En el mundo tan caótico en que vivimos hoy día, cuánta falta hace profundizar en valores y cultura ciudadana. Aunque estaba muy pequeña, si algo oigo con frecuencia es que la gestión de Antanas Mockus como alcalde de Bogotá tuvo un componente bastante importante y fuerte de cultura ciudadana, tan escasa hoy. Mockus implementó campañas pedagógicas como las «muertes simbólicas» y los mimos en las calles, que lograron transformar los hábitos ciudadanos y promover una cultura de respeto y convivencia.
Recientemente, escuché noticias sobre los cambios en la educación en el país; los profesores hablaban de la ausencia real de los papás en la educación de sus hijos, dejando esta gran responsabilidad en manos de los colegios y educadores. Estos últimos reclaman planes de estudios que incluyan un enfoque en valores, civismo y cultura ciudadana, esenciales para enfrentar los desafíos actuales. Aunado a esto, el número de suicidios en el país va en aumento (datos de Medicina Legal muestran que en 2023 hubo 230 suicidios de niños, niñas y adolescentes, mientras esta cifra llega a 140 en el primer trimestre de 2024), al igual que el dinero fácil y la “cultura traqueta” que se siente con fuerza nuevamente. Muchos jóvenes quieren alcanzar la fama, el dinero y el poder de manera fácil y en corto tiempo, sin preparación, lucha y sacrificio. Este fenómeno está erosionando los valores fundamentales y exacerbando problemas de convivencia, evidenciando la urgente necesidad de revivir políticas de cultura ciudadana que ofrezcan a la juventud caminos alternativos y constructivos.
En esta triste realidad, en Sincelejo se ha vuelto a hablar del Manual de Urbanidad de Carreño (1875) con el objetivo principal de mejorar la convivencia en todos los entornos de la vida urbana, enfatizando en problemas como la violencia intrafamiliar, las riñas entre vecinos y los abusos en general. El alcalde de Sincelejo, Yahir Acuña, ha tenido iniciativas interesantes en lo poco que va de su administración. Aunque aún está en sus primeras etapas, la estrategia de rescatar los valores para la sana convivencia busca involucrar a la comunidad, especialmente a los jóvenes, en la construcción de una convivencia pacífica. Ojalá esta iniciativa dé sus frutos y se repita en otra ciudad.
Cambiar hábitos no es fácil; con voluntad y pedagogía constante podemos ir dando pasos fructíferos. Como ciudadanos, tenemos la responsabilidad de apoyar estas políticas y evitar los problemas que inician por intolerancia y crecen como bola de nieve. Es imperativo que nos involucremos en iniciativas de convivencia urbana, reconociendo que nuestros actos cotidianos pueden tener un gran impacto en la comunidad y el país entero. Necesitamos políticas públicas agresivas sí, pero también este tipo de políticas “suaves” complementarias que sean sostenibles y perduren más allá de un solo gobierno.