El Banco Mundial diseñó una estrategia basada en la ciencia del comportamiento que casi duplicó el número de personas que separó correctamente sus residuos sólidos.
Cierre sus ojos e imagine una montaña de 412 500 aviones Airbus 380, la aeronave de pasajeros más grande del mundo. Así de impresionante es la cantidad de residuos sólidos que producen los latinoamericanos anualmente: nada menos que 231 millones de toneladas cada año.
Con un modelo tradicional de vertederos o rellenos sanitarios ya revaluado y con terribles impactos en el medio ambiente, el consenso es que el reciclaje, la recuperación y el reusar son la solución.
Sin embargo, ello requiere que los ciudadanos hagan una correcta separación de los residuos en el origen, en sus hogares, en el que se calcula que cada persona puede llegar a generar hasta un kilo diario: se calcula una impactante generación individual de 270 kilos de ‘basura’ anualmente.
En el área metropolitana de Trelew, a 1 200 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires y con una población de 225 000 habitantes, los ciudadanos actúan de tal manera que solo el 3 % de los residuos sólidos llega al proceso de reciclaje.
Ello, pese a que el Banco Mundial financió y construyó en 2013 una planta de reciclaje para que semanalmente se envíe allí el material recuperable y así enviar al vertedero local solamente los residuos sólidos orgánicos que el planeta reprocesa.
Frente a este reto, el mismo Banco Mundial desarrolló una ingeniosa solución con unos resultados -por ahora-, impresionantes: que cerca del 82 % de los ciudadanos cambien su comportamiento con una inversión de solo 55 centavos de dólar por hogar intervenido.
¿Cómo lo hicieron? Aplicando principios de la ciencia del comportamiento a través de su Unidad de Integración de la Mente, el Comportamiento y el Desarrollo (eMBeD) que se propuso cambiar la mentalidad de los trelewenses en dos sentidos: separar correctamente y sacar los residuos los días pactados.
“El equipo envió cartas y calendarios imantados con distintos mensajes a aproximadamente 4.800 destinatarios. El 90 % fueron enviados a hogares, y el resto, a pequeñas empresas. El objetivo era subrayar la importancia de respetar el día asignado (jueves) a la recolección de los residuos reciclables, y transmitir mensajes prosociales (destacando los beneficios para la sociedad y para los demás) acerca de por qué las personas deben hacer un esfuerzo y separar los residuos (“¡Si separás, nos ayudás!”), explica Jorge Luis Castañeda, Economista integrante de la Unidad de Mente, Comportamiento y Desarrollo (eMBeD), Práctica Global de Pobreza y Equidad del Banco Mundial.
De esta manera, agrega el experto, se influyó en las personas con dos tipos de contenidos: uno con información sobre el proceso de recolección -centrado en el comportamiento- y otro “motivacional” con testimonios del personal de las plantas de reciclaje relatando lo problemático de su labor si los ciudadanos mezclan los residuos sólidos.
La iniciativa emprendida por el Banco Mundial junto al Instituto Alemán de Desarrollo y claro, las autoridades locales; fue evaluada para ver si funcionaba. “Dos semanas después de distribuir las cartas y los calendarios, el equipo recolectó los residuos de 899 puntos de vertido seleccionados de manera aleatoria. Recogieron un total de 3,5 toneladas de basura, y midieron el peso y el volumen de cada bolsa y evaluaron la forma en que se habían clasificado los residuos en cada una de ellas. Además, durante las semanas posteriores a la intervención, el equipo realizó encuestas breves a 2 700 hogares centrándose en las prácticas de separación de residuos”, indica Castañeda.
El resultado fue el impresionante 82 % de cambio: la tasa de separación de los hogares -comparando los que recibieron el material frente a los que no, pasó del 17 al 31 % de separación.
Actualmente los expertos de la eMBeD del Banco Mundial están evaluando mucho más este exitoso experimento que podría cambiar el panorama de las ciudades latinoamericanas y si se tiene en cuenta que la perspectiva es que para 2050 la generación de residuos aumente un catastrófico 70 % -es decir a 3 400 millones de toneladas anuales-; el caso Trelew podría ser un modelo a implementar en el corto plazo.
“Dado que el desarrollo sostenible depende de los Gobiernos y sus ciudadanos, nuestro objetivo será continuar probando herramientas normativas centradas en el comportamiento que puedan reproducirse en distintas geografías y aplicarse a un conjunto más amplio de cuestiones de políticas”, expresa el experto del BM.