Como si de una etapa reina de montaña en el Tour de Francia se tratara, de aquellas que conquistan los Pirineos sumando sacrificados pedalazos, los colectivos de ciclistas urbanos en el área conurbada de Medellín, están aportando a la movilidad sostenible de una región con graves problemas de transporte y calidad del aire, por citar solo dos efectos perversos de una cultura ‘carrocentrista’ y ahora también ‘motocentrista’.
Los colectivos Siclas (Medellín) y Bellocicleta (Bello) se iniciaron con la intención de promover el uso urbano – recreativo de la bicicleta, promoviendo ciclopaseos que pronto derivaron en una reflexión mucho más allá de un momento de esparcimiento.
“Quisimos replicar la experiencia de la ‘masa crítica’ de Bogotá y de San Francisco (EE.UU.) en Medellín. Después trascendió lo del pedaleo, lo de salir en las noches a recorrer y reconocer la ciudad”, recuerda Mauro Mesa Vargas, Coordinador del Siclas.
Y se refiere a que ese grupo que desde 2010 fue creciendo hasta alcanzar hoy más de 1.000 participantes, empezó a pensar en el modelo de ciudad que se construye, la contaminación ambiental en el mundo y hasta el consumismo y, como un buen ejemplo de ciudadanía activa, a participar en la construcción de la movilidad sostenible.
“Participamos en las mesas de la bicicleta, de movilidad sostenible en los municipios y hasta aportar en el debate y construcción de políticas públicas”, dice el coordinador de Siclas.
Por su parte, Bellocicleta nació en 2012, tras darle continuidad a una iniciativa local de carácter recreativo y de participar en en la Mesa Metropolitana de la Bicicleta.
Para ambos colectivos, la ruta para ganarle un espacio a la bicicleta y su lugar protagónico en la movilidad sostenible, es una empinada cuesta, una muy difícil de superar para hacerse escuchar de los gobiernos y quienes toman las decisiones, todo un reto.
Según Mauricio Mesa, “No podemos cerrar lo ojos a las tendencias mundiales”. Señala que en los países más desarrollados se han dado cuenta de que las bicicletas son la solución a los trancones en las vías, las dificultades de transporte, a los accidentes, a las muertes por velocidad, a los altos costos de la gasolina.
“Los colectivos hemos coadyuado. Los tomadores de decisiones son muy duros y piensan que esos temas son de países como Dinamarca; Holanda o algunas ciudades de Estados Unidos”, dice Mesa, no sin rematar con un dato contundente: la voluntad política hizo que en tres años se construyeran en Manhattan más de 600 kilómetros de cicloinfraestructura, cambiando el rostro de la isla.
Bellocicleta también aporta en ese sentido: “Le recordamos a las administraciones municipales que cambian cada cuatro años, sus deberes para con los ciclistas urbanos. Tiene que haber un ejercicio Gobierno – Ciudadanía para que puedan funcionar las dinámicas de movilidad y de integración social. Es donde la ciudadanía organizada empieza a hacer un ejercicio crítico de propuesta y acompañamiento de la ejecución, un papel importante para esos dos momentos”, dice Sebastián Mattos, coordinador de Bellocicleta.
Ese importante papel de unir a la ciudadanía con las decisiones de ciudad es ratificado por quien conoce en profundidad el lugar de la bicicleta y la movilidad sostenible en la nueva ciudad.
“En conjunto y todos estos años, ambos colectivos han trabajado por la Movilidad Sostenible como muchas veces no lo han hecho los gobiernos. En muchas ocasiones han hecho más con su labor diaria de promoción diaria del uso dela bicicleta y eso es impresionante”, considera Carlos Cadena Gaitán, Coordinador Académico del Grupo Urbam (Universidad Eafit) y exdirector del IV Foro Mundial de la Bicicleta que se realizó en Medellín en 2015.
Y sobre ese momento histórico para la movilidad sostenible y el uso urbano de la bicicleta (el de Medellín fue el primer foro que se hizo en un país distinto a Brasil, su sede de origen); Cadena Gaitán recordó: “Su apoyo durante la organización y desarrollo del Foro fue fundamental y en muchas ocasiones fueron los artífices de que saliera adelante, superara problemas”.
Esta participación activa no es de menor importancia en una región en la que la contaminación atmosférica es responsable, según la autoridad ambiental (Área Metropolitana del Valle de Aburrá), del 9,2% de las muertes.
“En el contexto mundial el parque automotor de las ciudades se empieza a convertir en una epidemia, empiezan a violentar el espacio público y en contaminación ciudades como México y Medellín empiezan a presentar esos índices bastante altos que fomentan las enfermedades crónicas. Ahí es donde es valioso el fomento del uso de la bicicleta para los ciudadanos”, destacó Mattos.
Por ello, datos como que en siete años de realización de las ‘Sicladas’ (cada miércoles más de 1.000 ciclistas salen a recorrer distintas área de la ciudad), se han ahorrado la emisión de 1.750 toneladas de CO2, resultan positivos.
A ellos se suman los más de 400 ciclistas urbanos que se reúnen por Bellocicleta y los miles de ciudadanos que estimulados por las acciones de los colectivos se han decidido por la bicicleta como modo de desplazamiento y que se espera sean confirmados en la próxima encuesta Origen – Destino que realiza la Universidad Nacional.
La última versión (2012) indicó que de los 5,6 millones de viajes que se realizan cada día en el valle de Aburrá, el 0,7 % se hacen en bicicleta, es decir 36.852 traslados.
Así es como estos dos colectivos han venido contribuyendo a la movilidad sostenible, desde la ciudadanía activa que participa políticamente en las decisiones de ciudad (no en vano Medellín fue la sede en 2015 del Foro Mundial de la Bicicleta; promoviendo el uso de la ‘bici’ y sus beneficios ambientales, creando y participando en redes de ciclistas urbanos y motivando la reflexión: mejor la bici.
“Ciudades como la nuestra necesitan de estos colectivos pues son quienes mantienen y empujan las agendas de movilidad sostenible así cambien los gobiernos y eso es muy importante para mantener la visión de largo plazo”, remató Cadena Gaitán.