Informe diagnosticó las falencias en sostenibilidad de cuatro de las principales ciudades de este país de cara a la firma del Acuerdo de Paz y al posconflicto. ¿Cuál es el papel de las urbes luego del conflicto que tuvo como escenario central la ruralidad?
Una expresión frecuente entre los colombianos es que la paz no la constituye exclusivamente la ausencia de conflicto armado. Que ella se construye también con base en la justicia social, la equidad.
Esa equidad, es entendida como “el acceso igual a la cultura, a la educación, a la salud, y el derecho de contar con un ambiente sano que permita disponer de aire, agua, tierra, paisaje y comida suficientes para todos”; según el antropólogo de la Universidad Nacional de Colombia y Doctor en Ecología humana, Gerardo Ardila Calderón.
Así define ese concepto crucial el académico en el prólogo del informe ‘Ciudades Sostenibles en el Posconflicto en Colombia: Cartagena, Bogotá, Medellín, Bucaramanga’, presentado este año por la fundación socialdemócrata alemana Friedrich-Ebert-Stiftung y el Foro Nacional Ambiental; un concepto que constituye, a su vez, la base de un desarrollo sostenible que además, debe contar con la participación activa de los ciudadanos en la toma de decisiones.
Y precisamente, al hablar de sostenibilidad de cara al posconflicto, el informe llama la atención sobre el papel que tienen las ciudades en ese proceso de consolidación de paz, una consideración que, además de haberse omitido en los Acuerdos de Paz , las deja vulnerables como tomadoras de decisiones frente a ese nuevo panorama, pues además esos pactos se constituyeron como marco para la formulación e implementación de políticas públicas en muchos temas esenciales para la calidad de vida de sus habitantes.
“Este aspecto es especialmente interesante si se tiene en cuenta que lo discutido en los acuerdos no considera –al menos de forma directa– los impactos de los acuerdos de paz sobre las poblaciones urbanas del país y sus territorios. Se requiere una doble mirada: la manera como el desarme impacta a las ciudades y como la sociedad se prepara o no para ello; y cómo las ciudades se incorporan al proceso de paz y asumen los retos que implica prepararse para ello”, indica el profesor Ardila Calderón.
Retos de sostenibilidad para la paz
Y esos retos son, precisamente, enormes. Ello como conclusión de los distintos análisis realizados por el informe para estas cuatro capitales colombianas que, según el académico, deberán “superar la segregación en todas sus formas: socio espacial, económica, política, cultural, racial, de género, religiosa, junto con el mantenimiento y reforzamiento de la lucha para erradicar la pobreza”.
A esa superación de la segregación, se suman desafíos como la formulación e implementación de políticas públicas que para enfrentar el cambio climático; más y mejores herramientas de gobierno y “mejorar las interrelaciones rurales y urbanas”, que respondan, cómo no, a la presión que ejercen las grandes ciudades sobre los recursos de la ruralidad.
Y por último, según el antropólogo, “La creación de mecanismos culturales, jurídicos, políticos y sociales para fortalecer lo público, lo colectivo –los bienes comunes– y así enfrentar la corrupción en todas sus formas. La tendencia a expulsar de la ciudad a las personas con menor capacidad de pago resulta en la localización de grandes poblaciones humanas en las áreas de riesgo”.
Esta es una síntesis de las consideraciones del informe en el que expertos e invitados, formulan los que consideran, son los puntos sobre los que estas ciudades deben trabajar para ser más sostenibles y consolidar, como pretenden los Acuerdos que concluyeron con 50 años de conflicto, “una paz duradera”.
