El Papa y la Ciudad

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LA Network
16 enero, 2018 - Ética Ciudadana

El Papa Francisco comienza una nueva peregrinación por Latinoamérica, esta vez en Chile y Perú. Serán seis las ciudades visitadas en ambos países. Un regreso a la región que sirve como excusa para hablar de la enorme influencia de la ciudad y de la protección del medio ambiente en su discurso.

30 años llevan Chile y Perú sin recibir la visita de un Sumo Pontífice. Y para hoy ambos países y sus ciudades se han preparado con un entusiasmo distinto.

Chile es actualmente el país de la región donde más desconfianza genera la Iglesia, una situación alimentada por una sociedad cada vez más secularizada, donde la jerarquía eclesiástica y los pastores de base se han alejado de la gente y donde los numerosos casos de abuso sexual cometidos por sacerdotes han roto la confianza de la feligresía.

En el caso de Perú, existe efectivamente un mayor fervor católico y es el séptimo país de la región que mejor evalúa la figura del Papa. Pero allí tampoco estará Francisco cómodo del todo.

Con esta necesaria introducción, que evidencia las dificultades que enfrentará el ilustre visitante, queremos ahora dirigir la atención a cómo las ciudades serán el epicentro de esta misión pastoral del Papa, lo que pone de presente la marcada influencia urbana en su discurso. Esos centros urbanos visitados serán Santiago, Temuco e Iquique en territorio chileno; y Lima, Trujillo y Puerto Maldonado en suelo peruano.

El Papa y la Ciudad
Trujillo, Perú, una de las ciudades en la agenda de visita del Papá Francisco

Francisco ha escogido particularmente tres ciudades – Temuco, Iquique y Puerto Maldonado- por su condición de “fronteras”, un asunto esencial en la espiritualidad jesuita. Las “fronteras” para los misioneros de San Ignacio de Loyola pueden ser lugares geográficos, grupales o culturales difíciles de atender, excluidos o donde existe una mayor necesidad o dificultad. Allí estará el ignaciano Bergoglio.

Temuco es el epicentro de la Araucanía mapuche y del rebrote de la violencia indígena reivindicando sus derechos sobre una tierra para ellos ancestral; Iquique es una zona primordialmente minera y Puerto Maldonado, en la selva amazónica y considerada la capital peruana de la biodiversidad, será justamente el escenario del Sínodo de Obispos sobre la Amazonia en 2019.

Comunidades excluidas, minorías, recursos naturales, biodiversidad, ciudades, son palabras constantes en el discurso de un Papa que pregona y defiende la ecología humana, una postura ampliamente expuesta en su encíclica Laudato Si, con el interés de acentuar el imperativo ético de cuidar la “casa común”, como llama a la Tierra en su manifiesto católico.

El Papa urbano

El Papa Francisco ha explicado en diversos escenarios que el estrecho vínculo entre ecología y ser humano se materializa en los centros urbanos. “Una de las cosas que más se nota cuando el ambiente, cuando la Creación, no es cuidada, es el crecimiento desmesurado de las ciudades. Es un fenómeno mundial, es como que las cabezas, las grandes ciudades se hacen grandes, pero cada vez con cordones de pobreza y de miseria más grandes, donde la gente sufre los efectos de un descuido del ambiente”, afirma.

A continuación presentamos una selección de los temas urbanos sobre los que el Papa Francisco enfatiza en su encíclica Laudato Si.

Alcaldes de 70 ciudades del mundo reunidos con el Papa en el Vaticano en 2015

El crecimiento desordenado de las ciudades

  1. Hoy advertimos, por ejemplo, el crecimiento desmedido y desordenado de muchas ciudades que se han hecho insalubres para vivir, debido no solamente a la contaminación originada por las emisiones tóxicas, sino también al caos urbano, a los problemas del transporte y a la contaminación visual y acústica. Muchas ciudades son grandes estructuras ineficientes que gastan energía y agua en exceso. Hay barrios que, aunque hayan sido construidos recientemente, están congestionados y desordenados, sin espacios verdes suficientes. No es propio de habitantes de este planeta vivir cada vez más inundados de cemento, asfalto, vidrio y metales, privados del contacto físico con la naturaleza.

