Guaranda, “Puerta de La Mojana”. Foto: wikipedia

Hace pocos días tuve la oportunidad de visitar tres municipios de la región de La Mojana en el Departamento de Sucre. Aunque ya había ido un par de veces a San Marcos, fue mi primera vez en Guaranda y Majagual. Esta es una región golpeada por la violencia y la pobreza que no cesan a pesar de que se dice que es la despensa agrícola de Colombia y, por tanto, con un gran potencial económico.

Si bien la carretera está en buen estado, la panorámica del viaje no es muy alentadora. Los paisajes son hermosos, con grandes terrenos dedicados a la ganadería y la agricultura, principalmente para el cultivo de arroz que secan sobre la vía principal, pero la miseria de los habitantes se percibe durante el recorrido. Cuentan los ciudadanos que normalmente viven tierra adentro pero en época de invierno, cuando las lluvias arrecian, tienen que migrar a casas hechas de palo, paja y bolsas plásticas a la orilla de la carretera huyéndole a las inundaciones. Las condiciones de vida son inhumanas por donde se le mire.

La primera parada del recorrido fue Guaranda, llamada la “Puerta de La Mojana”, a casi cuatro horas de Sincelejo. Las vías pavimentadas del municipio apenas cubren las calles aledañas a la plaza principal. El recorrido continuó hacia Majagual, el “Corazón de La Mojana”, a unos pocos minutos de Guaranda y un tanto más grande. Al día siguiente llegamos a San Marcos, “La Perla del San Jorge”, un municipio con más cara de ciudad y más movimiento a pesar de los casi 40 grados de temperatura que son normales en esta zona y que ahuyentan de las calles incluso a los pájaros.

Los tres municipios comparten las mismas problemáticas; inseguridad y extorsión, que siguen rampantes; ausencia de planificación y ordenamiento territorial, viviendas con dificultades para acceder a agua potable y saneamiento básico así como una gestión del riesgo de desastres inexistente; problemas sociales que afectan a los jóvenes como la falta de empleo, las drogas y el alcohol; ausencia de infraestructura dedicada a la cultura y el deporte; prácticas de minería ilegales que producen contaminación y efectos en la salud humana; y falta de oportunidades laborales y fuentes de ingreso estables, principalmente. Comparten también su trazado urbano, muy similar al del resto de ciudades colombianas que heredaron de La Colonia; un centro dominado por la Iglesia principal y sus instituciones gubernamentales. 

En síntesis, son tres municipios donde predomina la actividad comercial y agropecuaria, siendo San Marcos el centro con mayor actividad económica de la región. Suena a cliché sí, pero esta región, que además involucra otros municipios de Antioquia, Córdoba y Bolívar, es muy rica. Y con este adjetivo me refiero a que tiene gran valor económico y ambiental, además de que sus suelos son muy fértiles porque están rodeados de mucha agua, incluyendo ríos, ciénagas y caños. Sus habitantes son gente buena y, en su mayoría, humilde y dedicada a la economía de subsistencia, abandonada de manera consistente en el tiempo. Ojalá cuando volquemos la mirada a esta despensa, que alberga gran diversidad natural y cultural, no sea demasiado tarde.