Organizaciones civiles quieren ordenar a 450 bancas de segundo piso que omitan apoyo a proyectos que no apunten al cambio verde.
La organización ambientalista internacional 350.org está convocando a las organizaciones, movimientos y ciudadanos del mundo, para la adopción de una declaración conjunta en la que se exija a las instituciones públicas financieras que se comprometan a alinearse con los objetivos del Acuerdo de París y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), evitando destinar más recursos para el sector energético con base en combustibles fósiles.
“El dinero público debe apoyar al planeta y las personas, incrementar el apoyo a proyectos resilientes, abordar la crisis de las deudas soberanas, poner fin al financiamiento de combustibles fósiles y apoyar una transición justa”, indicó la francesa Clémence Dubois, una de las voceras de la iniciativa.
Integrante de 350.org y moderadora del webinar ‘Nuestro dinero, nuestra vida, nuestro futuro: un llamado a la movilización antes de la Cumbre de Finanzas en Común’ que convocó a distintas organizaciones y activistas, Dubois señaló que la cumbre es el “momento crucial para comprender la importancia de las finanzas para detener la crisis climática”.
Durante el encuentro, Laurie van der Burg, integrante del movimiento Oil Change International puso sobre la mesa un dato que evidencia el desbalance y el peligro que implican las decisiones que se están tomando de cara a la posible transición a un planeta más verde.
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“¿Una verde y justa recuperación? El apoyo del G20 en planes de recuperación de combustibles fósiles durante el COVID-19 asciende a US$151.000 millones mientras que el apoyo a los planes de recuperación en energía limpia solo alcanza US$89.000 millones”.
Así lo había advertido LA Network desde julio al reportar el llamado de atención del Rastreador de Política Energética (energypolicytracker.org) que monitorea en detalle el destino de las inversiones de los dineros públicos de las 20 economías más poderosas del mundo.
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Más de 450 bancos de desarrollo en París
Entre el 11 y el 13 de noviembre de este año se realizará en la capital francesa la tercera versión del Foro de París sobre la Paz en la que, por vez primera, se realizará la Cumbre de Financiación Conjunta que “destacará el papel de los bancos públicos de desarrollo para compaginar las respuestas necesarias a la crisis a corto plazo con las medidas sostenibles de recuperación que repercutirán en el planeta y en las sociedades a largo plazo”, señaló el ministerio francés de Asuntos Extranjeros.
“A medida que el mundo intenta abordar las múltiples crisis provocadas por el colapso climático y COVID-19, esta es una oportunidad que no podemos perder”, señaló 350.org en su llamado a comprender las maneras en las que los dineros públicos, concentrados en los bancos de desarrollo, ya sea internacionales, nacionales o regionales son determinantes en la crisis por el cambio climático. “Está claro que tenemos que detener los combustibles fósiles, y también es bueno comprender el flujo financiero de fondos del Norte Global al Sur», señaló Dubois.
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Petróleo, carbón y gas fueron hostigados durante el encuentro como causantes principales de la deteriorada situación ambiental. “El problema del gas en Mozambique es un ejemplo perfecto de cuando los países ricos invierten en los países más pobres: el dinero nunca va a las personas. Cuando hay ingresos de los combustibles fósiles en Mozambique y África, van a las élites», manifestó la activista local Ilham Rawoot.
Para el movimiento internacional, la banca de desarrollo está financiando la crisis climática. Y no le fata razón.
La situación se ha convertido en un círculo vicioso que pone en juego hasta US$2 billones en una balanza que está inclinada del lado de los combustibles fósiles que tan solo en 2018 rompieron un récord en aporte de emisiones: 36.600 millones de toneladas de CO2.
El dato representa nada menos que un incremento del 61 % comparado con el año 1990, en el que se abrió el diálogo y las negociaciones internacionales de cara al Convenio de Río sobre cambio climático del año 92.
Sin embargo, la dinámica demuestra que es posible ir más allá, del lado negativo claro está: durante 2019 las emisiones se superaron de nuevo: 37.000 millones de toneladas de dióxido de carbono CO2.