¿Cómo empezar a creer de nuevo en nosotros?, como personas, como sociedad

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Fernando Hernández Avilés
2 diciembre, 2016 - Cultura

¿Cómo empezar a creer de nuevo en nosotros?, como personas, como sociedad

Fernando Hernández Avilés / @generacambios

Empezar con la idea de “volver a creer” y acercarnos a ella, sin importar donde estemos, quienes seamos, lo que hagamos para vivir, nuestras creencias, miedos y alegrías. Sentencia por sí misma una casi necesidad, una realidad, e incluso una posibilidad, de que estamos perdiendo eso que nos da brillo, vida y color en nuestro andar por la tierra, en compartir y crecer con lo que nos rodea, o en mantener pese a todo, una fe, en algo más allá de lo que podemos ver a simple vista.

Pareciera que estamos perdiendo esa capacidad o sensibilidad de soñar despiertos, de sorprendernos, de alegrarnos, de sentirnos felices sin razón, de creer en la posibilidad de algo, que al unirnos nos hace más, mucho más, que cada uno por separado.

Crecer, soñar, trabajar, sonreír, crear, amar y confiar, es algo que como personas, como grupos, como humanos, como animales, como seres, que tenemos la posibilidad de ser felices en conjunto a partir de la individualidad de cada uno, nos merecemos y debemos sembrar y fomentar.

Y es que podemos partir de ti, o de mí, quizá te ha pasado, que en algún momento te preguntaste o afirmaste, ¡Yo ya no creo en nada, ni nadie!, ¿Cómo podría creer en la gente si todo el tiempo nos estamos haciendo daño?, a mí también me ha pasado, y seguro a alguno de tus conocidos, familiares y amigos también.

Justamente, hacia allá quiero dirigirme, y lejos de entrar en una discusión, filosófica, psicológica, política o social, quiero rescatar y darnos el derecho, de que a veces tenemos tanto cansancio personal, pero también social, tantas presiones, tanto debo ser, debo tener, debo cumplir, que me concentro en eso, y aunque queramos, que no es fácil salirnos de la tan absorbente dinámica en la que nos encontramos atrapados.

Pero si es posible, y aunque no será fácil, ya que necesita la participación y colaboración de todos, se puede lograr, más, si reconocemos, que tiene que empezar en algún lugar, y ese lugar somos nosotros, cada uno desde nuestro espacio, tiempo y momento de vida, puede empezar a hacer la diferencia.

No perdamos de vista, que así como lo anterior, también tenemos la capacidad de darle vuelta a aquellas situaciones que nos pueden tener por momentos en la lona, pero de las cuales somos capaces de aprender, entender, sentir, fortalecernos y compartir, para que pueden servirnos de piso, de razón y emoción para para empezar de nuevo.

Antes que la posibilidad de continuar ignorándonos, olvidar lo que nos gusta y hacer sentir vivos, tenemos la oportunidad de construir y empoderar lo mejor de nosotros, de fortalecer nuestra capacidad resiliente de vivir, superar y trascender lo adverso, que nos permita, bien estar con nosotros, nuestro entorno, nuestro presente y también nuestro futuro.

De este modo, me permito compartir desde mi ventana, un par ideas a re descubrir, tomar de nuevo en nuestras manos y seguir compartiendo…

  1. Darnos la oportunidad de expresar nuestras emociones y construir nuestros sentimientos.

A cada emoción que vivimos debemos darle su cause natural de expresión, para poder entender como nos sentimos ante determinadas circunstancias que suceden en nuestra vida, debemos darle el derecho a nuestro cuerpo, corazón y mente de manifestar lo que esta viviendo, y no tratar de callar o detener por presión social, o sentirnos vulnerables, lo que deseamos manifestar.

Eso nos permitirá empezar a construir nuestros verdaderos sentimientos ante la vida, nosotros mismos y los demás. Si sientes miedo expresa tu miedo, si sientes alegría y quieres construir amor, constrúyelo. Nada nos detiene, paraliza y limita más, que el hecho de no creernos con el derecho de expresar lo que sentimos y deseamos manifestar.

  1. Perder, equivocarnos y aprender

La vida es más fácil, realizable y llevadera, una vez que entendemos que ganar y ganarle a todos, no es sinónimo ni objetivo de vida, de bien vivir, o bien ser. La idea de que tenemos que ser los mejores, de ser casi perfectos, de hacer de cualquier actividad, una hazaña digna de héroes, es sólo eso, una idea. La cual es tan poderosa, que nos atrapa en una necesidad permanente de hacer hasta lo imposible por no perder, por no equivocarnos, por destacar, por triunfar, sin importar sobre que o quienes tengamos que pasar.

