Desde Francia, el experto peruano, encargado de la Asociación Internacional de Desarrollo Urbano (INTA) para Latinoamérica, repasa las estrategias de los países: ninguno estaba bien preparado.
La pandemia por coronavirus que están viviendo el mundo y Latinoamérica, sigue generando reflexiones en torno a lo que han sido los paradigmas, la planeación, la equidad, la gobernanza, por citar solo algunos debates.
LA Network dialogó con el peruano Luis Buezo, promotor para la región de INTA, la Asociación Internacional de Desarrollo Urbano, red de 4 000 expertos de todo el mundo que trabajó en Asia – Europa y que ahora hace presencia en Latinoamérica.
Sociólogo con Maestría en Sociología de las Organizaciones y experto en soluciones urbanas, compartió con LA Network, sus reflexiones y las de la organización que integra, con el fin de sumar aprendizajes que permitan la construcción de una ‘nueva ciudad latinoamericana’, más consciente si se quiere, de sus aptitudes y debilidades.
¿Cómo evalúa la reacción de las ciudades latinoamericanas a la pandemia?
He realizado algunos vídeos sobre las experiencias con el ánimo de que las respuestas acertadas puedan inspirar, no la misma solución, pero sí el mismo espíritu. Y digo esto porque lo que percibimos es que las ciudades que tuvieron un liderazgo ya sea del sector público, o de la misma empresa privada, fueron las que reaccionaron mejor. Ninguna ciudad estaba preparada para una situación de este tipo, no se trata de decir quién reaccionó bien o mal porque todos no estábamos preparados en América Latina. En el resto del mundo unas estaban mejor que otras, pero en la región el desborde de los sistemas de salud fue una muestra de ello.
¿Qué ciudades destacaría en la aplicación de ‘una sola estrategia’?
Alguna gente reaccionó de manera consecuente con lo que venía haciendo ya de tiempo atrás. Un ejemplo de esos es Argentina, el primer país donde hubo un muerto por COVID-19. Ha logrado tener una tasa baja de personas infectadas y de muertos porque los gestos fueron oportunos: pidió que la gente conservara el confinamiento, distancia social, lavado de manos, que respetaron bien.
Ejemplo Rosario y La Plata. Rosario casi que es el lugar donde quisiera estar en la pandemia porque todos los servicios funcionaron: la gente muy disciplinada, sin necesidad de que haya una mano dura, sin necesidad de que haya militares en las calles. En La Plata la organización de la gente para atender sus adultos mayores, pues su población adulta mayor es muy amplia y ha tenido periodos incluso sin contagios. Estas ciudades tuvieron una sola estrategia, pero otras de la región fueron como pollos que corrieron para todas partes.
En la región ha sido evidente la discordia entre niveles de la gobernanza. ¿Cómo han visto usted y su organización esa disputa?
La crisis desnudó los límites que tienen los gobiernos subnacionales respecto a las capacidades: capacidad de respuesta no solo institucional sino la de las competencias, yo tengo competencia en esto, sino la capacidad de las personas, la capacidad profesional, la capacidad humana.
Un ejemplo de ello es Perú. En el norte de Perú, zona donde cada año hay inundaciones o problemas relacionados al fenómeno del Niño, sequías o inundaciones, las autoridades locales estaban completamente habituadas a que cada vez que había un problema sus capacidades se desbordaban y su primera reacción era pedir ayuda al gobierno central. Total dependencia. En esta ocasión cuando pidieron al gobierno central este les dijo: yo estoy más desbordado que tú.
En Colombia ha habido una reacción aceptable con los liderazgos locales y el nacional. Pero las otras ciudades se perdieron y se fueron por su lado y eso se agrava cuando los poderes públicos no están en sintonía y cuando en la gobernanza multinivel un gobierno local está por un lado y un gobierno nacional va por el otro. El ejemplo es México, con los gobernadores por un lado tomando medidas que eran de sentido común pero el gobierno nacional no. En Brasil fue igual y todos están yendo por su cuenta: algo como sálvese quien pueda.
¿Desde INTA qué se ha reflexionado sobre las consecuencias de la pandemia?
Nuestro planeta, nuestra región, nuestras ciudades deben entender que no es que vaya a venir la crisis de cambio climático: el COVID-19 está dentro de una crisis general que es la del cambio climático y empezó hace tiempo. El COVID-19 es solo un capítulo más dentro de esa trama.
Diversas organizaciones han estado debatiendo sobre esa nueva ciudad. ¿Para usted y su organización cuál debe ser?
Durante mucho tiempo ha sido algo sobre lo que nosotros hemos puesto la lupa. Durante mucho tiempo nos habíamos obsesionado con la smart city, la ciudad inteligente, pero nosotros consideramos que esa no era la ruta. Hemos planteado la ‘inteligencia territorial’.
La inteligencia territorial no hace énfasis en la logística, en el software, en la conectividad, no. Sino por el contrario hace énfasis en las personas, es revalorar la inteligencia de las personas, de valorar los recursos que se tienen el territorio y esa es la inteligencia territorial.
Entonces esa inteligencia territorial nos dice que el territorio debe ser resiliente y hoy en día yo creo que más que smart city tenemos que poner por delante la bandera del territorio resiliente, un territorio resiliente que se cuestiona desde el principio, la relación entre quienes tienen acceso y quienes no. Y hay una cuestión muy clara y es el tema por ejemplo del agua. Si tú tienes un gran sector de la población que no tiene acceso al agua entonces tu propia vida está en riesgo.
Qué vale que unos tengan internet y accesibilidad y un smartphone, pero los otros no lo tengan y lo mismo sucede con la vivienda: si tú tienes una vivienda donde no te ofrece las condiciones para poder estar confinado en un período tan largo como el que hemos tenido, entonces eso expone a todos.
En LA Network los expertos han debatido si la gran ciudad o la ciudad intermedia, ¿usted qué piensa?
Nosotros hemos propuesto el equilibrio territorial, las relaciones de equilibrio porque hoy en día, por ejemplo, va a haber muchas personas que van a utilizar el argumento de que el transporte masivo es una cuestión que nos pone en riesgo por qué las personas pueden contaminarse y que lo mejor va a ser utilizar el transporte individual. Entonces digamos que no hay que caer en ese juego de blanco y negro sino al contrario, tratar de encontrar cuestiones de equilibrio y saber que hay algunos servicios que por economía de escala van a tener que estar. Si uno está enfermo y necesita rápidamente ser atendido en urgencias pues que está a muchos kilómetros del centro de atención es mejor estar cerca entonces, hay que saber encontrar un ecosistema que tiene que ser pensado manera articulada.