“La ciudadanía, como la ciudad, se puede reinventar”: Saskia Sassen

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LA Network
19 octubre, 2016 - Alianzas y Comunidades

Frente a las “anticiudades” que expulsan por su desigualdad, la socióloga Saskia Sassen cree que una urbe debe ser el espacio en el que los sin poder también puedan hacer una historia. Sólo así se puede hablar de una ciudad “hecha por su gente”.

Saskia Sassen

El nombre de Saskia Sassen es cada vez más familiar en el mundo y, en particular, en América Latina, un territorio de alto contraste entre legalidad y criminalidad, entre reafirmación de la vida sobre el reinado de la muerte, entre el surgir como territorio con “ciudades globales” o permanecer en un mundo invisible, temáticas de interés para alguien cuyos estudios sociales le han merecido respeto, acatamiento y reconocimiento orbital.

Dialogar con Saskia Sassen o asistir a sus charlas académicas, es salir de nuestro desconocimiento sobre muchas de las nuevas realidades de la ciudad y el mundo que habitamos. Esta profesora holandesa con ciudadanía norteamericana hace hincapié en que “estamos en una época en la que los ciudadanos perdemos derechos, mientras que ciertos actores, como las corporaciones, los ganan”. Realidad que se hace evidente en tratados de libre comercio, por ejemplo.

En su preocupación constante nace una de las razones por las cuales siempre está invitando a “recuperar la ciudad”, a “reinventarla”, a “defender el espacio público”, lucha que enmarca en un convencimiento: “La ciudad es un sistema complejo e incompleto y ahí reside la capacidad de tener vidas largas y reinventarse a través de los siglos. Vidas mucho más largas que empresas formales y poderosas, que reinos, que repúblicas. La ciudad sigue viviendo a través de los siglos. Pero esa capacidad de vivir a través de épocas históricas, tiene que ver con lo complejo e incompleto”.

A los escépticos les advierte y les alienta: “La ciudadanía, como la ciudad, se puede ir reinventando en muchas otras modalidades. Y eso tiene buenas y malas cosas… Pero sepamos que nunca vamos a lograr una ciudad perfecta. Siempre ha habido poder, abuso, explotados. Lo que sí podemos lograr es volvernos hacedores y ahí hay mucho que hacer”. Sobre todo porque “en las nuevas geografías de participación, para movilizarte a través del mundo hoy no necesitas una visa”. Pero, para actuar, un “hacedor” ha de tener muy presente la vigencia de un “sistema anticiudad, cuya lógica es que para nuestra seguridad, nosotros primero tenemos que ser sospechosos”.

Dicho sistema olvida o ignora que la seguridad se consigue de una manera más efectiva: “por medio de la integración y no la fortificación y militarización de la ciudad”.

Ello ha llevado, afirma Saskia Sassen, a que se estén coleccionando todos los datos sobre lo que hacemos cada hora, cada día, cada semana, mes tras mes, año tras año. Y, para completar, el mundo prosigue el tránsito, sin miramiento alguno, hacia la expulsión. “Hemos llegado a un punto que va más allá de la desigualdad creciente y tremendamente destructiva. Hemos pasado a la expulsión que, como una categoría de nuestra época, se vuelve invisible. Y una vez que estás fuera, ¡estás fuera! Con la exclusión social siempre existe la esperanza de que uno pueda ser reconocido. La expulsión es absolutamente radical”.

La inquietud y los interrogantes que siempre plantea Saskia Sassen, además de sensatos, entrañan el peso de un compromiso: “Lo que a mí me generan todas estas tendencias negativas de expulsiones muy especializadas, muy particulares, en más y más dominios, es la pregunta ¿quiénes somos, entonces, los ciudadanos?, ¿qué significa ser ciudadano hoy?”. La respuesta, en boca de ella, parece obvia: ciudadano es toda persona que contribuya a que “la ciudad, uno de los espacios más complejos que hemos generado y construido colectivamente a través del tiempo, sea un territorio donde los sin poder también hagan una historia”. Y, en tal escenario, es pertinente tener presente el concepto de “ciudad global”: “un espacio de producción de capacidades avanzadas para la organización y el manejo de la economía global”.

La mirada escrutadora de la socióloga Saskia Sassen sobre América Latina, le ha llevado a convencerse que en la ciudad colombiana de Medellín “la importancia del espacio público es excepcional”. Aseveración que refuerza cuando agrega: “Lo de aquí no se compara con Nueva York ni remotamente porque allá hay mucha privatización. Londres, de pronto sí”.

En escenarios mundiales se ha referido a Medellín como “una ciudad transformada”, “una ciudad hecha por su gente”, una ciudad con “una fuerza especial” donde los pobladores se esmeran por hacerle saber al visitante que “esta es mi ciudad”. Entre otras capitales de América Latina, afirma, “Medellín está ascendiendo y uniéndose a circuitos globales específicos”, en medio de conflictos y el influjo de fuerzas sociales, culturales y políticas que, por sí sola, no puede controlar.

Pero sus apreciaciones no significan, advierte, que Medellín haya dejado de ser una urbe con barrios marginales sin acceso al espacio urbano, con miles de personas expulsadas de toda oportunidad y con un gran acumulado de desempleo, pobreza, rabia e impotencia de cambiar tal situación.