La hidroelectricidad es energía renovable, y está basada en una tecnología madura, confiable y de bajo costo de producción. Las centrales hidroeléctricas, además de proveer energía eléctrica, pueden proveer otros servicios, como regulación de caudales, control de inundaciones, embalse de agua dulce para su uso, y respaldo a la generación variable. No obstante, y a pesar de estos beneficios, las centrales hidroeléctricas no están exentas de controversia. Los potenciales impactos ambientales y sociales, además de los riesgos asociados a la construcción de estos proyectos, proyectan una sombra sobre esta tecnología. Incluso, desde hace algunos años, algunas discusiones y publicaciones sobre “energía renovable” dejan de lado directamente a la hidroelectricidad. Entonces vale la pena preguntarnos: ¿Hacia dónde va el sector hidroeléctrico latinoamericano?
El primer punto que es preciso recordar es que, más allá de toda controversia, el desarrollo de muchos países de Latinoamérica y el Caribe (LAC) está directamente vinculado a las hidroeléctricas. Son varios los sistemas eléctricos que empezaron su desarrollo con la instalación de centrales hidroeléctricas al final del siglo XIX e inicios del siglo XX, construyendo redes alrededor de ellas. Estos sistemas eléctricos (que llamaremos “micro-grids”) fueron los que dieron pie a la creación de varias de las empresas eléctricas que aún siguen siendo claves en el desarrollo económico de sus países. Otro aspecto histórico importante es que los proyectos hidroeléctricos binacionales (Itaipú, Yacyreta y Salto Grande) son, hasta ahora, las principales inversiones de integración en infraestructura que posee la región.
La instalación de proyectos hidroeléctricos en LAC tuvo su apogeo en las décadas del 70 y 80, cuando la capacidad instalada creció 5 veces, con la entrada en operación de más de 70 GW (a un promedio de 7 GW por año). Durante los años 90 y la década del 2000 continuó el desarrollo con la instalación de otros 60 GW de potencia producto de las hidroeléctricas de la región (a un ritmo de 3 GW/año en promedio). Los datos del último quinquenio (2010-2015) muestran que el desarrollo hidroeléctrico no se ha detenido y que aún se instalan entre 2 a 3 GW promedio por año en la región. Más aún, los datos del 2017 muestran que se instalaron más de 4 GW. Entonces, parecería que la hidroelectricidad tiene un presente saludable. Pero ¿qué podemos decir de su futuro?
Según las estimaciones disponibles, aún existe un vasto potencial hidroeléctrico por ser explorado y aprovechado. Según los datos de OLADE, sólo el 25% del potencial hidroeléctrico ha sido explotado, y aún quedan más de 500 GW aprovechables, principalmente en Brasil y los países andinos. Estos datos y los costos de proyectos recientes, muestran que desarrollos hidroeléctricos de bajo costo aún son posibles. Confirmando esto, las diversas proyecciones disponibles (de la IEA, WEC, y del BID) indican que la generación hidroeléctrica continuará siendo esencial para cubrir la demanda de energía eléctrica en LAC, y que, dependiendo del escenario proyectado, se instalarán hidroeléctricas a un ritmo similar al que se experimentó en las últimas décadas (2 GW/año), o incluso a un ritmo superior (hasta 5 GW/Año).
Claramente, un factor que impulsará este desarrollo hidroeléctrico será la necesidad de cumplir con las metas establecidas en la COP 21, con relación a la disminución de la generación fósil, y sus emisiones asociadas. Dada su flexibilidad operativa, y la posibilidad de almacenar energía, la hidroelectricidad permite el desarrollo y complementa la instalación de energías renovables no convencionales (eólica y solar). Otro factor que podría impulsar el desarrollo hidroeléctrico es la integración regional, ya que permitiría el desarrollo de proyectos para aprovechar el potencial hidroeléctrico en países cuya demanda es pequeña (tales como Bolivia y Guyana), reduciendo los costos totales de suministro y aumentando la seguridad energética.
Por otro lado, siendo que el desarrollo hidroeléctrico en Latinoamérica se inició a inicios del siglo XX, con particular énfasis en las décadas de 1970 y 1980, existen ya más de 70GW de instalaciones hidroeléctricas que han cumplido su vida útil. De la misma manera, entre 1990 y 2000 se instalaron 28GW, que cumplirán su vida útil en los próximos años. Existe un amplio potencial para la rehabilitación y modernización de estos equipos (incluyendo la aplicación de las últimas tecnologías de control e instrumentación), con necesidades de inversión que están en las decenas de miles de millones de dólares.
