Transmisibilidad e impacto sobre personal médico, las claves para no olvidar de la pandemia

Transmisibilidad e impacto sobre personal médico, las claves para no olvidar de la pandemia

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LA Network
31 mayo, 2020 - Salud

Cuando distintas ciudades buscan el retorno a la cotidianidad, epidemiólogos reiteran las terribles capacidades de la COVID-19.

Transmisibilidad e impacto sobre personal médico, las claves para no olvidar de la pandemia
La disciplina de los ciudadanos urbanos latinoamericanos y las capacidades de las autoridades serán puestas a prueba para determinar la capacidad de convivencia con COVID-19, disminuyendo los impactos socioeconómicos.

“Es cierto”, dice el epidemiólogo colombiano Alejandro Vargas, “hay enfermedades que matan más que el coronavirus, pero dígame, ¿un cirujano cardiovascular puede contagiarse y morir por atender a una persona con un infarto? Esa es una de las grandes diferencias”.

Cuando muchas ciudades latinoamericanas y del mundo inician el camino del retorno lo más cercano posible a una ‘normalidad’, los expertos recuerdan, a modo de advertencia, que la alta capacidad de transmisibilidad de la COVID-19, sumado al impacto fatal que puede tener en el personal de la salud, son dos riesgos altamente peligrosos y latentes que no se pueden olvidar si de proteger la vida se trata y que llama a los ciudadanos a mayores responsabilidades.

Mientras en un día de abril las muertes por coronavirus alcanzaron en promedio las 1.578 víctimas, en día normal del año mueren por cardiopatía isquémica y accidentes cerebrovasculares -la causa de muerte más común- más de 40 000 seres humanos; es decir 26 veces más que las registradas por la pandemia actual.

Sin embargo, Vargas advierte que es necesario mantener toda la atención sobre este virus que se acerca a los 6.000.000 de contagios y 366 000 muertes, según datos del Centro de Ciencia e Ingeniería de Sistemas (CSSE) de la Universidad Johns Hopkins. El magister en Epidemiología y Salud Pública, insiste en que la transmisibilidad y el impacto sobre el personal médico hace de la COVID-19 un enemigo formidable que se debe mantener a raya.

En uno de los picos más altos, España registró hasta el 20 % de su personal sanitario contagiado, la impactante cifra de 35 300 profesionales fuera de la línea de fuego, talento humano que pasa de atender a requerir ellos mismos muchas veces, cuidados críticos.

Transmisibilidad e impacto sobre personal médico, las claves para no olvidar de la pandemia
Cuando distintas ciudades buscan el retorno a la cotidianidad, epidemiólogos reiteran las terribles capacidades de la COVID-19.

Por cáncer mueren en el mundo cerca de 22 000 personas por día. Es decir, 14 veces más que las que mueren por coronavirus a diario. Sin embargo, los expertos destacan otra de las capacidades letales de la COVID-19. La epidemiología puede decir con un nivel bastante cercano a la certeza, sobre cuántas personas con cáncer deberán atender las unidades de cuidados intensivos (UCI), todo lo contrario, a la incertidumbre que genera el virus.

“No es que nosotros los epidemiólogos seamos alarmistas con las epidemias o con las pandemias como ahora, no. No es alarma. Lo que sucede es que el sistema sanitario tiene un riesgo diferente con esta enfermedad al comportamiento del cáncer o la diabetes. De estas tenemos estadísticas que se valoran periódicamente y tenemos un rango de comportamiento que es predecible, pero con el coronavirus no es posible tener seguridades. ¿Cuántas personas se van a enfermar tras utilizar un bus, o un metro en una ciudad latinoamericana?”.

Ahora, Vargas explicó que un riesgo adicional para la región desde antes y ahora cuando se reactivan muchas de las ciudades, es la debilidad latinoamericana de la gestión de la información. Para el experto, es ya tradicional la fragilidad en los sistemas sanitarios para generar datos confiables para los organismos de vigilancia. “Tenemos una debilidad muy importante en Latinoamérica y es que es que históricamente tenemos un fenómeno de subregistros, presente en todos los sistemas sanitarios”.

En estas circunstancias en las que ya las presiones económicas, las curvas de contagio en descenso y las necesidades de salud mental, son los argumentos para que las ciudades se abran de nuevo a una cotidianidad relativa, la disciplina de los ciudadanos urbanos latinoamericanos y las capacidades de las autoridades serán puestas a prueba para determinar la capacidad de convivencia con COVID-19, disminuyendo los impactos socioeconómicos.