Cuando en realidad, perder, equivocarnos, fracasar en algo, es tan o más natural que nosotros mismos, forma parte de nuestro proceso de aprendizaje intelectual, pero también emocional, necesitamos descubrir, conocer, interactuar, jugar y manipular todo a nuestro alrededor, y al hacerlo, claro que nos vamos a equivocar, de ahí viene, la posibilidad realista de aprender y evolucionar a nuevas cosas.

Sin embargo la presión e idea social que todos fomentamos, de que la vida no tiene lugar para perdedores, nos tiene a la mitad de la población estresada y ansiosa, por tratar de hacer y ser lo mejor, en algo que quizá muchas veces no entiende o desea, y a la otra mitad nos tiene un poco intimidados, incapaces, de podernos subir a ese tren de alta competitividad de ganadores.

Es más sencillo que eso, date la oportunidad de fracasar y aprender, no seas tan duró contigo, pero no olvides que también tienes que darle la oportunidad a los demás.

  1. Dejarnos soñar despiertos

Ya estás grande para soñar, ubícate y se realista, es momento de que te pongas a estudiar y trabajar en cosas reales, deja tus sueños en el pasado, ya no eres un niño. Ésta puede ser una de las sentencias más repetidas en diferentes lugares de la tierra, en donde la necesidad de materializar lo que hacemos en cosas que nos permitan un aparente bien vivir, no da lugar ni espacio, para poder pensar o realizar en nuestros sueños. No podemos comer ni vestir de sueños.

Y sin embargo, es a partir de los sueños, que todo nace, por que limitarnos esa oportunidad de soñar, de imaginar cosas mejores, lugares, personas, situaciones, realizaciones que trasciendan lo que vivimos.

Es a partir de soñar, que nos nacen alas para imaginar, y miles de brazos para realizar.

  1. Más cafés, más llamadas, menos chats o comunicación digital

La emoción y el vibrar cuando estamos cara a cara con alguien, platicando lo que sentimos, nuestras ideas, vivencias o sueños, es indescriptible e incomparable, necesitamos fomentar más el sentarnos a la mesa a tomar un buen café, compartir la comida o los alimentos y platicar de nosotros y de los demás.

Algo similar pasa cuando escuchamos al otro lado de la línea telefónica la voz de un ser querido, o de alguien que para nosotros es importante.

Darnos la oportunidad de tener más reuniones, hacer más llamadas, de expresar en viva voz nuestro ser y hacer, es algo que además de unirnos, nos ayudar a reforzar los lazos emocionales y sentimentales con nosotros y nuestro alrededor.

Da una sensación de veracidad, de realidad y de posibilidad cuando estamos frente al otro, que actualmente pocas veces se puede equiparar con el mandar un emoticon por whatsapp o tener constantemente video llamadas por cualquier red social digital.

Siempre es un buen momento para convocar a un café de emergencia, incluso un buen vino o cerveza, bajo cualquier pretexto, incluso el de celebrar que estamos vivos y lo podemos realizar. A veces es demasiado tarde para intentar hacer todo eso, que muchas veces nos acostumbramos a hacer a través de la practicidad de los medios digitales.

  1. Leer y escribir

Tomar un libro entre las manos, la posibilidad de deslizar de página a página con un movimiento de nuestros dedos, mirarlo de arriba abajo, sostenerlo y adentrarnos en su contenido, es una de las experiencias más enriquecedoras que tenemos como seres humanos.

Estar físicamente con nuestros pensamientos y emociones en un lugar dado, y de pronto viajar a otros lugares, con otras personas, tocar nuevas ideas, sentimientos, posibilidades y realidades, es algo que nada como una buena lectura, nos puede dar.

De la misma forma el practicar la escritura de nuestras ideas, de jugar con las palabras para darle forma a nuestros pensamientos, es un ejercicio que nos ayuda a organizar todo, desde nuestra capacidad de pensar, de relacionar nuestras emociones e incluso de plasmar y enlistar formas de hacerlos realidad.

Sin considerar que nos enriquece nuestro lenguaje, nuestra capacidad de solución de problemas, nos devuelve la posibilidad de soñar, y nos ayuda a mejorar nuestra comunicación, creatividad, con muchas y diferentes opiniones y sentimientos.

