“A inicios del 2000 la ciudad estaba un poco plagada de publicidad y de anuncios, pero no había manera de rechazar eso y el graffiti dio la posibilidad de responder a esa publicidad. En esa época, las escuelas de diseño gráfico y las escuelas de arte comenzaron a estar muy de moda, había mucho estudiante de diseño, y eso nos dio una herramienta para contestar a toda esa cantidad de publicidad, protestar y dar otra visión de ciudad”. Así relata Ark, uno de los artistas urbanos más reconocidos de Bogotá, la aparición con fuerza de este movimiento en la ciudad. Ya tiempo atrás, por la influencia del Hip Hop, había surgido pero no con el ímpetu que empezó a darse iniciado el nuevo siglo.
Ya en los últimos años, la capital colombiana ha vivido una especie de renacimiento del arte urbano gracias al acompañamiento del sector público. La alcaldía encargó en 2012 a dos de sus entidades (la Secretaría Distrital de Cultura, Recreación y Deporte y el Instituto Distrital de las Artes IDARTES), para formular políticas públicas y brindar apoyo a los colectivos y artistas dedicados a estas expresiones. Una de esos proyectos hoy palpables en la ciudad es el Corredor Cultural por la Calle 26, que conecta el Aeropuerto Internacional El Dorado con el centro de la capital. En él participaron cinco de los colectivos artísticos más reconocidos: Bogotá Street Art, M30, 20.26 DC, Vértigo Grafiti y Bicromo.
“Antes de la 26 había otro corredor gigante que era el de la carrera 30, desde la 68 hasta la 90. El proyecto se llamaba “Muros libres” y daban un pedacito de muro, pero la gente se tomó toda la carrera y los espacios que había dejado el Transmilenio al construir la troncal. Eran muros que estaban ahí abandonados, sin rejas, sin ventanas, sin nada. Luego hubo otro que fue el corredor de la Avenida Suba, que también eran muros de Transmilenio”, recuerda Ark, quien ha participado en muchas de estas intervenciones.
Sin duda, uno de los colectivos más influyentes de la ciudad es Bogotá Street Art. Conformado en el año 2009 por cuatro de los más importantes artistas urbanos: Lesivo, Dj Lu, Toxicómano y Guache. Todos ellos con más de ocho años de experiencia y práctica activa en torno a la realización de intervenciones en el espacio público y con una perspectiva crítica. (Ver entrevista con Dj Lu).
También los extranjeros han visto un gran potencial en el arte urbano como industria turística. El australiano Christian Petersen gestó en 2011 una iniciativa llamada Bogotá Graffiti Tour. “Christian creó el tour pensando mostrar la calidad de arte urbano que tiene la ciudad”, explica Mónica Rivera, guía voluntaria del grupo. Con tal fin se organizó un recorrido turístico por el tradicional e histórico barrio La Candelaria, donde muchos artistas han usado muros y fachadas de viviendas para expresar sus ideas o narrar sus historias. El recorrido parte del Parque de los Periodistas y dura entre 2 y 3 horas, tiene un costo voluntario y se convierte en toda una experiencia para los turistas extranjeros que conocen lo mejor de este arte, pero también los demás sitios de referencia cultural y de entretenimiento en la zona. Pero hoy la pretensión de Bogotá Graffiti Tour es trascender el aspecto meramente turístico. “Queremos que sea una fundación que apoye proyectos locales. Ya este año lo hemos hecho en barrios y colegios y tenemos pensado proyectos más grandes como festivales, pero de la guianza parten los fondos para hacer este tipo de iniciativas”, comenta Rivera.
Pero el arte urbano no está presente solo en barrios tradicionales como La Candelaria o avenidas concurridas o céntricas de la ciudad. Ark justamente cuenta cómo el movimiento se nutre fuertemente del espíritu barrial. “Ciudad Bolívar está lleno de arte urbano, últimamente en Cazucá, Soacha, también están llenos de arte urbano, de gente talentosa, gente reconocida y artistas emergentes con mucha calidad que se salen un poco de los círculos de la ciudad más visible. También, últimamente hemos notado que el graffiti o los proyectos de graffiti en muralismo están avanzando a la zona rural, porque tal vez es más fácil en este momento buscar apoyo en las zonas rurales que en la ciudad”, explica el artista.
Al preguntar por cuál es la característica o elemento diferenciador del arte urbano en Bogotá, la guía Mónica Rivera no duda en mencionar “el toque indigenista. Aunque nuestro arte es político, mantenemos una esencia de naturaleza, de conexión indígena, también por nuestra biodiversidad y eso marca lo que se dice en los muros, los colores que tienen, las texturas. Yo creo que ese es el sello distintivo del arte bogotano y colombiano”. Ark también coincide en que la temática medio ambiental pesa mucho, pero afirma que los artistas “tratan de salirse un poco de eso porque se ha vuelto un cliché, se vuelve algo que todos están haciendo y que realmente no es muy propio de cada uno. Hay propuestas individuales que tratan de buscar la identidad de otra manera, en mucho trabajo de letras, en mucho trabajo de abstracción, de colores, de manejo de formas que nos dan identidad, quizá no hay aún un tema figurativo pero es muy importante mencionar eso.”
Lo cierto es que Ark y otros nombres como Lesivo, Chirrete Golden, Gris, Dast, Beek, N.N, Kochino, Franco, Yurika, Cero, Ruiz, entre otros, ya son referentes de una ciudad que también se ha convertido en un gran lienzo, como decenas de ciudades en este lado del mundo. El arte urbano parece imparable como un nuevo rasgo de identidad de las ciudades de América Latina y Bogotá es una gran referente.