La privatización del suelo y del espacio público

  1. En algunos lugares, rurales y urbanos, la privatización de los espacios ha hecho que el acceso de los ciudadanos a zonas de particular belleza se vuelva difícil. En otros, se crean urbanizaciones « ecológicas » solo al servicio de unos pocos, donde se procura evitar que otros entren a molestar una tranquilidad artificial. Suele encontrarse una ciudad bella y llena de espacios verdes bien cuidados en algunas áreas « seguras », pero no tanto en zonas menos visibles, donde viven los descartables de la sociedad.

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Suburbio

La riqueza patrimonial y cultural de las ciudades

  1. Junto con el patrimonio natural, hay un patrimonio histórico, artístico y cultural, igualmente amenazado. Es parte de la identidad común de un lugar y una base para construir una ciudad habitable. No se trata de destruir y de crear nuevas ciudades supuestamente más ecológicas, donde no siempre se vuelve deseable vivir. Hace falta incorporar la historia, la cultura y la arquitectura de un lugar, manteniendo su identidad original. Por eso, la ecología también supone el cuidado de las riquezas culturales de la humanidad en su sentido más amplio. De manera más directa, reclama prestar atención a las culturas locales a la hora de analizar cuestiones relacionadas con el medio ambiente, poniendo en diálogo el lenguaje científico-técnico con el lenguaje popular. Es la cultura no sólo en el sentido de los monumentos del pasado, sino especialmente en su sentido vivo, dinámico y participativo, que no puede excluirse a la hora de repensar la relación del ser humano con el ambiente.

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Quito, riqueza patrimonial y cultural​

Ciudades para todos

  1. Hace falta cuidar los lugares comunes, los marcos visuales y los hitos urbanos que acrecientan nuestro sentido de pertenencia, nuestra sensación de arraigo, nuestro sentimiento de «estar en casa» dentro de la ciudad que nos contiene y nos une. Es importante que las diferentes partes de una ciudad estén bien integradas y que los habitantes puedan tener una visión de conjunto, en lugar de encerrarse en un barrio privándose de vivir la ciudad entera como un espacio propio compartido con los demás. Toda intervención en el paisaje urbano o rural debería considerar cómo los distintos elementos del lugar conforman un todo que es percibido por los habitantes como un cuadro coherente con su riqueza de significados. Así los otros dejan de ser extraños, y se los puede sentir como parte de un « nosotros » que construimos juntos. Por esta misma razón, tanto en el ambiente urbano como en el rural, conviene preservar algunos lugares donde se eviten intervenciones humanas que los modifiquen constantemente.

La falta de vivienda digna y de hábitat

  1. La falta de viviendas es grave en muchas partes del mundo, tanto en las zonas rurales como en las grandes ciudades, porque los presupuestos estatales solo suelen cubrir una pequeña parte de la demanda. No solo los pobres, sino una gran parte de la sociedad sufren serias dificultades para acceder a una vivienda propia. La posesión de una vivienda tiene mucho que ver con la dignidad de las personas y con el desarrollo de las familias. Es una cuestión central de la ecología humana. Si en un lugar ya se han desarrollado conglomerados caóticos de casas precarias, se trata sobre todo de urbanizar esos barrios, no de erradicar y expulsar. Cuando los pobres viven en suburbios contaminados o en conglomerados peligrosos, «en el caso que se deba proceder a su traslado, y para no añadir más sufrimiento al que ya padecen, es necesario proporcionar una información adecuada y previa, ofrecer alternativas de alojamientos dignos e implicar directamente a los interesados» [118]. Al mismo tiempo, la creatividad debería llevar a integrar los barrios precarios en una ciudad acogedora: « ¡Qué hermosas son las ciudades que superan la desconfianza enfermiza e integran a los diferentes, y que hacen de esa integración un nuevo factor de desarrollo! ¡Qué lindas son las ciudades que, aun en su diseño arquitectónico, están llenas de espacios que conectan, relacionan, favorecen el reconocimiento del otro! [119]».