  1. Jugar y dibujar

Jugar no es cosa de niños, es cosas de personas, es nuestra forma de reconocer que podemos experimentar con lo que nos rodea en nuestro mundo, sin la necesidad de sentirnos juzgados o presionados por hacerlo, es dejarnos ser en todo el sentido de la palabra, es descubrir, es crear, es realizar y soñar.

Lo mismo pasa con la oportunidad de pintar, rayar, trazar o dibujar nuestras experiencias, emociones y sentimientos, cuando nos soltamos con el lápiz, el crayón o el color, no sólo damos rienda suelta a nuestra imaginación, también abrimos la posibilidad a generar procesos neuro psicológicos que nos ayudan a reforzar la memoria, la capacidad creativa y también la de procesar información.

Nos hace felices, perdemos el miedo, nos auto conocemos e incluso nos sirve de pretexto para socializar.

  1. Poner atención a quienes nos rodean y lo que nos rodea

Ninguna otra cosa nos une más, que el sabernos escuchados o atendidos por la otra persona, nos hace saber y sentir que somos importantes, lo suficiente como para que nos dediquen nuestra atención y tiempo.

Cuidar los detalles, concentrarnos en lo que pasa con la gente que es importante para nosotros, es una clara señal de que si hay motivos y personas por las cuales vale la pena creer, que podemos seguir soñando en alcanzar nuestra plenitud como seres humanos.

Aún en una dinámica tan de prisa y absorbente como la que vivimos, podemos encontrar juntos los momentos para compartir, para observar, cuidar y apapachar el corazón de nuestra familia, compañeros y amigos.

Date la oportunidad de darle su justo momento, tiempo y atención a aquello que es importante en tu vida.

  1. Dejarnos sorprender

Parece en idea, complicado, que con la agilidad y velocidad de las redes sociales, podamos mantener viva la capacidad de sorprendernos con lo que nos pasa a nosotros, nuestro entorno y nuestra sociedad.

Nos acostumbramos a ver tanto y tan rápido, tanta información de contenido y emocional, que nos dejamos de lado el dedicarle un segundo a la emoción que eso pueda provocar en nosotros.

Sin embargo, no podemos olvidar que uno de los motores que nos ayuda a evolucionar en nuestra vida, es la capacidad de sorprendernos y crear de ello, lo que sea.

Desde una imagen, una palabra, hasta una sensación, debemos liberarnos la capacidad de sorpresa y fomentarla en quienes vienen detrás nuestro.

Si olvidamos la emoción de la sorpresa en lo cotidiano, estamos empezando a sepultar el sentimiento de la creencia en algo mejor.

  1. Salir al parque o al bosque

Somos animales, seres vivientes, que sienten y se nutren y crecen a partir de todo lo que los rodea. Tenemos una necesidad real y muy poderosa de conectar con todo lo vivo que nos rodea, desde los rayos del sol, desde el rocío de una lluvia, desde el aroma de la tierra mojada, el olor encantador de una flor, hasta el poder ver y reconocer a otros animales su capacidad y posibilidad de vida.

No nacimos para estar encerrados en medio de muros y pantallas digitales e inertes, necesitamos respirar aire puro, caminar, nadar, brincar, subir y bajar.

En cada oportunidad posible, no dudes, en escapar de tu ambiente cotidiano, si puedes huir a un pueblo, bosque, montaña, mar, hazlo, el cine, el teatro, el concierto, la plaza, la casa, son importantes, pero no se van a ir.

Deja que tus sentidos e instintos huyan más allá de lo que alcanzan a percibir, déjalos expandirse, volar, contactar con su naturaleza y regresar.

  1. Tener Fe y esperanza

Esa corazonada, esa mirada furtiva al cielo, ese mensaje inesperado, esa casualidad de la vida, esa aparición sorpresiva, esa buena fortuna, ese golpe de suerte e incluso es milagro redentor, ese pensamiento positivo que viene a ti de repente, esa opción y posibilidad de creer que hay algo “más allá de lo real”, mantenlo siempre vivo, ahí está, quizá no como quisieras, pero si crees en algo, nunca, pero nunca lo abandones, que esa idea de poder tampoco te abandonara.

No dejes de creer, de ayudar y compartir, de pedir y de soñar, de fracasar, intentar y lograr….

Te mando un abrazo muy fuerte, mientras disfruto un rico café de olla.

Fernando Hernández Avilés

Presidente de la Asociación Mexicana de Resiliencia

www.resilienciamexico.org

Consultor Estratégico en Desarrollo Humano

www.generacambios.com

 

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