China ha sido y continuará siendo un elemento de cambio real para Latinoamérica, pero Latinoamérica deberá mejorar y profundizar su papel en esta asociación como parte de su agenda de desarrollo.
“En las últimas décadas el centro de gravedad de la economía mundial se ha desplazado desde las economías de la OCDE hacia las economías emergentes, un fenómeno conocido como ‘desplazamiento de la riqueza mundial’. A día de hoy los vínculos entre América Latina y China están evolucionando mucho más allá del comercio, con el desafío que ello conlleva para que los países de América Latina adopten reformas específicas que estimulen el crecimiento inclusivo y construyan una asociación de mutuo beneficio con China”.
Las anteriores consideraciones están plasmadas en el informe sobre perspectivas económicas dado a conocer por la secretaria ejecutiva de la CEPAL Alicia Bárcenas, el presidente ejecutivo de la CAF Enrique García y el secretario general de la OCDE Ángel Gurría.
Las tres organizaciones coinciden en advertir que, a mediano plazo, las perspectivas no son alentadoras, debido, en su opinión, a que tras una década completa de convergencia con las economías avanzadas, así como de importantes avances en la batalla contra la desigualdad, América Latina verá caer su crecimiento medio por segundo año consecutivo, por debajo de la media que en 2015 tenían los países de la OCDE.
Pero, en momentos en que China emerge como uno de los socios comerciales más importante, ofreciendo una oportunidad para construir una asociación mutuamente benéfica, el estudio llama la atención en torno a cinco hechos puntuales:
- En Latinoamérica la pobreza todavía afecta al 28% de su población.
- Persiste una informalidad laboral generalizada que afecta, de un lado, a las poblaciones más vulnerables y a la clase media emergente, y, del otro, el compromiso de la región con la innovación.
- La región sigue siendo la más desigual del mundo.
- El déficit en competencias e innovación no ha dejado de ser un desafío
- “En la medida en que China se transforme gradualmente de una economía basada en las exportaciones y la inversión hacia una basada en el consumo y los servicios”, Latinoamérica no puede seguir siendo un simple proveedor de materias primas. De mantenerse inmersa en este rol, la región verá cada vez más en retroceso el margen de participación en las áreas comercial, financiera y de competencias estratégicas.
Política de largo plazo
De acuerdo con el análisis de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, el Banco de Desarrollo de América Latina y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, en los últimos quince años el comercio entre el país asiático y nuestra región experimentó “una expansión sin precedentes”, “multiplicándose 22 veces en ese periodo”.
De cara al futuro la realidad pinta diferente, porque esta expansión encontró un freno ante la caída de los precios de las materias primas y la menor demanda de ellas.
Esta debilidad estructural en las exportaciones está retando con urgencia a los países latinoamericanos a “emprender acciones políticas para contrarrestar esta desaceleración.
“Cuestiones como un mayor crecimiento de la productividad, diversificación económica, competencias más efectivas, innovación y políticas sociales, deberían formar parte del núcleo de las intervenciones para el desarrollo a largo plazo, con vistas a lograr un crecimiento inclusivo”, sugiere el informe “Perspectivas económicas de América Latina 2016: Hacia una nueva asociación con China”, en el que se propone un marco metodológico para analizar las tendencias durante las dos próximas dos décadas.
Competencias
Pero no solo pensando en la relación con los chinos y en la transformación de la realidad económica de esta potencia asiática, es por lo que los países de la región deben estar en alerta.
La preocupación, según el estudio de perspectivas, debe estar centrada en invertir en políticas de desarrollo productivo innovador para seguir siendo competitivos a nivel mundial. “Estas políticas incluyen el aumento de la integración en las cadenas de suministro, el fortalecimiento del capital físico y humano, la mejora de la logística y la articulación de mejoras normativas en áreas como servicios, inversión, derechos de propiedad intelectual y políticas de competencia”.
Sobre las políticas de competencia, las tres entidades responsables del estudio hacen énfasis en “las impresionante trayectorias de China y otras regiones emergentes”, diferentes a Latinoamérica, respecto a su mejora en términos de calidad, cantidad y relevancia.
En se ámbito, es destacado como un avance importante el programa de colaboración en ciencia y tecnología con Brasil y Chile y el fondo binacional de inversión en energía e infraestructura acordado entre China y México.