Una investigación de University of Southern California (EE.UU.) ha demostrado que los barrios objeto de gentrificación en ese país se vuelven más blancos, alterando comunidades minoritarias. Un asunto de referencia cuando este fenómeno se expande cada vez más en muchas ciudades latinoamericanas.
Los residentes y los activistas contra la gentrificación tienden a temer que la gentrificación (fenómeno de elitización de barrios y sectores antes deprimidos de una ciudad), provoque el desplazamiento de los residentes blancos, mientras que algunos expertos creen que es una señal optimista de auge económico que permitiría a las personas ascender económicamente.
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Un nuevo estudio de University of Southern California USC (EE.UU.), basado en datos del censo nacional, muestra que el ascenso vecinal -una definición amplia y eufemística de gentrificación- está asociado con el cambio racial o étnico. En pocas palabras, los investigadores concluyeron que los barrios objeto de gentrificación se vuelven más blancos, alterando así las comunidades minoritarias.
«Cuando los vecindarios blancos experimentan ascenso socioeconómico, retienen a los blancos. Y cuando los vecindarios minoritarios lo experimentan, se vuelven más blancos», señaló Ann Owens, autora principal del estudio y socióloga del USC Dornsife College of Letters, Arts and Sciences.
«Nuestro estudio indica que el ascenso socioeconómico en realidad está perpetuando la desigualdad racial existente dentro y entre los vecindarios», explicó Owens.
Tal tendencia ha sido reportada y observada en áreas como Highland Park en Los Ángeles, los vecindarios altos de Nueva Orleans años después del huracán Katrina y en áreas metropolitanas de alta densidad como la ciudad de Nueva York.
Para el estudio publicado el 20 de abril en la revista Urban Affairs Review, Owens y la coautora del estudio Jennifer Candipan, también de la USC, examinaron los datos del Censo y la Encuesta Comunitaria Estadounidense en 380 áreas metropolitanas desde 1990 hasta 2010 para determinar con qué frecuencia el ascenso del estado económico en los barrios correspondía a un cambio drástico en su composición racial y étnica.
Identificaron el 25 % de los vecindarios como «ascendentes»: sus ingresos medios se habían duplicado, su porcentaje de residentes con un título universitario había aumentado en 14 puntos porcentuales, su porcentaje de residentes que trabajaban como profesionales asalariados había crecido 15 puntos, y los costos de las viviendas se habían duplicado.
En el período de 20 años del estudio, los vecindarios ascendentes se poblaron con gente blanca. La mayoría racial cambió de 18 a 30 % en los vecindarios minoritarios que estaban en aumento, en comparación con menos del 12 % cuyo estatus socioeconómico no mejoró.
Por ejemplo, entre los barrios que no experimentaron un auge inmobiliario o de gentrificación, menos del 1 % de esos lugares mayoritariamente negros, asiáticos e hispanos se convirtieron en mayoría blanca, y de hecho la población blanca en ellos disminuyó
En comparación, en los barrios ascendentes u objeto de gentrificación se hicieron más blancos, aunque rara vez se convirtieron en la mayoría. Los investigadores descubrieron que los blancos se convirtieron en la mayoría en el 11 por ciento de los vecindarios ascendentes de mayoría negra, el 5 por ciento de los vecindarios ascendentes mayoritariamente asiáticos y el 6 por ciento de los vecindarios mayoritariamente hispanos.
Mientras tanto, los barrios predominantemente blancos tendieron a permanecer así a medida que mejoraron socioeconómicamente. Tres cuartas partes de los barrios predominantemente blancos se mantuvieron en su mayoría blancos, en comparación con el 58 % de los barrios blancos que no ascendieron.
Owens dijo que los hallazgos muestran que los tomadores de decisión, gobernantes locales, los legisladores y las comunidades se enfrentan a preguntas difíciles y compensaciones cuando se trata de la gentrificación.
«¿Cómo revitalizas los vecindarios sin cambiar el carácter del área ni desplazar a las personas?» se preguntó. «¿Cómo invertir en un lugar y caminar por la cuerda floja entre la atracción de nuevos recursos mientras reconoce y preserva su comunidad existente?»
Owens señaló que algunas ciudades han recurrido a tácticas como el congelamiento de impuestos a la propiedad o leyes que preservan la vivienda asequible para que los residentes no sean expulsados del mercado de alquiler.
«El ascenso puede ser un proceso que refuerce, en lugar de alterar, la jerarquía racial /étnica existente entre los vecindarios», escribió.
Justamente en su libro The New Urban Crisis, el urbanista Richard Florida explica cómo la gentrificación es uno de los asuntos más delicados que enfrentan ciudades globales como Nueva York, Boston, San Francisco o Londres, y que va de la mano con otros asuntos igual de complejos como la falta de acceso a la vivienda, la segregación y la desigualdad.
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Un síntoma dramático de esto es que en casi todas las áreas metropolitanas, los barrios de clase media están desapareciendo. Para Florida, las ciudades y suburbios están siendo “reemplazados por una metrópolis de mosaicos, en la que pequeñas áreas de privilegio están rodeadas por grandes franjas de pobreza e inequidad.”
La aparición de una especie de urbanismo ganador que se lleva todo para unos pocos y amplía la franja de perdedores, son signos de una profunda falla de la economía en los centros urbanos, que sin duda amenaza el bienestar. Este estudio de la Universidad del Sur de California va en esa dirección.
Y aunque está comprobado en muchos casos que los fenómenos de gentrificación en América Latina generan diferencias en términos de condición o estrato social más que étnicas o de raza, esta investigación es un importante referente para comprender un fenómeno que cada vez es más común en nuestro continente.