En resumen, las proyecciones y datos muestran que en nuestra región no solo se seguirán construyendo hidroeléctricas, sino que hay una creciente necesidad de invertir en rehabilitar y modernizar las que ya existen. Podríamos decir que es un panorama positivo…. Entonces, ¿cuáles son los aspectos claves que tienen que considerarse para este desarrollo futuro? En ese sentido, podemos identificar por lo menos cinco:
- Impactos ambientales y sociales. Primero lo primero: el desarrollo hidroeléctrico presente y futuro depende del correcto manejo de los impactos ambientales y sociales de estos proyectos. Este manejo comienza temprano, con la correcta identificación de los sitios para las centrales, y el dimensionamiento óptimo de los proyectos. La planificación a nivel de sistemas eléctricos, considerando evaluaciones ambientales estratégicas, es esencial como un primer paso. Adicionalmente, la aplicación de protocolos y herramientas que garanticen la sostenibilidad de los proyectos hidroeléctricos es un elemento básico de su desarrollo (un ejemplo es el Hydropower Sustainability Assesment Protocol).
- Estudios y Pre-inversión. Otro aspecto de vital importancia para garantizar el desarrollo hidroeléctrico futuro es la correcta estimación de los costos y cronogramas de estos proyectos. Existe evidencia de que en muchos casos los costos y cronogramas de los proyectos hidroeléctricos no están correctamente estimados en LAC (principalmente son subestimados). Como resultado, se incurren en sobrecostos y sobretiempos durante la ejecución de los proyectos, que tienen un alto impacto no solo en la reputación de este tipo de tecnología, sino en los costos totales de los sistemas eléctricos (que deben proveer generación de respaldo no planificada para cubrir la demanda). No se puede minimizar el rol de una correcta pre-inversión, financiando estudios para reducir las incertidumbres y los riesgos, y tener cronogramas y presupuestos más acotados a la realidad, a fin de tener una estimación real de la viabilidad (o inviabilidad) económica de estos proyectos.
- Financiamiento (quién, cómo y para qué). Las necesidades de financiamiento para las próximas décadas se encuentran entre cuatro mil a diez mil millones de dólares por año (sin considerar las líneas de transmisión). Este monto es mayor, si se consideran las necesidades de rehabilitación, y las posibilidades de repotenciación (más difíciles de estimar). Dadas estas necesidades, la participación pública y privada será esencial, tanto en el estudio y desarrollo de los proyectos, como en su financiamiento. Los proyectos hidroeléctricos son intensivos en capital, con una larga vida útil y costos operativos bajos. Se requieren fuentes de financiamiento acordes a estas características, que permitan rentabilizar estas inversiones de largo plazo. Por otro lado, los proyectos hidroeléctricos tienen riesgos intrínsecos (geología, impactos ambientales y sociales, principalmente), que pueden afectar sus plazos y costos de ejecución. Estos riesgos pueden ser mitigados parcialmente a través de la adecuada pre-inversión y el uso de herramientas para su gestión integral, por lo que es necesaria la creación de mecanismos de apoyo a la preparación de los proyectos. Adicionalmente, el desarrollo y uso de mecanismos financieros (por ejemplo, garantías), puede también facilitar el manejo de estos riesgos, a fin de reducir las tasas de financiamiento de estos proyectos.
- El cambio climático. La hidroelectricidad puede ser afectada por los impactos del cambio climático, pero a la vez puede ayudar a la adaptación y mitigación de estos impactos. Entonces, se requiere estudiar en detalle el impacto del cambio climático en las instalaciones hidroeléctricas existentes, a fin de identificar medidas de mitigación que puedan ser implementadas oportunamente. Asimismo, es necesario el desarrollo de modelos que permitan la estimación adecuada de las variaciones del potencial hidroeléctrico futuro, a fin de informar la planificación de los sistemas eléctricos. Dada la evidencia del impacto del cambio climático en los regímenes de lluvia y de caudales, la planificación de proyectos hidroeléctricos ya no puede ser realizada solo en base a series hidrológicas históricas, y precisa, si o si, del análisis de escenarios de cambio climático, a fin de generar soluciones de planificación robustas.
- Por último… ¿Es el potencial realmente el potencial? En realidad, no lo sabemos, ya que las estimaciones del potencial hidroeléctrico en algunos países son muy antiguas (el 75% disponible, debe tomarse “con pinzas”). Estas estimaciones deben ser actualizadas tomando en cuenta las últimos datos hidrológicos, pluviométricos y cartográficos disponibles, así como actualizando las restricciones ambientales y sociales. Las nuevas tecnologías de análisis de imágenes satelitales pueden facilitar nuevos estudios. Estas nuevas estimaciones deben considerar los nuevos avances tecnológicos que darían viabilidad técnica y económica a potencial hidroeléctrico antes no explotable. La posibilidad de almacenamiento por bombeo también debe ser analizada en los estudios de potencial.
Hay muchos otros factores que podrían discutirse, el tema es apasionante, pero, para no extendernos, si quieres saber más sobre estos temas, te invitamos a leer nuestra nota técnica “El sector hidroeléctrico en Latinoamérica: Desarrollo, potencial y perspectivas”
Artículo publicado originalmente en Blogs del Banco Interamericano de Desarrollo BID