No habrá agua; ahora sí, que empiecen los juegos del hambre

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Horacio Urbano

Jugamos con el destino, y ni modo, llegó la hora de pagar una factura que nos empeñábamos en negar. No habrá agua; ahora sí, que empiecen los juegos del hambre.

Por Horacio Urbano*

No se trata de ser alarmista…No hace falta. Ser alarmista fue un barco que ya hace mucho tiempo que zarpó.

Hoy hablar de una brutal crisis por falta de agua, la que ya tenemos encima, y, sobre todo, la que se nos viene encima, es solo reconocer que ha llegado el momento de pagar una cuenta a la que todos le hemos sacado la vuelta.

Es solo reconocer que el momento llegó y que ya están aquí las consecuencias de lo que con toda irresponsabilidad y ceguera provocamos.

Jugamos con el destino, y ni modo, llegó la hora de pagar una factura que nos empeñábamos en negar. No habrá agua; ahora sí, que empiecen los juegos del hambre

Insisto, es una cuenta que no debiera sorprendernos y que nos compete a todos.

Todos…Incluidos nosotros, que, como sociedad, hemos sido tontos, indolentes y poco exigentes. 

Todos… Incluidas también las empresas que de plano hacen como que no ven, o que se limitan a lavaditas de cara buena ondita (vulgar greenwashing), implementando jaladas que en verdad no son una respuesta acorde con el tamaño del problema.

Todos… Pero, evidentemente, muy en especial, quienes desde el gobierno tendrían que haber hecho algo antes de llegar a este punto.

Porque sí, la crisis del agua tiene y tendrá responsables con nombre y apellido…Con siglas y colores de partido.

Porque es un hecho que este año la falta de agua será un inmenso problema en muchas ciudades del país, evidenciando que no solo no hemos sabido cuidar este maravilloso recurso natural, sino, que, además, hemos manejado con las patas todos los sistemas usados para almacenarla, tratarla y distribuirla.

Porque si bien, como dicen, el agua nos la da Dios, Dios ni la entuba, ni es el responsable de dar el debido mantenimiento a esa tubería.

Porque el hecho es, que además de todo lo que se ha hecho mal durante décadas, hoy es trágicamente evidente que un porcentaje muy importante de nuestra agua se pierde en la increíble cantidad de fugas que se multiplican en todas las líneas de distribución.

Somos tan brutos, que al mismo tiempo que nos quejamos de la falta de agua, la desperdiciamos irresponsablemente a manos llenas.

Pero el hecho es que vivimos una grave crisis de falta de agua, que de acuerdo con los expertos, se va a agudizar en el segundo trimestre del año, sí, justo en el momento más álgido del proceso electoral, lo que de seguro ya tiene muy preocupados a los encargados del tema, y que, como toda la administración pública de orden federal, estatal o municipal, incluyendo órganos descentralizados, más que estar ocupados en lo que es su obligación, tienen su verdadero interés en el tsunami político en que, además de Presidente o Presidenta de la República, se decidirán más de 20.000 cargos de elección popular.

Esto es, estamos en los inicios de una grave crisis de falta de agua, que golpeará muy fuerte a muchísimos mexicanos, pero que también, le va a entrar con los tacos por delante (término futbolero) al proceso político, y en especial, al de aquellos estados o municipios, en que la falta de agua ya es verdaderamente insostenible.

Vaya pues, lugares como la mismísima capital del país.

Dicho en perfecto inglés británico: va a estar cabrón.

Ciudad de México

Porque ni las más fieles tropas de un partido o candidato se podrán salvar de la falta de agua si es que viven en las zonas que la enfrentan, y esto, inevitablemente será tema que pondrá a prueba la devoción por sus colores.  

Y lo malo es que ya no hay tiempo de que al menos por inquietudes políticas se haga algo para enfrentar la falta de agua que ya llega.

Hoy toca aguantar las consecuencias de lo que no se hizo o se hizo mal.

Y la gente, que puede ser muy paciente o indolente, cambia el tono apenas les pega una crisis que, en verdad atenta contra su calidad de vida, y es así, que de pronto hay marchas, plantones y calles cerradas por vecinos que protestan porque no tienen agua.

Y hay veces en que estas marchas, plantones y protestas, son contra funcionarios a los que hasta hace poco apoyaban con otras marchas, plantones y calles cerradas.

Por lo pronto, las malas lluvias de los años recientes, aunadas a la falta de inversión y mantenimiento, tienen al Sistema Cutzamala, que surte de agua a la Zona Metropolitana del Valle de México, en niveles alarmantemente bajos, al grado que ya hay quienes fijan en el mes de mayo la fecha fatal en que la ciudad se quedará sin recibir agua.

¿Qué quieren que les diga? Reiteró; va a estar cabrón.

Es evidente que poco hay que hacer cuando esa fecha falta ya está a la vuelta de la esquina.

Habría, eso sí, aprovechar los análisis, debates y propuestas relacionados con el proceso electoral, para reconocer la gravedad del problema, plantear propuestas para hacerle frente y asumir los compromisos que impliquen dar cauce a estas propuestas.

Es tiempo de dejarse de tonterías y escuchar a los especialistas.

Es tiempo de ponernos de acuerdo en para qué queremos las ciudades y tomar las medidas encaminadas a devolverles una viabilidad que garantice servicios fundamentales, agua incluida, y que esto no se haga de manera aislada, sino como parte del modelado de verdaderos proyectos de ciudad, traducidos en la actualización de los instrumentos de planeación urbana, ajustes normativos y legislativos, inversiones en infraestructuras, poderosas políticas de vivienda, e igualmente poderosas alianzas con sociedad y sector privado.

Es tiempo de que todos los que quieren uno de los 20.000 cargos que estarán en juego, se dejen de rollos, abran los ojos, miren hacia arriba y asuman el compromiso de hacer lo que se tiene que hacer.

Es en serio, muy en serio. No habrá agua; ahora sí, que empiecen los juegos del hambre.

Yo ya les dije… Va a estar cabrón.

Columna publicada originalmente en Centro Urbano