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Asentamientos informales en Buenos Aires, Argentina.

Los problemas de transporte y movilidad

  1. La calidad de vida en las ciudades tiene mucho que ver con el transporte, que suele ser causa de grandes sufrimientos para los habitantes. En las ciudades circulan muchos automóviles utilizados por una o dos personas, con lo cual el tránsito se hace complicado, el nivel de contaminación es alto, se consumen cantidades enormes de energía no renovable y se vuelve necesaria la construcción de más autopistas y lugares de estacionamiento que perjudican la trama urbana. Muchos especialistas coinciden en la necesidad de priorizar el transporte público. Pero algunas medidas necesarias difícilmente serán pacíficamente aceptadas por la sociedad sin una mejora sustancial de ese transporte, que en muchas ciudades significa un trato indigno a las personas debido a la aglomeración, a la incomodidad o a la baja frecuencia de los servicios y a la inseguridad.

La dignidad de las personas

  1. El reconocimiento de la dignidad peculiar del ser humano muchas veces contrasta con la vida caótica que deben llevar las personas en nuestras ciudades. Pero esto no debería hacer perder de vista el estado de abandono y olvido que sufren también algunos habitantes de zonas rurales, donde no llegan los servicios esenciales, y hay trabajadores reducidos a situaciones de esclavitud, sin derechos ni expectativas de una vida más digna.

La protección de la naturaleza

  1. En este contexto, «no debe descuidarse la relación que hay entre una adecuada educación estética y la preservación de un ambiente sano» [150]. Prestar atención a la belleza y amarla nos ayuda a salir del pragmatismo utilitarista. Cuando alguien no aprende a detenerse para percibir y valorar lo bello, no es extraño que todo se convierta para él en objeto de uso y abuso inescrupuloso. Al mismo tiempo, si se quiere conseguir cambios profundos, hay que tener presente que los paradigmas de pensamiento realmente influyen en los comportamientos. La educación será ineficaz y sus esfuerzos serán estériles si no procura también difundir un nuevo paradigma acerca del ser humano, la vida, la sociedad y la relación con la naturaleza. De otro modo, seguirá avanzando el paradigma consumista que se transmite por los medios de comunicación y a través de los eficaces engranajes del mercado.

Por último, es necesario visibilizar cómo el Papa denuncia con firmeza un elemento cada vez más cotidiano en la vida de las ciudades y es la desesperanza entre los habitantes de las urbes. Una desesperanza que compara con el desierto. “¡Cuántos desiertos en las ciudades, cuántos desiertos en la vida de las personas que no tienen futuro!, porque…siempre existen prejuicios, temores -exclamó-. Y estas personas tienen que vivir y morir en el desierto, en la ciudad”. Miremos “las caras de las personas cuando van por la calle: están preocupados, cada uno encerrado en sí mismo, faltan sonrisas, falta ternura”, señala.

“El desierto es feo, sea el que está en el corazón de todos nosotros, sea el que se encuentra en las ciudades, en los suburbios. Incluso el desierto que se encuentra en los barrios residenciales”, reflexiona el Papa.

Es por eso que para el Papa Francisco, el trabajo para construir ciudades humanas, solidarias, inclusivas, está en el compromiso de los alcaldes de las ciudades. A aquellos con los que se reunió en el Vaticano en 2015 se los dejó muy en claro: “Esta conciencia si bien sale del centro hacia las periferias, el trabajo más serio y más profundo, se hace desde la periferia hacia el centro. Es decir, desde ustedes hacia la conciencia de la humanidad. La Santa Sede o tal país, o tal otro, podrán hacer un buen discurso en las Naciones Unidas pero si el trabajo no viene de las periferias hacia el centro, no tiene efecto. De ahí la responsabilidad de los síndicos, de los intendentes, de los alcaldes de las ciudades.”, advirtió.