Cafés porteños, entre la historia y el diálogo cotidiano

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LA Network
3 febrero, 2019 - Cultura

Los cafés son sitios esenciales para contar y entender la historia de una ciudad. En ellos, artistas, políticos, intelectuales, ciudadanos de a pie han generado conversación e ideas que luego movilizan la construcción social y la cultura.

El Café Tortoni es el más antiguo que permanece abierto en la ciudad de Buenos Aires. Fue fundado en 1858. Foto: GCBA

Celeste del Bianco – Periodista (Buenos Aires)

“Cómo olvidarte en esta queja/ Cafetín de Buenos Aires/ Si sos lo único en la vida/ Que se pareció a mi vieja… / En tu mezcla milagrosa / De sabihondos y suicidas/ Yo aprendí filosofía, dados, timba/ Y la poesía cruel/ De no pensar más en mí”

El famoso tango “Cafetín de Buenos Aires” de Enrique Santos Discépolo expresa la importancia que los cafés tuvieron en la historia de la cultura urbana. La poesía, el tango, el rock, la literatura, el cine, el teatro, el deporte y las artes plásticas tienen mucho de bares porteños en su génesis.

“Yo creo que el producto cultural más importante que tiene la ciudad de Buenos Aires es el tango y es en los cafés donde se ejecutaba cuando se popularizó totalmente y dejó esos orígenes por un lado prostibularios y, por otro, de las casas de la alta sociedad, de los bacanes. Cuando los conjuntos, los cuartetos y las otras agrupaciones empiezan a tocar en los cafés, el tango se populariza totalmente. Por ejemplo, en la esquina de La Boca, en Suárez y Necochea, en cada uno de los cuatro ángulos había cafés diferentes y en cada uno tocaban diferentes intérpretes de tango”, explicó el historiador urbano Horacio Spinetto.

Las tertulias literarias encontraron en los bares de la Ciudad de Buenos Aires el espacio propicio para el debate y la creación. La Peña del Tortoni fue famosa por la presencia de escritores, artistas locales y extranjeros como Alfonsina Storni y Benito Quinquela Martín, entre otros. En La Perla de Once, hoy convertida en una pizzería, Jorge Luis Borges y Raúl Scalabrini Ortiz se sumaban a escuchar los poemas de Macedonio Fernández. Años después, en ese mismo lugar se compuso el primer himno del rock argentino. Allí, en 1967, Tanguito y Lito Nebbia crearon “La Balsa”.

“La puerta de Florida vuela y no para / un temporal de dados ruge mi espalda / Sobre mi testa un ventilador / gira como una estrella”, así describió el poeta Baldomero Fernández Moreno a la confitería Richmond en Florida y Lavalle, hoy convertida en un local de ropa deportiva. En ese mismo espacio, pero en los años 20, en el centro de la ciudad, Jorge Luis Borges, Leopoldo Marechal, Victoria Ocampo y otros escritores de las clases altas argentinas nucleadas en el selecto Grupo Florida hablaron de sus publicaciones en la revista Martín Fierro, tomaron café y seguramente disfrutaron de su elogiada pastelería.  En cambio, en el sur de la ciudad, se reunieron los escritores populares. El Grupo Boedo tomo el nombre del barrio que los acunó. En el Café Margot, Elías Castelnuovo, Roberto Arlt y Leónidas Barletta intercambiaron conceptos de los avatares de la vida proletaria.

La confitería Richmond en Florida y Lavalle, hoy convertida en un local de ropa deportiva. Foto: Celeste del Bianco

El sur alberga fábricas, depósitos y también los bares donde músicos populares crearon inolvidables tangos. “San Juan y Boedo antiguo y todo el cielo / Pompeya y, más allá, la inundación…”, dice la letra del tango “Sur”, escrita por el eterno Homero Manzi. Hoy, esa esquina, en la que se sentaba junto con otros tangueros, lleva su nombre y permanece como un Bar Notable.

En la cafetería “London City”, en Avenida de Mayo y Perú, Julio Cortázar escribió su novela “Los Premios”.  Estuvo cerrada y reabrió sus puertas en el 2014. Actualmente una obra reproduce su figura en tamaño natural y lo recuerda sentado al lado de una ventana. Quizás la misma en la que escribió: “Por la puerta de la Avenida de Mayo entraba y se iba la gente de siempre (…) Casi todas las mesas estaban ocupadas, pero sólo en unas pocas imperaba el aire de los presumibles viajeros”.

También en los años 60 tuvieron su apogeo los cafés artísticos de pintores. En el Florida Garden o El Café Moderno, en el centro de la ciudad, se reunían los pintores de las diferentes escuelas. Por aquella época, hasta entrados los años 80, en el Café La Paz, en Corrientes y Montevideo, se juntaron periodistas, intelectuales y estudiantes. Sus mesas fueron testigos de la presencia de Rodolfo Walsh, Ricardo Piglia y David Viñas.

“Y qué decir de sus orquestas típicas, orquestas malandrines que hacen ruidos endiablados en los ´fuelles´ (…) y sus cafés. Cafés donde siempre los pesquisas detienen a ´alguien´ que según el mozo es una ´persona muy bien, de familia´. De esa manera, Roberto Arlt describió parte de la Avenida Corrientes en sus ácidas aguafuertes porteñas

Existen 92 bares categorizados como “Notables” en la Ciudad de Buenos Aires por su contenido histórico y por sus valores tangibles e intangibles. En 1998 se sancionó la Ley 35 que creó la Comisión de Protección y Promoción de los Cafés, Bares, Billares y Confiterías Notables de la ciudad y en el 2014, la ley Nº 5213, que estableció el Régimen de Promoción para los Cafés y Bares Notables de la ciudad, que otorga beneficios impositivos a estos lugares.

Algunos persisten por su atractivo turístico y otros como el alma del barrio que predispone al encuentro humano y la conversación. A pesar de los cambios en las costumbres, las cadenas “al paso” y la tecnología, los cafés porteños conservan ese espíritu de comunión. “Es un lugar donde se supone que las utopías son posibles, donde se puede cambiar el mundo, donde en cinco minutos se arma una selección de fútbol que sea imbatible”, sostuvo Spinetto, quien también es artista plástico y se reúne con sus pares en el bar “La Buena Medida” de La Boca.