menores ingresos, bajo nivel educativo y contextos violentos con altas tasas de homicidios hacen parte del entorno cotidiano de esta minoría étnica. “De hecho, de acuerdo con datos del Cosed para 2015 y de Cartagena Cómo Vamos para 2008, la correlación entre el índice de NBI (Necesidades Básicas Insatisfechas) y la tasa de homicidios por comunas es de 89%”, indica el análisis.
¿Y cuál es el escenario territorial en el que las anteriores falencias se desarrollan? Básicamente una ciudad muy vulnerable ante fenómenos como las inundaciones, contaminación del mar y aumento de temperaturas con efectos en ecosistemas vulnerables, cambio climático. En el caso de las inundaciones estas pueden afectar no solo a poblaciones de bajos recursos económicos sino incluso a sectores más pudientes y algo crítico, al sector turístico que sustenta gran parte de la economía local.
“Este escenario traería consecuencias negativas tanto para zonas de estratos altos como para aquellas ubicadas sobre la ciénaga de la Virgen”, afirma el informe sobre datos actuales y proyecciones a 2040.
Frente a la mitigación de los impactos del cambio climático y los riesgos de inundaciones, la ciudad tiene estipulado el Plan 4C que, en consideración de los autores del informe, deja mucho que desear al destinar, seis veces más presupuesto para intervenciones en las zonas hoteleras y turísticas que para las zonas con población más vulnerable. “En total, el Plan 4C tiene un presupuesto estimado de $147.125 millones (a precios de 2014), de los cuales solo $7.000 millones (4,75%) serían destinados a zonas de la mayor vulnerabilidad socioeconómica”.
Los retos de Cartagena
El reto entonces de la ciudad turística e histórica de Colombia por antonomasia, será la reducción de las inequidades que fomentan la exclusión y un desarrollo desequilibrado, es decir, no sostenible, no solo de cara a una ciudad más humana sino más preparada para portar en los tiempos del posconflicto. Por ello, y a modo de conclusión, el comentario del reconocido ambientalista Rafael Vergara, incluido en el informe y que califica de vergonzosa la situación de la ciudad: “Tan es así que las zonas de mayor exclusión, vulnerabilidad ambiental, bajo nivel educativo, deficientes servicios públicos e informalidad, son las habitadas por la población afrodescendiente y los desplazados del conflicto, que sobreviven todos en zonas de alto riesgo”.