El Banderín quiere seguir conquistando con la conversación y el vermú

derecho_1
LA Network
3 febrero, 2019 - Cultura

En la esquina de Guardia Vieja y Billinghurst, en el barrio de Almagro, se erige desde 1929 “El Banderín”, un bar que resiste a las cadenas de cafés que se diseminaron por la capital argentina.

Este café conserva su estética original y tiene cada vez más competencia en los aledaños. Foto: Celeste del Bianco

Celeste del Bianco – Periodista (Buenos Aires)

“Soy un conquistador de la gente, tengo un don especial”, cuenta Mario Riesco, que a los 83 años sigue al frente del bar en el que nació.  “Nací en esta esquina, antes era un almacén-bar, lo abrió mi padre, Justo Riesco, el 15 de noviembre de 1923”, cuenta.

Con letras fileteadas en las ventanas y un cartel que da cuenta de sus años, el café conserva su estética original. Cientos de banderines de distintos clubes de fútbol colorean las paredes, se intercalan con camisetas autografiadas y fotos de glorias del deporte nacional.

“Mi compadre me traía muchos banderines, él viajaba seguido a Austria y de cada viaje, me traía alguno. Ahora viene gente de distintos clubes y me los dan para que los cuelgue”, explicó Mario, hincha furibundo de River Plate desde hace 78 años, capaz de embanderar la esquina cuando el equipo ganaba un campeonato.

“¿Cómo se hace para perdurar? Te tiene que gustar, yo abandoné los estudios en el Colegio Nacional porque el trabajo que a mí me gustaba era éste. A mí me gusta tratar con la gente, soy muy hablador. Todo el mundo se lleva bien conmigo, acá podés preguntar a diez cuadras a la redonda por Mario el de El Banderín, me conocen todos. Porque yo soy muy bohemio, no soy como esos que tienen un bar y cierran y se van a la casa, no, yo voy a tomar una copa aquí, una copa allá, me gusta conversar, soy muy futbolero, yo hablo con todos”, relató Mario sentado en una mesa en la vereda mientras saludaba a una vecina.

Mario Riesco, hijo del fundador de El Banderín y actual propietario. Foto: Celeste del Bianco

Mario también tiene el don de saber hacer el vermú, un clásico aperitivo argentino. “¡Si habré servido vermú acá! Hay jóvenes que vienen y me dicen `Hágame uno como lo hace usted´. Porque en los bares no hay sifones…vos pedís un cinzano con fernet y tenés que poner la soda que hace la espuma. Queda más gustoso, más lindo, te quedan los bigotitos cremita marcados”, explicó mientras se le dibujaron unos bigotes en el rostro. “Ahora vos pedís y te lo dan con una botellita de soda, que la ponés y no tiene fuerza. Se perdió todo eso”, completó Riesco.

Si bien considera que el bar sigue siendo un punto de encuentro y conversación, reconoce que hay costumbres que se han extinguido: “Antes era distinto, era otro ambiente, estaba la gente del barrio, se levantaba y venía a tomar un café, a leer el diario. Ahora se van a trabajar o se van al centro, se toman un café al paso y listo”, le contó a LA Network.

“Ahora hay cadenas de pizzerías que vos vas y te dan café, antes a las pizzerías ibas a comer pizza. El verdadero bar hacía café y te tomabas la copita y el vermú. Ahora venís a Kentucky (cadena de pizzas), te dan café, te dan fideos, de todo. Hasta en la farmacia te dan café. Acá hay una agencia de quiniela, a dos cuadras, que con una máquina te dan café, cortado, tocás un botón y listo. Eso es ir para atrás porque tiraron la gastronomía”, relata y agrega que está evaluando seguir abriendo por las mañanas. “No sé si no vamos a dejar de abrir a la mañana porque a esa hora hay mucha competencia. Tenés las cadenas de pizzerías que te hacen café con leche y te regala un poco la medialuna, la ponen más baratas porque las hacen ellos. Y después pedís una pizza y te afanan vivo y son feas”, expresó con nostalgia.