La cultura genera economía. Actualmente, hablamos de economía creativa para referirnos a los bienes y servicios culturales tangibles e intangibles, entendiendo a la cultura como un bien colectivo y es reconocida hoy en día como un motor económico. Hasta antes de la pandemia, el UNCTAD (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo) destacó que el mercado global de los bienes creativos fue de $509 mil millones de dólares a nivel mundial, y con tasas de crecimiento de las exportaciones de más del 7% en un periodo 13 años (2002 al 2015). Según la cuenta satélite de cultura del INEGI, en México el PIB Cultural en 2020 fue de $640,687 millones de pesos, es decir el 2.9% del PIB nacional, mientras que en el 2019 fue del 3.2% del PIB.
Las diversas expresiones culturales y creativas de las poblaciones de América Latina, tienen su origen en la cohesión social y en el placer colectivo, además generan derramas económicas importantes. Dos ejemplos son las fiestas populares de “La Candelaria” en Ciudad de México y “Iemanjá” en Salvador de Bahía.
La Fiesta de la Candelaria es un sincretismo, tiene raíces prehispánicas y motivos católicos. En México, se practica la tradición que quien sacó al “niño Dios” en la rosca de reyes debe invitar los tamales el 2 de febrero. En la raíz prehispánica, el 2 de febrero coincide con el undécimo día del primer mes del antiguo calendario azteca y en la tradición católica, ese día, se presenta al niño Jesús en el templo. Por ejemplo, en Xochimilco al sur de la Ciudad de México, tiene lugar una de las reproducciones culturales y religiosas más impresionantes para vestir al “Niño Pa”, que involucra a todos los habitantes de la comunidad, al grado de ser el centro de la vida cultural. Familias enteras rotan la custodia del “Niño Pa” y mayordomos financian no sólo la vestimenta, sino también la comida, bebida y gastos de las fiestas a la que acude toda la comunidad. Cultura viva comunitaria para ser felices y economía solidaria para la cohesión social.
En Salvador de Bahía, Brasil, el 2 de febrero se lleva a cabo la Fiesta de Iemanjá (Diosa del mar), y es considerada la mayor fiesta religiosa del candomblé en un espacio público. El candomblé es un culto afrobrasileño hacia las doce orixás, entre ellas, la orixá Iemanjá. Los orixás brindan dones y conexiones con la naturaleza, donde lo principal es favorecer la felicidad terrenal, satisfaciendo los distintos deseos humanos, encauzándolos de un modo positivo, pero sin reprimirlos. En Bahía, en las playas del Rio Vermelho (Rio Rojo), localizado entre los barrios de Ondina y Amaralina, sus pobladores y visitantes, celebran a la Reina del Mar con ofrendas principalmente de flores.
Estas prácticas culturales altamente simbólicas, basadas en las capacidades intelectuales y emocionales de sus poblaciones, impactan económicamente en las ciudades. La cultura tiene importancia estratégica para el contexto social, las políticas públicas y el desarrollo sostenible, si atendemos su dimensión económica.
Esta columna que hoy inicia es un espacio de colaboración entre Conecta Cultura y LANetwork, para contribuir a la reflexión actual sobre los aportes de la economía creativa en las ciudades de América Latina.